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Nuevo récord: una primera edición de “Frankenstein” se subasta por 1,17 millones de dólares

Se trata de uno de los ejemplares que se publicaron en la primera tirada, en 1818, y que se ha vendido en su encuadernación original y “en un particular buen estado”
Mary Shelley
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Con tan solo 18 años, Mary Shelley publicó “Frankenstein o el moderno Prometeo”, obra más conocida como, simplemente, “Frankenstein” y que vio la luz el 1 de enero de 1818. La creación de la autora inglesa se convirtió en un icono literario, figurando aún hoy en el imaginario colectivo como un símbolo de la novela gótica y conservándose como un tesoro de las letras. Tal es la calidad de esta obra que, ahora, se ha convertido en la novela escrita por una mujer más cara de la historia. La casa de subastas Christie’s cerró el pasado 14 de septiembre una puja que supuso un récord: una primera edición de Frankenstein se vendió por 1,17 dólares, lo que equivale a 998.038 euros.
Impreso en tres volúmenes, el libro se ha ofrecido en su encuadernación original y por parte de la colección literaria de Theodore B. Braum. Si bien estimaban un precio oficial de entre 200.000 y 300.000 dólares (entre 170.600 y 255.900 euros, aproximadamente), la venta ha batido un récord mundial en cuanto a subastas de una obra impresa y tras haber atendido a postores de todo el mundo.
“La primera edición en sus tableros originales es increíblemente frágil y, como resultado, muy escasa, por lo que una copia como esta, particularmente en buen estado, es muy deseable para los coleccionistas”, explican desde la página web oficial de Christie’s. “En general, es un mercado muy fuerte y estamos viendo una mayor demanda de buenos ejemplos de obras literarias destacadas”, añaden. Con esto, no se subastaba una primera edición de este libro desde 1985.
Publicada de manera anónima en 1818 en una tirada de 500 ejemplares -uno de ellos es el recién subastado-, la primera edición, explican desde Christie’s, “incluía un prefacio escrito por Percy Shelley y una dedicatoria al padre del autor, William Godwin”. La obra tomó forma una lluviosa noche de verano, cuando, junto al lago de Ginebra, Mary y Percy Shelley se alojaban con Lord Byron. Éste sugirió que el grupo escribiera su propia historia de fantasmas. Y así lo hizo, la escritora se ocupó de crear una historia que rivalizara con el resto.
La idea le vino “en una visión mental aguda” mientras trataba de dormir. “Vi al pálido estudiante de artes impías arrodillado. Vi el espantoso fantasma de un hombre estirado y, luego, con el funcionamiento de un poderoso motor, mostrar signos de vida y moverse con un movimiento inquietante, medio vital”, escribe Shelley en el prefacio de la edición de 1831, publicada con una revisión firmada por la propia autora. Y, a estos escritos, le acompañaba su pregunta clave: “¿Cómo yo, cuando era una niña, llegué a pensar y a pensar en una idea tan espantosa?”.