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Muere el periodista, poeta y disidente cubano Raúl Rivero, símbolo de amor y libertad

Una figura emblemática del periodismo independiente y la intelectualidad disidente en Cuba
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El poeta y periodista cubano Raúl Rivero Castañeda, fundador de Diario de Cuba, ha muerto en Miami a los 75 años, tal y como ha confirmado su esposa a ese mismo periódico, la Dama de Blanco Blanca Reyes Castañón. Rivero fue uno de los 75 opositores, activistas de derechos humanos y periodistas independientes encarcelados en la Primavera Negra de 2003. Recibió una condena 20 años de cárcel en esa oleada represiva. En noviembre de 2004, bajo presión internacional, fundamentalmente española, fue excarcelado con una “licencia extrapenal” por motivos de salud, y en abril de 2005 se trasladó a España con su familia. “Él nunca, jamás se recuperó de salir de Cuba. No se murió por eso, pero siempre hablaba de Morón (ciudad donde nació)”, ha reconocido su mujer.
La poesía de Raúl Rivero ha quedado algo orillada en la exégesis de su intensa trayectoria vital por la que fue su profesión, el periodismo, y su principal modo de supervivencia, el activismo político. Pero Raúl Rivero constituye una de las principales voces de la poesía cubana contemporánea. Durante los once meses que estuvo en la cárcel, redactó “Vidas y oficios. Los poemas de la cárcel”, en los que se agarró a la poesía como tabla de salvación, desde la que urdir un desesperado sueño de libertad.
En “Donde clamo por Ángela” -uno de sus composiciones más celebradas y reproducidas-, Rivero entregó la quintaesencia de su poesía amorosa: un lenguaje encendido, por momentos visceral, que abrasa la metáfora mediante versos directos e innegociables: “No dejes que te acabe/ regresa/ vuelve a vivir conmigo,/ Ángela, amor, hija de la gran puta,/ vuelve a darme tu fiebre”. Comprometido siempre con la libertad y los derechos de las personas, Rivero convirtió su poema “Propiedad privada” en un crudo alegato contra el machismo y su tendencia a decir: “Esta mujer es mía”. La imbricación de cuerpo y naturaleza, así como esa corriente de energía apasionada que recorrió la gran mayoría de sus textos, constituyen la calidad identidad de un autor que encontró la libertad en las palabras.