“La Bohème” que empezó en un garaje
El clásico de Giacomo Puccini revive fuera del canon operístico, pero con las mismas voces de la lírica, en el Teatro Marquina de Madrid
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Aestas alturas, la historia la conoce todo el mundo. Un grupo de artistas del París perdido en los ecos de la Revolución Industrial malvive en una buhardilla, intentando pasar las frías noches como buenamente les deje el contexto: entre canciones, cuentos, fiesta y alivio cómico en la desdicha. Pero «La Bohème», el clásico de Giacomo Puccini, es también una de esas grandes historias de amor que sobreviven a cualquier etapa histórica y contexto y, por derecho propio y universalidad, una de las óperas más interpretadas alrededor del mundo. Así las cosas, ¿qué aporta una nueva versión de la obra? ¿Qué giro puede sorprender al espectador que ya sabe dónde terminan las historias de aquella lámpara en pleno barrio Latino?
«La idea es intentar darle una vuelta de tuerca al género en sí. En el fondo, acercar la ópera de una manera diferente a un público renovado. Queríamos, también, abrir las puertas de la misma ópera, haciendo el formato más amable y más cercano, pero también más industrial en su fondo y en su forma, sin tener miedo a romper partes del canon». Quien habla, convencido gracias a la experiencia de casi cuatro años al frente del proyecto es Emiliano Suárez, director de escena y productor del nuevo espectáculo que llega al Teatro Marquina de Madrid entre el 16 y el 27 de febrero.
Contra lo anquilosado
Suárez, junto a la también productora Macarena Bergareche y con el apoyo de la respetada intérprete lírica Ainhoa Arteta, ha sido capaz de poner en el mapa de lo teatral su Ópera Garage, un concepto común más allá de nuestras fronteras pero poco explotado en un país que cada vez pierde más su conexión popular con la música clásica. La idea es simple: tirar abajo las paredes anquilosadas y sacralizadas de más de los coliseos clásicos, abrir el espacio e involucrar al público de manera empática, sin renunciar por ello a las grandes interpretaciones ni a las voces dignas de los mejores montajes de Milán o Nueva York.
«Por supuesto, no puedes renunciar al texto ni a las composiciones originales, porque nunca hemos querido traicionar la esencia de las obras, pero sí crear una magia distinta a la que se puede ver en un templo habitual de la ópera. Nuestra propuesta escénica es atrevida, pero es disfrutable también por los aficionados a la ópera más tradicional. No es una crítica ni una respuesta, es una nueva fórmula», añade Suárez antes de que su intervención sea completada por Bergareche: «El respeto al material original era irrenunciable. El único cambio sustancial pasa por el arreglo a voz y piano, que cambia ciertos momentos del segundo acto pero deja la historia intacta. Nuestro esfuerzo está en la puesta en escena y en la caracterización de los personajes, que sí responden a la bohemia de nuestro siglo. Rodolfo, Marcello, Schaunard y Colline parecen y visten como artistas de hoy en día, en sus triunfos y miseria», añade la productora, volviendo a agradecer el apoyo de una Arteta que confió en el proyecto allá por 2018, cuando todo «empezó en un garaje» vasco, como ironiza.
A través de diez únicas funciones, la nueva visión de «La Bohème» de Suárez y Bergareche tendrá que «adaptarse» ahora a las tablas del histórico Marquina, donde las experimentadas voces de Pancho Corujo o Silvia Vázquez insuflarán vida al clásico de Puccini. Entre celos, melodías y mucho, mucho frío, y justo después de que la producción del Teatro Real terminase sus funciones, el legado de lo clásico tiene heredero inmediato.