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José Sacristán, Premio Goya de Honor 2022: “Me siento muy querido por la profesión”

La academia le entrega el galardón por “representarnos de forma única en tantos títulos inolvidables que forman parte de nuestra memoria íntima”
  • Sofía Campos

    Sofía Campos

  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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José Sacristán recibirá el Goya de Honor 2022 el próximo 12 de febrero en Les Arts de Valencia por “representarnos de forma única en tantos títulos inolvidables que forman parte de nuestra memoria íntima”, según ha anunciado la Academia de Cine en un comunicado. Sacristán, que recibió este año el Premio Nacional de Cinematografía, lleva más de sesenta años “jugando con responsabilidad” en cine, teatro y televisión.
“Mi carrera ha sido el gozo del crío que ha visto cumplido su propósito, el de hacer creer a la gente que era el estudiante, el pregonero, el recluta, el emigrante, el abogado, el médico… y que la gente se lo creyera. Y la suerte de que en todo este recorrido mis mejores amigos y la gente más querida para mi, al margen de mi familia, está en la profesión. ¡Qué más puedo pedir!”, indicó el actor nada más conocer la noticia.
La Junta Directiva de la Academia ha decidido otorgar este premio honorífico a Sacristán “por ser un modelo de entrega, pasión, ética y profesionalidad para todos los cineastas jóvenes. Por ser el rostro y la voz del cine español de las últimas seis décadas. Por saber representarnos de forma única en tantos títulos inolvidables que forman parte de nuestra memoria íntima. Y por haber sabido adelantar desde el reflejo que nos ha devuelto en la pantalla algunos de los grandes cambios que hemos vivido en nuestro cine y en nuestra sociedad”.
El actor fue uno de los fundadores de la Academia hace ahora 36 años, confesó que lo primero que pensó, cuando le comunicaron el premio, fue “en la reunión que en 1985 nos propuso el señor Matas –el productor Alfredo Matas– y lo que salió de allí y todo lo que hubo que trabajar después. Recordé los comienzos, mis tiempos de vicepresidente, la lucha… Me siento muy orgulloso del punto en el que está ahora la Academia”.
Asimismo se mostró “muy emocionado” por el Goya de Honor –”la cosecha está siendo buena. Van pasando los años y me pone muy contento porque algo informa de que el camino no estaba tan equivocado”– e indicó que ya tiene “más o menos” previsto el discurso que pronunciará en Valencia. Y da una pista: “echaré una ojeada al sitio y a la gente de donde vengo”.
La continuidad en el trabajo es el gran éxito de Sacristán (Chinchón, 1937), un profesional con discurso y compromiso político que se siente joven porque tiene curiosidad y conserva esa parte del juego y del trabajo en equipo que es el cine y se acordó de uno de los más grandes que ha dado nuestro séptimo arte y que este año cumpliría 100 años: “Lo de la continuidad me lo enseñó Fernando Fernán-Gómez. Luego, cuantos más reconocimientos y más cosas tengas, mejor, pero lo fundamental es la aprobación o no de mi trabajo por la gente que lo compra”.
Conocedor de la inestabilidad que viven los actores y dijo que “sería un miserable si me quejase porque nunca me ha faltado trabajo. En ocasiones, lo que ganaba no era suficiente para cubrir mis obligaciones, pero ese era mi problema. Me lo he currado, pero hay un factor suerte que me ha acompañado. Reconozco y agradezco el privilegio, no se me escapa”.
El galardón de este año tiene un matiz muy especial para Sacristán porque se cumple el año del centenario de Berlanga y Fernán-Gómez.

De Camus a “El abuelo tiene un plan...”

