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Exposición

Kâulak, fotógrafo de estrellas y reyes

La Biblioteca Nacional rescata una figura tan polifacética (político, abogado, pintor, escritor, compositor, editor, crítico...) como fundamental en la historia del retrato en España

Los retratos de Francisco Silvela (izda.) y José Canalejas, de Kâulak, en las paredes de la Biblioteca Nacional (Madrid)
Los retratos de Francisco Silvela (izda.) y José Canalejas, de Kâulak, en las paredes de la Biblioteca Nacional (Madrid)Alberto R. RoldánLa Razón

El peso político de un nombre como el de Antonio Cánovas del Castillo es indudable en este país, sin embargo, se diluye cuando se introduce en el mundo de la fotografía. Y es por ello que el protagonista de esta historia, pese a haber sido diputado y gobernador civil de Málaga, entre otro sinfín de menesteres, renunció a él. Sí utilizó la denominación, más que nada que por ser la suya, la de su partida de nacimiento, durante su etapa como retratista «amateur». Pero su descontento con la política no pudo ser mayor tras el asesinato de su tío, el Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897) que probablemente tengan en la cabeza, el artífice de la Restauración borbónica, y decidió cambiar de tercio a pesar de su sólida carrera como mandatario y su también afianzada trayectoria de abogado.

Llevar un apellido tan señalado, pese a no renunciar a sus orígenes, era un lastre a la hora de emprender una nueva etapa. «Unos vendrán y otros no», pensó un hombre que siempre tuvo el marketing en su cabeza. Así que le dio un giro de 180 grados a la situación, y pasó a llamarse Dalton Kâulak o, simplemente, Kâulak. Algunos fantasearon con que esta americanada era fruto de su daltonismo, otros con que los fotógrafos españoles de principios del siglo XX eran pocos creíbles y que lo mejor era tomar un pseudónimo extranjero. «Pero la verdad es que no está documentado», sentencia Juan Manuel Sánchez Vigil, comisario de la exposición que inaugura hoy la Biblioteca Nacional (BNE) sobre dicha figura. Para Sánchez Vigil existen dos posibles lecturas de la elección. La primera, «el sonido es próximo a “Kodak” [fundada en 1892]. Lo que podía suponer un filón comercial»; y, la segunda, «un guiño a Antonio Caula: pintor, paisajista y muy amigo de él», especula el experto.

De una u otra forma, lo que fue indudable es su visión «marketiniana». Ya asentado como fotógrafo de referencia, ni más ni menos que el de cabecera del rey Alfonso XIII, por su estudio pasaron las principales estrellas de la época y ni ellos se libraron de su «campaña» publicitaria. En vez de tarjetas de visita o cerillas, Kâulak entregaba a cada cliente una partitura del vals que él mismo había compuesto (llegó a firmar hasta tres melodías de este tipo en otro alarde de su polivalencia) y que ahora suena de fondo en la muestra.

Toreros, dramaturgos, políticos, actrices, ingenieros... María Guerrero convertida en María Pacheco en La leona de Castilla (1916), de Francisco Villaespesa; o Eduardo Dato junto a una de sus nietas (1920); o los toreros Rafael González «Machaquito» (1910) y Manuel Granero (1922), este último en un retrato que se hizo horas antes de su cogida mortal; también la reina Victoria Eugenia de Battenberg aparece en varias instantáneas, aunque ella prefería el trabajo de Christian Franzen frente al del retratista de su marido; Lola Membrives, Benito Pérez Galdós, José Echegaray... Ninguno se libró del «regalo» y ahora cuelgan de las paredes verdes (como la galería del «prota») de la BNE en Kâulak: fotógrafo, pintor y escritor.

Todos pasaron por su estudio al comienzo de la calle Alcalá, donde permaneció hasta 1989, muchos años después de su muerte, en 1933. Salón subastado por Duran y que llegó a ser objeto de deseo de intelectuales y coleccionistas, como Francisco Nieva, que se jactó de haber logrado su estufa. Político, abogado, compositor, escritor de novelas y cuentos, editor, crítico de arte... Lo dejó todo por una pasión, por la imagen, y para convertirse, como define el comisario, en «uno de los mejores de la historia de la fotografía española. Es el gran divulgador de la cultura de la imagen cuando apenas tenía interés en este país. No interesaba a instituciones ni a los autores y Kâulak supo ver su potencial».

  • Dónde: Biblioteca Nacional (Sala Hipóstila), Madrid. Cuándo: hasta el 28 de agosto. Cuánto: entrada libre.