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Crítica de “My Beautiful Baghdad”: el café de las tragedias ★★☆☆☆

Un fotograma de “My Beautiful Baghdad”
Un fotograma de “My Beautiful Baghdad”ImdbImdb

Dirección: Samir. Guion: Samir y Furat al Jamil. Intérpretes: Haizaam Abdel-Razaaq, Zahraa Ghandour, Waseem Abbass, Maxim Mehmet. Suiza-Alemania-Gran Bretaña, 2019. Duración: 105 minutos. Drama.

Un café londinense regentado por refugiados iraquíes es el paraíso perdido desde el que se distribuyen, como tazas de té que queman en las manos, las múltiples tramas de “My Beautiful Baghdad”. Decimos que queman porque todos los personajes que pasan por allí llevan la cruz de ser representaciones de un Gran Problema de la Sociedad Contemporánea, y la película siente la necesidad de desprenderse de ellos, de lanzarlos contra el espectador como si fueran cóctels molotov. El racismo, la homofobia, la violencia de género, el extremismo radical, la inmigración ilegal, el choque entre culturas, la traición ideológica… Es posible que nos olvidemos algún Gran Tema, porque la narrativa radial del filme funciona más por acumulación que por economía.

A esta estructura coral pero interconectada por un espacio y la condición de exiliados políticos de los protagonistas se añade una segunda estructura, que vertebra la confluencia de todos los microrrelatos a partir del interrogatorio policial a Taufiq, poeta activista contra el régimen de Saddam Hussein que, ahora, en Londres, trabaja como vigilante jurado del British Museum y que, desde su confesión, desgrana la cadena de tragedias que desemboca en un par de apuñalamientos a cara descubierta. Samir se salta el punto de vista cuando le viene en gana, enfocando y desenfocando las tramas para disimular su culebronesco desarrollo, más afín al formato de telenovela que al de largometraje convencional. Quedan algunos apuntes sobre la complejidad de la política iraquí que habría convenido elaborar y algunos actores -a retener la calidez de Zahraa Ghandour como Amal, arquitecta que ahora se gana la vida como camarera- notables.

Lo mejor

Despierta las ganas de saber más y mejor sobre las guerrillas políticas del Irak de Saddam Hussein.

Lo peor

Siente la necesidad de decir la última palabra sobre cuestiones candentes de la contemporaneidad, pero lo hace desde el cliché más manido.