Luis Mateo Díez: “La guerra de Ucrania es la constatación de que el género humano sobrevive la maldad”
El novelista regresa al territorio ficticio de Celama a través de un conjunto de relatos que ofrecen una visión nueva del territorio
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Luis Mateo Díez, que es un escritor de enormes serenidades y un carácter templado y sosegado, regresa al territorio literario que le hizo famoso: Celama. Alrededor de esta geografía ficticia, que es uno de los hitos de la novelística contemporánea española, orbitan un conjunto de prosas y textos que no solo configuran un peculiar espacio humano y físico, sino que, y esto es lo superlativo, lo que conviene subrayar, discurren por las sinuosidades del espíritu humano, por sus fallas, aciertos y sombras más relevantes. «La idea de perdición pertenece a mis personajes. Hay en ellos mucho extravío y todos tienen presente la idea de la vida como un camino de aventura a la vuelta de la esquina, con esa incertidumbre de no tener nunca la solvencia de conocer quién es uno, hacia dónde va o qué te va a pasar. Este punto de premonición anímica y espiritual es inherente a su existencia. Ellos tienen pérdidas, se extravían en laberintos y van dejando sus consistencias y convicciones de lo que realmente son. Con frecuencia son más vividores que vitalistas. Es como si dijeran que el ser humano nace para extraviarse», explica.
Plano simbólico
Luis Mateo Díez regresa a este planisferio en «Celama (un recuento)», que publica ahora Alfaguara». Un volumen que recoge cuentos, algunos de ellos inéditos, que suponen una vuelta de tuerca. «El haber extraído estos cuentos y haberlos ordenado de esta manera y haber hecho posible que se incoporaran textos desconocidos lo que ha conseguido es enriquecer Celama. Ahora, todos ellos aportan una dimensión simbólica más obvia». A la cuestión, crucial, de por qué las comarcas de la imaginación y el ensueño perduran más que las reales, Mateo Díez contesta que, aparte de ser «conquistas de la lengua y la belleza» poseen un «sentido y una significación que les proporciona un poder más consistente que el eventual destino humano de cada día. En muchos libros no están prendidos solo los avatares históricos, también las emociones secretas de las gentes que pertenecieron a edades pasadas. Se puede viajar a la vida de un ser humano del siglo XIX a través del Madrid de Galdós».
El escritor reconoce que Celama supuso en su trayectoria literaria un «punto de llegada» y admitió que «es probable que después de Celama, escriba de una manera más depurada y con una personalidad más propia En los grandes retos literarios, está la palabra, la imaginación, la experiencia, pero lo que da la consistencia y el poder a un universo literario es la escritura. Celama no podría ser lo que es si no está escrita como está. Escribir es descubrir».
Cierta tristeza asoma al rostro del autor cuando se le pregunta si Celama podría acoger los refugiados que huyen estos días de Ucrania. «Esta guerra es la constatación de que en el género humano sobrevive la maldad. La maldad cuando está en manos asesinas. La maldad es lo que más nos puede desanimar, que da la imagen oscura, miserable, de lo que podemos ser. El siglo XX es terrible por eso: nuestra Guerra Civil, la Primera y Segunda Guerra Mundial». Luis Mateo Díez sostiene que «el mal se preserva en los malos, que tienen pasiones miserables, como la del poder. Me duele el tema de Ucrania porque soy deudor de su literatura. El mundo ruso de la bondad y humildad se ha echado a perder y se ha llevado a las abyecciones más absolutas por esa clase de persona que cuenta mentiras y se permite decir que Ucrania es un país administrado por los nazis.