Debutó en el cine con Fernando Palacios en “La familia… y uno más”, y, hasta el momento, su última aparición en la gran pantalla es con Fernando Colomo en “Cuidado con lo que deseas”. Y entre Palacios y Colomo ha trabajado con Mario Camus, Roberto Bodegas, Pedro Olea, Gonzalo Suárez, José Luis Garci, Adolfo Aristarain, Pilar Miró, Eloy de la Iglesia, Manuel Gutiérrez Aragón, Pedro Lazaga, Mariano Ozores, Jaime Camino, Gillo Pontecorvo, Pedro Masó, Francisco Regueiro, David Trueba... Una extensa lista a la que se suman nuevas generaciones de cineastas como Javier Rebollo, Pau Durà, José Skaf, Kike Maíllo, Isaki Lacuesta, Carlos Vermut y Bernabé Rico.
Sacristán ha participado en más de 125 películas, algunas de ellas muy recordadas y que han pasado a la historia de nuestro cine como “Don erre que erre”, “La tonta del bote”, “Soltera y madre en la vida”, “Vente a Alemania, Pepe”, “El abuelo tiene un plan…” que, según afirma, “fueron mi escuela de trabajo y de vida. Ahí aprendí lo poco o mucho que sé”. Además, como director es responsable de “Soldados de plomo”, “Cara de acelga” y “Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?”.
Ha sido reconocido con el Premio Nacional de Cinematografía, dos Conchas de Plata del Festival de San Sebastián, el Goya al Mejor Actor Protagonista (”El muerto y ser feliz”), el Cóndor de Plata de Honor, el Premio Feroz de Honor, la Medalla de Honor del Círculo de Escritores Cinematográficos, la Medalla al Mérito de las Bellas Artes y varios Fotogramas de Plata. El Goya de Honor 2022 está de gira con “Señora de rojo sobre fondo gris”, obra de teatro que representará hasta junio del próximo año, cuando también tiene en cartera un espectáculo en Mérida. “Mientras la madre naturaleza lo autorice, ahí seguiremos, jugando”, apostilla. “Con responsabilidad”, precisa.

Sacristán, Goya de Honor al último de los titanes

Por Matías G. Rebolledo
Según cuenta,la noticia le ha llegado viajando por el Levante, en la gira de la «Señora de rojo sobre fondo gris» que le tendrá ocupado hasta el próximo verano. Antes de eso, había estado rodando junto a su «buen amigo», Fernando Colomo, en «Cuidado con lo que deseas», recién llegada a las carteleras. Y antes de eso, hace casi seis décadas, debutó en el cine de la mano del mítico Fernando Palacios en «La familia... Y uno más».
La carrera de José Sacristán (Chinchón, 1937) es la del patrón oro de nuestra interpretación, en gran pantalla o haciendo vibrar el palco y la platea, es también la del ejemplo de compromiso, con las artes y con sus políticas, del que han aprendido todos los que quieren pisar tablas para poder pagar facturas. Justo después de recibir el Premio Nacional de Cinematografía, el actor de «El diputado», «Magical Girl» o «La colmena» —en un historial en el que casi cualquier mención parece indigna en labor sintética—, recibirá en febrero del año que viene el Goya de Honor que entrega nuestra Academia del cine.
«No me puede hacer más feliz que se reconozca mi trabajo, justo mientras sigo trabajando» confesaba el actor a LA RAZÓN por vía telefónica, justo después de que se hiciera público el anuncio. El premio honorífico, que según la Academia se justifica «por ser un modelo de entrega, pasión, ética y profesionalidad para todos los cineastas jóvenes» y «por haber sabido adelantar desde el reflejo que nos ha devuelto en la pantalla algunos de los grandes cambios que hemos vivido en nuestro cine y en nuestra sociedad», se le entregará a Sacristán en el marco de la trigésimo sexta edición de los Premios Goya, y además en la Valencia de Berlanga —con el que trabajó, por ejemplo, en «Todos a la cárcel»— en el que sería su centenario. Sobre esa justicia, y la del reconocimiento de sus compañeros cuando todavía está en plena actividad, opina Sacristán: «Ha sido el año Berlanga, pero también podría haber sido el de Alberto Closas, Antonio Ferrandis o Luis Ciges. Bienvenido sea, eso sí, cualquier homenaje, sobre todo si es a tiempo». Y sigue, sobre ese año en el que parece contradecir la mítica frase, precisamente de ese Fernán Gómez al que también reivindica, y que decía que en España era imposible consagrarse: «Me siento muy querido por la profesión. Mis mejores amigos siempre han estado en este oficio y en estos sesenta años, salvo excepciones muy extrañas y escasas, siempre encontré cariño en mis compañeros. Ya lo he dicho alguna vez, pero me sigo sintiendo como aquel niño con las plumas en la cabeza que se hacía pasar por indio, y espero seguir así», añade vehemente.
Encomendándose a «la madre naturaleza» cuando se le pregunta por el futuro más inmediato, ese que no le ha visto tomarse un solo descanso a sus 84 años, Sacristán recogerá su segundo «cabezón» (no ganó el primero hasta 2013 por «El muerto y ser feliz») y, en cierto modo, cerrará un ciclo, el de los titanes del cine de la Transición, con el que la Academia ha aprendido a hacer las paces. Las mismas de una justicia, quizá la palabra más utilizada para celebrar a Sacristán, que nos adelantan a un cine español capaz de celebrar a sus mitos en vida, y en plena actividad, antes que a lamentarlos en ausencia como antaño.