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Crítica de “El último duelo”: ¿Ridley Scott, feminista? ★★☆☆☆

Adam Driver y Matt Damon en "El último duelo"
Adam Driver y Matt Damon en "El último duelo"ImdbImdb

Dirección: Ridley Scott. Guion: Ben Affleck, Matt Damon y Nicole Holofcener (libros de Eric Jager). Intérpretes: Matt Damon, Adam Driver, Jodie Comer, Ben Affleck. USA-Gran Bretaña, 2021. Duración: 152 minutos. Drama medieval.

Tal vez por haber dirigido “Gladiator”, “Black Hawk derribado” y “El reino de los cielos”, se asocia a Ridley Scott con un cine masculino, testosterónico, de una épica virilidad. Es un tópico fácil de desmontar, sobre todo cuando la memoria recupera a la Ripley de “Alien” y a las amigas empoderadas (pero suicidas) de “Thelma & Louise”. Quizás lo absurdo está en discutir si Scott es o no feminista cuando, en realidad, lleva mucho tiempo siendo un camaleón que cambia de color según el proyecto con el que se cruza en las trastiendas de Hollywood. Si Scott fuera feminista, “El último duelo”, película mucho más perezosa de lo que parece, pondría en práctica la política de género que tanto predica desde la puesta en escena, pero la mirada de Scott es la misma para los tres puntos de vista que estructuran el filme a la manera del “Rashomon” de Kurosawa.

Al servicio de la letra -que pretende pasar por noticia bomba que, en la Edad Media, las mujeres eran objetos en venta y sujetos humillados, ergo los motivos de queja de la era #metoo son tan antiguos como la peste-, escrita, para cada perspectiva, por un guionista distinto (Affleck, Damon y Nicole Holofcener), Scott aplana las cumbres de la trama. No importa quién cuente la historia, siempre será desde los estándares de la bruma medieval. Lo que aporta cada personaje será engullido por la eficacia a sueldo de Scott, únicamente inspirado en el duelo final, que, por cierto, es una réplica del último celebrado en París por mandato de la justicia, en 1386.

Alrededor de una violación, el relato se organiza para deconstruir la masculinidad de dos presuntos colegas, el fiel soldado Jean de Courreges (discreto Damon) y el íntimo del círculo monárquico Jacques du Gris (notable, arrogante Adam Driver), enfrentados por el deseo de poseer a la damisela en peligro (fantástica Jodie Comer). Podríamos hablar de un triángulo amoroso que necesita la voz emergente de la mujer, o la víctima de esta rivalidad donde también compite la avaricia y la ascensión social, para cerrar el sentido de la denuncia feminista que anima el conflicto. De todo ello sacamos bien poco: una redundancia narrativa que Scott no sabe evitar desde la puesta en escena, un mensaje menos iluminador de lo que parece, y, eso sí, una cierta sensibilidad kitsch, sobre todo impregnada en el corte de pelo y las maneras sibilinas de Harvey Weinstein en la interpretación de Ben Affleck como el rey Charles VI, sensibilidad que ya podíamos encontrar en otros filmes de Scott como “Hannibal” y “Exodus: Dioses y reyes”.

Lo mejor

Sin que las escenas de acción sean protagonistas, es moderadamente entretenida.

Lo peor

La puesta en escena ignora la pluralidad de perspectivas que cuentan la historia, y su denuncia del heteropatriarcado medieval es un tanto obvia.