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Gregorio Prieto: el guardián de los secretos de Lorca

Toledo acoge una exposición en la que se profundiza en la relación del poeta y el pintor
Fundación Gregorio Prieto
  • Víctor Fernández está en LA RAZÓN desde que publicó su primer artículo en diciembre de 1999. Periodista cultural y otras cosas en forma de libro, como comisario de exposiciones o editor de Lorca, Dalí, Pla, Machado o Hernández.

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La Generación del 27 no solamente fue un grupo literario sino que también lo fue en lo artístico. Algunos de los pintores de aquella época se convirtieron en algunos de los nombres más importantes de ese imponente universo creativo. Uno de sus principales protagonistas fue Gregorio Prieto, un joven artista que retrató a buena parte de los integrantes del 27, además de ser íntimo amigo y confidente de tres de los poetas más importantes del grupo: He ahí a Federico García Lorca, Vicente Aleixandre y Luis Cernuda.
Prieto tuvo el cuidado de conservar un impresionante archivo, imprescindible para conocer de primera mano algunos aspectos, los más personales, de aquellos escritores. Buena prueba de ello es el espacio que se acaba de inaugurar en Toledo, concretamente en la Colección Roberto Polo. Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha (CORPO). Se trata de una pequeña y representativa selección de los dibujos, las cartas y los documentos que Prieto guardó toda su vida de Lorca. El archivo del artista se conserva en la fundación que lleva su nombre en Madrid, mientras que el fondo artístico está en su museo de Valdepeñas que en breve conocerá un nuevo e importante impulso.
El pintor conoció al poeta el 7 de abril de 1924, cuando Lorca acudió al Museo de Arte Moderno de Madrid donde Prieto tenía una exposición. Se hicieron inmediatamente amigos y el granadino se atrevió a declarare: «Lo que daría yo, Gregorio, por tener un retrato hecho por ti». Se estableció en ese momento un diálogo que tuvo como consecuencia que Lorca regalara a su amigo algunos de sus dibujos, una faceta por entonces casi desconocida dentro de su creatividad. «Muchos tiran mis dibujos, Gregorio, pero yo te los doy porque sé que los guardas y que cuando yo muera los harás famosos. A ti te gustan, y además sabes eternizar las cosas», diría el autor de «Bodas de sangre» a Gregorio Prieto.
Juventud eterna
En el espacio de Toledo, una ciudad que a Lorca le gustaba visitar con Buñuel y Dalí, se expone uno de los retratos en los que Prieto dibujó de manera idealizada a su amigo casi como si fuera una escultura griega viviente, con esa impresión de juventud eterna que quedó truncada por las balas de los asesinos fascistas en 1936.
En cuanto a lo realizado de puño y letra de Lorca destaca el original de una de las cartas que envió a su amigo Melchor Fernández Almagro y donde convierte las palabras «Querido Melchor» en dos alargadas construcciones de colores protegidas por una luna. Igualmente encontramos un sobre con la dirección de Prieto en el Madrid de los años 20, en la calle Corredera Alta, números 9 y 11.
Sin embargo, la pieza que genera mayor interés es un pequeño dibujo en el que es evidente ya el paso del tiempo. Se titula «Nostalgia» y fue realizado en 1927, un año fundamental para el poeta que vuelve a viajar a Cataluña para estar al lado de su querido Salvador Dalí, el mismo que le hará los figurines y los decorados de «Mariana Pineda», la obra que ese verano estrena en Barcelona de la mano de la actriz Margarita Xirgu.
El título es una referencia al sentimiento que el poeta dejaría brotar sentir, una vez de vuelta en la Huerta de San Vicente de Granada después de los días pasados en Cadaqués y Barcelona, tan emocionantes e intensos. El gran historiador y crítico de arte Rafael Santos Torroella estudió con detalle esta pequeña composición e identificó en el dibujo a Dalí y a Sebastià Gasch en la suerte de mapa afectuoso trazado por Lorca. Gasch, un reputado crítico de arte, fue uno de los amigos que más hizo por animar al poeta a que siguiera dibujando.
¿Y Dalí? Lorca siente en ese momento una gran añoranza por el amigo de quien está profundamente enamorado. Pero esos sentimientos no los podía compartir con cualquiera y encontró en Prieto al guardián de sus secretos, como atestigua este importantísimo original. Prieto, y ahí están los epistolarios, conocía la intimidad lorquiana con detalle. Tal vez por eso Federico García Lorca confió en él para que guardara su «Nostalgia».