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En solfa: Intendentes, gerentes y otras hierbas

Se echa de menos dirigentes de las óperas que, además de competentes y grandes aficionados, fueran buenos gestores empresariales

La reina Sofía y el ministro de Cultura, Miquel Iceta entre otros asistentes, en la inauguración de la temporada 2021/2022 del Teatro Real
La reina Sofía y el ministro de Cultura, Miquel Iceta entre otros asistentes, en la inauguración de la temporada 2021/2022 del Teatro RealJuanJo MartínEFE

¡Qué lejos nos quedan los tiempos en los que quienes mandaban en los teatros de ópera eran personas competentes y grandes aficionados! Algunos hasta se jugaban su propio patrimonio en las temporadas. Así lo hizo durante más de dos décadas (1959-1980) el muy añorado José Antonio Pamias en el Liceo. Eso sucedía en Barcelona pero también fue el caso en Milán de Antonio Ghiringhelli. Llegó a la Scala veinteañero cuando había que reconstruir el teatro. Un comandante aliado le espetó que los italianos querían reconstruir el país sólo con palabras, él contestó «Yo trabajaré en la Scala y sin pedir un centavo». Es más, puso dinero para su reconstrucción. En 1946 logró abrir el teatro con Toscanini. La Scala fue la razón de su vida hasta que, casi a los setenta años, se retiró por problemas de salud. Ejerció el poder con autoridad, lo que ocasionó sonoras anécdotas, como la de Callas al final de «Il Pirata». Rudolg Bing fue otro caso en Glyndebourne y, sobre todo, en el Met. También podría citarse a Di Costanzo del San Carlo de Nápoles, a Walter Erich Schaefer o a Gustav Neidlinger de la opera de Stuttgart.

Ahora resulta penoso el panorama, porque son los agentes quienes mandan. ¿Cómo puede ser intendente de un gran teatro italiano un francés que, en otro teatro mucho más próximo a nosotros, pidió que contratasen a un tenor que había muerto muchos años atrás? La situación en los teatros italianos es especialmente triste. La Scala, el Maggio, Nápoles… Incluso con juicios pendientes. Tampoco Alemania está mucho mejor. ¿Cómo es posible que el nuevo responsable de Munich decida no contar con Jonas Kaufmann, la gran gloria local? ¿Con qué argumentos? Algunos recordamos cuando el intendente de un emblemático teatro alemán decidió, años ha y sin pandemia, hacer un par de representaciones sin público y sin cámaras. Otro tanto puede afirmarse de la situación en las orquestas. De ahí que las relaciones entre intendentes/directores generales/gerentes y los responsables artísticos sean con frecuencia muy tensas. ¡Qué se lo pregunten a Thielemann!

En España tuvimos al citado Pamias. También Caminal fue una figura importante en el Liceo antes y después de su incendio. En Valencia fue impagable la labor de Helga Schmidt. En ABAO la de Paco Garracoechea, en Sevilla la de José Luis Castro… O en orquestas la de Enrique Rojas. Hay muchos ejemplos de buen hacer, pero no todos tienen la suerte de la compenetración que existe en el Real entre García Belenguer y Matabosch. Inquietan los rumores sobre desacuerdos entre instituciones y gerencia de la Sinfónica de Galicia y alegra ver el cambio realizado días atrás en la del Palau de les Arts, donde se ha echado de menos una mente empresarial desde Schmidt. Volveremos sobre el tema