Sección patrocinada por sección patrocinada

Arte

Emma Kunz, una curandera en la cima del arte contemporáneo

El centro cultural Tabakalera de San Sebastián acoge desde ayer la primera muestra en España sobre los dibujos de esta singular artista suiza

Vista de una sala de «Universo Emma Kunz», que Tabakalera dedica a la artista suiza
Vista de una sala de «Universo Emma Kunz», que Tabakalera dedica a la artista suizaÍÑIGO IBÁÑEZ

Nunca expuso su obra en vida, fue descubierta en los años 70, póstumamente. La investigadora y curandera suiza Emma Kunz nunca pretendió ser artista, pero predijo que éstos serían para las generaciones futuras. “¡Mi obra visual está hecha para siglo XXI!”, afirmó. Años después de su muerte, su obra fue redescubierta y presentada al mundo por vez primera en Aargauer Kunsthaus en 1973. Luego se ha mostrado en eventos tales como la Bienal de Venecia de 2013 o en la Serpentine Gallery de Londres en 2019. Ahora es el edificio Tabakalera de San Sebastián el que acoge hasta el 19 de junio la primera gran muestra realizada en España dedicada a la figura de la artista: “Universo Emma Kunz. Una visionaria en diálogo con el arte contemporáneo”, comisariada por Yasmin Asfchar. Una retrospectiva que muestra cerca de 40 dibujos suyos, raramente vistos, en diálogo con obras de dieciocho artistas contemporáneos internacionales y locales inspirados en ella, que reflexionan sobre su trabajo o sobre temas relacionados con su investigación. La obra de Kunz sirve de eje conceptual y espacial de esta muestra colectiva. A partir de ella, los distintos artistas exponen sus dibujos, pinturas, esculturas, proyecciones o instalaciones. “Hay un redescubrimiento reciente, todos los artistas que están en esta exposición conocían su obra y la reconocen como una influencia y referente”, explica Clara Montero, directora cultural de Tabakalera. “Porque, aunque ella no se considerara artista, defender el arte como forma de investigación y conocimiento, plantear imaginarios visuales como forma de conectarnos con la naturaleza y con nosotros mismos, como una manera de meditación, e incluso defender el poder curativo del arte, son cuestiones de gran actualidad”.

El caso de Kunz es singular dentro del mundo del arte. Vivía en la Suiza rural y de niña descubrió que tenía los dones de la telepatía y otros poderes extrasensoriales como la curación y la profecía, que comenzó a utilizar a los 18 años, iniciando paralelamente sus primeras series de dibujos. “Nunca recibió una educación artística formal, ni utilizó la palabra arte para hablar de sus dibujos, ni sus obras fueron concebidas para ser colocadas en las paredes de un museo, sólo tenían función terapéutica, pero hoy es considerada dentro del arte más próximo a la espiritualidad. Más que artista –explica Montero-, se consideraba una sanadora, naturópata, curandera incluso, e investigadora sobre los posibles usos sanadores de minerales y plantas, combinando la medicina, la naturaleza, lo mágico, lo animista y lo visionario. No se centraba en el valor estético de las obras, sus dibujos eran un complemento profesional, una metodología para curar y en un momento dado, una forma de investigación, quería entender mejor las energías de la naturaleza, las pautas que marcan nuestras vida”, asegura. A partir de 1938, con 46 años, comenzó a hacer sus dibujos a gran escala utilizando la radiestesia, una técnica en la que un péndulo adivino trazaba complejas composiciones lineales en papel cuadriculado, sus preguntas encontraban la respuesta en los trazos geométricos con los que registraba sus movimientos. “Utilizando principalmente grafito y lápices de colores, Kunz trabajaba intensamente cada dibujo dando mucha importancia a los colores de sus creaciones, cuyo significado y utilidad iban más allá de lo estético, le permitían visualizar el estado de ánimo de los pacientes, cada color y cada forma tenía un significado preciso”.

A gran escala

Produjo unos 500 dibujos sin fecha, ni título, ni registro de sus posibles significados, “imágenes fundamentalmente abstractas, diagramas con aspecto de mandalas, que permiten cierta inmersión, de modo que la mirada del espectador divaga entre las partes y el todo. Para los estudiosos de su obra constituyen visiones de campos de energía a partir de las cuales podía hacer diagnósticos a pacientes con enfermedades físicas y mentales. “Son obras que no hablan de representación ni de simbolismos, solo son pautas, ritmos, superficies energéticas y una invitación a proyectarse en ellas y descubrir qué hay detrás. Ella recomendaba a sus pacientes contemplar una obra como forma de meditación y sanación, contemplar esas tensiones, esos equilibrios, podía tener unos efectos curativos”, significa Montero.

La fascinación por Emma Kunz es hoy mayor que nunca. Para la directora, “su trabajos son objeto de atracción para artistas e investigadores contemporáneos, por lo que se le podría llamar una artista de artistas. Su obra y su persona han ido atrayendo el interés porque, aunque no tuviera esa intención, plantea una serie de ideas y formas de entender el arte con las que las generaciones jóvenes se sienten interpelados, ven una vía de investigación con la que se sienten identificados y quieren ahondar, una forma de conectar con lo desconocido. Lo interesante de esta exposición es que no se han elegido obras, se ha invitado a artistas a que establecieran un diálogo con ella y fueron ellos quienes propusieron su obra para la muestra”, concluye.