Sección patrocinada por sección patrocinada

Arco 2022

El monólogo de la vagina cerrada y mucho diálogo pictórico

La artista peruana Wynnie Mendoza protagoniza una de las pocas polémicas de esta edición con su propuesta «Cerrar para abrir»

La artista peruana Wynnie Mendoza muestra la operación a la que se sometió para cerrar su vagina a través de la instalación "Cerrar para abrir"
La artista peruana Wynnie Mendoza muestra la operación a la que se sometió para cerrar su vagina a través de la instalación "Cerrar para abrir"EfeAgencia EFE

La palabra que mejor define esta 41 edición de Arco es “contenido”. Atrás quedaron las provocaciones, las extravagancias, las concesiones al espectáculo. Ni siquiera “agitadores” tradicionales como Eugenio Merino o Santiago Sierra han querido sobresalir de la línea continua de recato que recorre toda la feria. Tan solo la provocación fácil del finlandés Riiko Sakkinennen y la artista peruana Wynnie Mendoza -con su propuesta “Cerrar para abrir”, en la que muestra la operación a la que se sometió para cerrar su vagina- han logrado levantar cierta polémica. Parece como si, tácitamente, se aceptara que nos encontramos en un periodo de transición en el que lo mejor es mantener un perfil bajo. En años anteriores, los expositores aprovechaban Arco para romper los límites de su programación anual y presentar su versión más arriesgada; ahora, la mayoría de los stands ofrecen el perfil más conservador de cada galería, de manera que, para conocer sus proyectos más interesantes, hay que ir a sus locales.

Imagen del vídeo de Wynnie Mendoza sobre su operación de vagina
Imagen del vídeo de Wynnie Mendoza sobre su operación de vaginaAlejandro Martínez Vélez / Europa PressEuropa Press

La pregunta que surge tras deambular por los pabellones 7 y 9 de IFEMA es: ¿las diferentes galerías exponen lo que exponen porque es lo que demandan los coleccionistas, o los coleccionistas son los que terminan por amoldarse al gusto de las galerías -en una suerte de pragmático y melancólico “esto es lo que hay”-? Afortunadamente, uno sabe que la complejidad del arte contemporáneo no se halla representada ni por aproximación en la feria madrileña. De hecho, asombra comprobar cómo la idea de belleza que se construye pieza tras pieza, stand tras stand, ya no es que sea clásica, sino -lo que es peor- “oficial”. De repente, lo espinoso, sucio, corrosivo o inmoral son aspectos depurados de la cartografía de las prácticas artísticas contemporáneas dibujada por la feria.

¡Ojalá hubiera algo de demencia y de ininteligibilidad en Arco! ¡Es todo tan aseado y evidente!

Me hace gracia todos aquellos que, desde su indisimulada fobia hacia el arte contemporáneo, se refieren a Arco como una suerte de santuario de lo demencial, de lo incomprensible, de las rarezas paridas por unos cuantos descarriados del arte verdadero. ¡Ojalá hubiera algo de demencia y de ininteligibilidad en Arco! ¡Es todo tan aseado y evidente, pega tanto con el último sofá diseñado por Roche Bobois, resulta de un esteticismo tan inocuo, que cuesta ver dónde se encuentra ese mundo de locos construido por la mitología social! Salvo, por ejemplo, algunas obras de Daniel García Andújar y la selección realizada por la galería ADN, poco activismo político campa por Arco 2022. El stand de Espacio Mínimo vuelve a ser el más sugerente de toda la feria -excepcionales son las obras de Ana Vidigal, Bene Bergado y el proyecto de Liliana Porter-. Destacable, igualmente, es el conjunto de piezas que trae la galería El Apartamento, de La Habana, una bocanada de aire fresco en medio del sopor de lo previsible.

Más pintura

Desde hace un lustro, la creciente presencia de la pintura en Arco ha llegado a adquirir tintes absolutistas. Y, ojo, no voy a caer en la catetada transmoderna de afirmar que todo lo que sea pintura -por el mero hecho de serlo- connota un espíritu reaccionario. Por el contrario, si existe, en la actualidad, un lenguaje flexible y en continua exploración de nuevos horizontes, ese es el de la pintura. Frente a la sorprendente tesis de maestros como Luis Gordillo -para quien la pintura nunca volverá a estar a la vanguardia-, hay que decir que sí, que la pintura vuelve a estar en la vanguardia. Pero eso no implica que todo lo que salga de ella sea interesante.

La obra NFT 'OLEA', del artista Solimán López, en el estand de la galería Baró. NFT son las siglas de Non Fungible Tokens, Tokens no fungibles, en castellano. Esta nueva forma de arte identifica cada obra con un link digital, en el que se registran los metadatos de la obra como el nombre del autor, su valor inicial y su historial de ventas, a través de este enlace digital se garantiza la propiedad y autenticidad de una obra.
La obra NFT 'OLEA', del artista Solimán López, en el estand de la galería Baró. NFT son las siglas de Non Fungible Tokens, Tokens no fungibles, en castellano. Esta nueva forma de arte identifica cada obra con un link digital, en el que se registran los metadatos de la obra como el nombre del autor, su valor inicial y su historial de ventas, a través de este enlace digital se garantiza la propiedad y autenticidad de una obra.Europa PressEuropa Press

Es más, una gran parte de la pintura presentada en Arco es desconcertantemente mediocre. De ahí la necesidad de bucear con tiempo entre el bosque de muros que compartimentan los pabellones, y detenerse en la lúcida apropiación/deconstrucción del relato clásico que realiza Hans-Peter Feldman (Galería Projectesd), o en la transgresión del monocromo modernista que operan autores como Stefan Müller (Barbel Grässlin), Chingsum Jessye Luk (SET Espai d’Art) o José Maldonado (Aural). Ángela de la Cruz es un valor seguro y sinónimo de calidad -aunque, en ocasiones, multiplique su presencia en varios stands hasta generar un sentimiento de “déjà vu”-. Es cierto que, como síntoma de mejoría con respecto a otras ediciones, se constata un mayor grado de reflexividad en las propuestas pictóricas -que caen del lado “metapintura”-. Pero, pese a ello, es bastante evidente que la mayor parte de las propuestas pictóricas de Arco 2022 han sido seleccionadas por los expositores no tanto por su consistencia conceptual cuanto por encajar perfectamente en la categoría de lo “vendible”. El riesgo debe esperar.

Vista de la obra del artista Juan Muñoz, de la Galería Elvira González
Vista de la obra del artista Juan Muñoz, de la Galería Elvira GonzálezFERNANDO VILLARAgencia EFE

Arco 40 + 1

Durante los últimos años, los proyectos curatoriales que complementaban la sección oficial de la feria solían ser más interesantes que esta. El presente año no es así. La sección “Arco 40 + 1″ -en la que se quiere homenajear a las galerías que han pasado por Arco a lo largo de sus cuatro décadas de historia- resulta decepcionante, en exceso comprimida y laberíntica, sin un nítido hilo discursivo que guie su lectura. Tampoco llega a convencer “Nunca lo mismo. Arte latinoamericano”, que, como fórmula sostenida en el tiempo, es uno de los grandes aciertos de la organización, pero que, al menos este año, deja algo frío.