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En solfa

Cuatro efemérides musicales de 2022

Las próximas citas de la clásica vienen marcadas por un cumpleaños y tres aniversarios redondos importantes

Imagen de archivo de John Williams
Imagen de archivo de John WilliamsLA RAZÓNLA RAZÓN

Cuatro grandes efemérides para 2022 en cuanto a música clásica vienen marcadas por un cumpleaños y tres aniversarios redondos importantes.

El 22 de febrero cumplirá 90 años el compositor-director quizá más célebre y rentable de las últimas décadas: John Williams. Recuerdo haber escuchado calificar a un aficionado a la música como el mejor de su vida un concierto extraordinario con música de John Williams y pocas veces en la historia de la OCNE unas mayores aclamaciones al finalizar un concierto de las que cosecharon Georg Pehlivanian, el coro y la orquesta. Nada extraño ya que la música de Williams entusiasma al público y por ello son muchas las entidades que la programan para sus audiencias populares. En cierto modo la música de cine ocupa hoy el lugar que lo que ahora llamamos clásicos ocuparon en su día. Lo que aún no sabemos es su permanencia futura.

Las música de Cesar Frank (10/12/1822-1890) sigue entre nosotros doscientos años después. Siendo conocidas sus obras para órgano, el instrumento con el que empezó, su música de cámara con la capital Sonata en la mayor para violín y piano, el poema sinfónico El cazador maldito o la Sinfonía en re menor, quizá su obra más programada, es particularmente admirable el oratorio Les béatitudes. De él existe una prodigiosa grabación que recomiendo encarecidamente con nada más y nada menos que Jessye Norman, Brigitte Fassbaender, Birgit Finnilä, René Kollo, Dietrich Fischer-Dieskau, Raffaele Arié, el Coro de la RTF y la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera dirigidos por Rafael Kubelik.

El 12 de octubre celebraremos los 150 años del nacimiento de Ralph Vaughan Williams (1872-1958), un compositor poco difundido por nuestras latitudes, quizá por su cercanía a las canciones populares inglesas y sus himnos religiosos de un cierto misticismo a pesar de su tendencia agnóstica. Hoy olvidamos su media docena de óperas, ofreciéndose raramente sus nueve sinfonías, a pesar de contar con dos ciclos discográficos completos dirigidos por sir Adrian Boult y algunas de ellas por Haitink, Previn y muy especialmente sir John Barbirolli, a quien dedicó la Octava. Más programadas son su Fantasía sobre Greensleeves (1934) y, sobre todo, su Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis (1910).

Por último, en este breve repaso, tendremos el centenario de Yannis Xénakis (29/05/1922-2001), nacido en Rumanía pero más ligado a Grecia y a Francia, en cuya capital falleció. Tuvo una juventud muy complicada tras la ocupación nazi de su país, luchando en la resistencia y en la guerra civil griega, siendo herido, perdiendo un ojo, quedando desfigurada parte de su cara y salvándose por poco de la muerte, para luego ser perseguido y condenado a muerte. Logró huir con un pasaporte falso y recaló en Francia, estableciéndose en París.

Allí combinó música y arquitectura, pero de ello hablaremos cuando llegue mayo. Fundó en 1966 el CEMAMu (Centre d’Études de Mathématique et Automatique Musicales), dando expansión a su afición por la aplicación de la informática y los modelos matemáticos a la música como contraposición al serialismo entonces dominante. Describió su música estocástica como “un mundo de masas sonoras, vastos grupos de eventos sonoros, nubes y galaxias gobernadas por nuevas características como densidad, grado de orden, nivel de cambio, las cuales requieren definiciones y realizaciones usando la teoría de probabilidad”. Metastasis (1955) es quizá el emblema de una obra que cerró con Omega (1998).

Ya ven, empezamos con Williams y terminamos con Xénakis, dos mundos totalmente diferentes. Lo bueno del arte. Elijan ustedes.