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El frente de China: el escenario bélico más bárbaro y destructivo estuvo en Asia

Rubén Villamor publica “La Segunda Guerra Mundial en China 1939-1945″ segundo volumen sobre el destacado papel que jugó este país junto a los aliados en la contienda mundial
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El Frente de China fue, sin lugar a duda, el escenario bélico más bárbaro, destructivo y sanguinario de la II Guerra Mundial, únicamente comparable en ferocidad al Frente Oriental de la URSS con la Alemania nazi. Sobre este vasto teatro de operaciones de miles de kilómetros de frente, tuvieron lugar campañas de magnitud gigantesca con millones de hombres peleando entre sí, al mismo tiempo que se llevaba a cabo una política de aniquilación contra el enemigo jamás antes vista, que solo terminó con la derrota final del Imperio Japonés y el auge de China como una potencia en el ámbito internacional. A este conflicto dedica Rubén Villamor “La Segunda Guerra Mundial en China 1939-1945. El frente de China. Vol. II” (HRM ediciones).
En el primero, “La Segunda Guerra Sino-Japonesa. El frente de China, 1931-1939″, el autor abarcaba la “Era de Entreguerras” desde el incidente de Mukden que propició la invasión de Manchuria. Una guerra que comenzó con la brutal invasión de Japón a China y siguió con una violencia sin precedentes dejando un rastro de veinte millones de muertos, medio país arrasado y un impacto tremendo en de las relaciones internacionales que modificó la posterior configuración del mundo. En esta segunda entrega, Villamor aborda todos los sucesos acaecidos desde la Batalla de Changsha, que coincidió con el estallido de la II Guerra Mundial sobre Europa en Septiembre de 1939, hasta el final de la contienda tras la rendición de Japón el 2 de Septiembre de 1945.
“La “Cuarta Potencia” que China representó dentro del bando aliado junto a los EE.UU, la URSS y el Reino Unido, jugó un papel determinante para el triunfo final sobre las naciones del Eje encarnadas por Japón, Alemania e Italia” -afirma Villamor-. Así lo demuestra el enorme sacrificio pagado en sangre con alrededor de 22 millones de muertos, una cifra que sitúa a los chinos como la segunda nacionalidad con más víctimas mortales de la contienda, solamente superada por los soviéticos que sufrieron 27 millones de fallecidos durante la demoledora agresión hitleriana de 1941 a 1945″. Sin embargo, para el autor, esta gigantesca cantidad de víctimas mortales no fue baladí “porque gracias a ese inmenso padecimiento, se consiguió retener dentro de China a la mayor parte del Ejército Japonés y a sus colaboracionistas “estados títeres” en Asia, que no pudieron atender otros escenarios igual de urgentes, como la Guerra del Pacífico contra EEUU o la campaña del Sudeste Asiático contra el Imperio Británico y la Commonwealth”.
Si vamos a los datos sobre la importante contribución de China, explica Villamor, “el 65% de las divisiones japonesas y sus socios (manchús, mongoles, tailandeses...) estuvieron enfrascadas en territorio chino, aproximadamente tres millones de hombres en su cénit y unos seis en total. Este porcentaje contrasta con el 35% de las demás formaciones desplegadas en otras latitudes geográficas como la Micronesia, las Salomón, Birmania o el Archipiélago Malayo, sin obviar las que ejercían labores de seguridad en la frontera de Siberia o que actuaban como guarnición dentro del mismo archipiélago nipón”. Para el autor, “esto equivale a que uno de cada cuatro soldados movilizados por el Eje combatió en China, otros dos en Rusia y el restante en diversos frentes, Europa Occidental, África, Italia, Balcanes, Oceanía, Oriente Medio,....de hecho –continúa-, el Ejército Chino, que en su punto álgido reunió a 10 millones de tropas sumando nacionalistas, maoístas, señores de la guerra y partisanos a la retaguardia, infligió a las tropas del Eje casi 5 millones de bajas entre muertos, heridos y prisioneros”.
Piedra angular
Respecto al comportamiento de los participantes, “los japoneses llevaron a cabo una política que en muchas ocasiones puede calificarse como un genocidio, así como una violencia sin precedentes en forma de fusilamientos masivos, torturas, despoblaciones, campos de concentración, experimentos médicos, armas químicas o trabajo esclavo, de forma sistemática y programada”, explica Villamor. Además de esto, “China sufrió simultáneamente una serie de luchas interétnicas entre las diversas minorías que configuraban el país y fuertes represalias dependiendo del bando al que se adscribiese cada ciudadano, hambrunas, inundaciones, bombardeos aéreos y episodios de guerra civil entre los propios chinos”.
“Finalmente, en el plano geopolítico y estratégico a escala global, lo que ocurrió en China afectó de manera irremediable a Europa y viceversa, lo que convirtió al escenario chino en piedra angular de la II Guerra Mundial junto con los otros dos escenarios sostenidos por la URSS y los Aliados Occidentales. Resumiendo -concluye el autor-, el papel de China desde que Japón invadió Manchuria el 18 de septiembre de 1931 hasta la rendición del Eje a bordo del acorazado USS Missouri en la Bahía de Tokio el 2 de septiembre de 1945, casi catorce años después, es esencial para comprender el desarrollo del conflicto y para todo lo que sucedería después”.