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Crítica de “Seis días corrientes”: la semana del currante ★★★

Un fotograma de "Seis días corrientes"
Un fotograma de "Seis días corrientes"ImdbImdb

Dirección: Neús Ballús. Guion: Neús Ballús y Margarita Melgar. Intérpretes: Mohammed Mellali, Valero Escolar, Pep Sarrà. España, 2021. Duración: 85 minutos. Comedia.

Hace un par de años, en una entrevista, Neús Ballús se preguntaba por qué el cine social tenía que ser tan deprimente. “Seis días corrientes” parece la respuesta a esa reflexión, partiendo de las experiencias reales de tres fontaneros que se interpretan a sí mismos para construir una ficción que aspira a retratar los anhelos cotidianos de la clase obrera desde una óptica ligera, próxima a la comedia de costumbres. De esa interesante estrategia creativa que consiste en trabajar el guion a partir de las improvisaciones de actores no profesionales, que tienen que reaccionar ante la cámara a situaciones que les sorprenden, surge una naturalidad extraordinaria, que no solo diluye las fronteras entre documental y ficción -algo que Ballús ya puso en práctica en su celebrado debut, “La plaga”- sino también hace que las tesis del filme, algo obvias, resulten más eficaces.

Se trata, en fin, de contemplar la existencia de la gente corriente en una ciudad como Barcelona durante una semana de trabajo, el periodo de prueba que Mohammed tiene que pasar para sustituir a Pep, que se jubila en la pequeña empresa de fontanería cuyo encargado, Valero, es un auténtico cascarrabias. De hecho la película está planteada como una ‘buddy movie’ de caracteres irreconciliables, en la que Valero, un saco de celos y prejuicios raciales, es la némesis del ‘buen inmigrante’, que estudia y trabaja con el objetivo de integrarse en la comunidad, y que mira con malos ojos la indolencia de sus compañeros de piso, también árabes.

Los trabajos que llenan la agenda semanal de estos fontaneros le sirven a Ballús para derramar una mirada transversal sobre la sociedad catalana, a la vez que concentran en el tiempo toda una serie de simpáticas (no más) anécdotas que funcionan como telón de fondo de una crítica sobre la intolerancia al otro y sobre las diferencias de clase. Por un lado, la dimensión episódica de la trama fluye salvando las irregularidades entre sus microrrelatos, más atentos al entorno y sus derivas pintorescas que a la observación de la dinámica laboral. Por otro, el arco dramático de Valero se nos antoja quizás demasiado brusco, en exceso ficcionado. Si la película acaba derrochando encanto, es, sin duda, por su modestia, en sintonía con la ingenuidad de su mensaje, y por el excelente trabajo de sus actores ‘amateurs’.

Lo mejor

El trabajo con los actores no profesionales, galardonado con un merecido premio en Locarno.

Lo peor

La tesis del filme está formulada desde una excesiva ingenuidad.