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Sylvia Plath a Ted Hughes: «Soy toda tuya, y tú, el mundo en el que ando»

Una librería londinense vende una parte inédita del archivo de la autora de “La campana de cristal”
Jonkers Rare Books
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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La intimidad de Sylvia Plath vuelve a ponerse en venta. Desde hace unos días, una librería anticuaria de Londres, Jonkers Rare Books, tiene en su catálogo una serie de documentos originales de la gran poeta que arrojan nueva luz sobre su propia obra literaria, además de su controvertida relación con Ted Hughes. La librería ha ido adquiriendo en los últimos años esta documentación directamente de Frieda Hughes, la hija de la pareja de escritores.
«Soy toda tuya, y tú eres el mundo en el que ando». Esta es una de las frases que surgen en la que parece ser la primera carta que la autora de «Ariel» a quien sería su marido. Fechada el 1 de octubre de 1956, en ella, Sylvia exponía que había vuelto a Cambridge en un viaje que «fue un infierno». Pese a todo, Plath pasaba a darle buenas noticias porque «algo maravilloso e increíble ha pasado; me contuve y no te llamé». La poeta le recomendaba a Hughes «siéntate, toma un largo sorbo de cerveza y bendice a Henry Rago». De esta manera se refería al editor de la revista «Poetry que «¡¡¡¡¡¡¡¡ha aceptado SEIS de mis poemas!!!!!!!! Como habíamos soñado». La extensa carta concluye con toda una declaración sobre sus sentimientos hacia Ted Hughes: «No creo que quiera comer hasta que vuelva a probar de nuevo tu amorosa boca mi muy muy enorme querido Teddy, cuánto te quiero».
En otra extensa misiva, escrita cinco días más tarde, le incluye una copia de uno de sus poemas, «Street Song» e invita a Ted a que lo comente. «Sé estricto en la crítica, porque eres mi lente adecuada; incluso si sabes que estoy hablando de cómo te amo, es un poema y, como tal, puede ser atacado brutalmente». En su despedida, la escritora añade «te amo como furia».
Algunas de las misivas nos permiten seguir el drama interior de Sylvia Plath. Es el caso de una larga nota de seis páginas donde se puede percibir que la autora lloró mientras la redactaba. Es del 21 de octubre de 1956 y en la primera parte de la misiva se refiere a su soledad y su imposibilidad para trabajar: «La constante, profunda (tan profunda que se está convirtiendo en vívidas pesadillas terribles) sensación de terror, carencia, superstición (simbolizada por ese traumático último encuentro en Londres que casi me vuelve loca)».
En el archivo también encontramos una carta del 27 de febrero de 1957 escrita a Edith y William Hughes, padres de Ted. De su pareja afirma que «en una especie de visión intuitiva vi que podía ser un gran poeta, como Yeats, o Dylan Thomas y, probablemente, mejor».
La librería londinense también tiene algunas fotografías que nos hablan de la intimidad de la pareja, especialmente tras el nacimiento de su hija Frieda, como la que se reproduce en esta página. El pequeño álbum también se extiende hasta 1962, un año antes de que la escritora decidiera acabar con su vida. Todas estas imágenes están inscritas por la propia Plath quien se preocupó de fijar dónde y cuándo fueron captadas estas fotografías. Un legado que su hija ha ido vendiendo en los últimos años. Son las piezas que faltaban para completar la biografía de unas de las grandes escritoras del siglo XX.