Ópera XXI, cuarta edición
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Bajo el nombre de Ópera XXI, en febrero de 2005, se constituyó la Asociación de Teatros, Festivales y Temporadas Estables de Ópera en España. Desde su nacimiento, la entidad se marcó una «clara vocación» de lograr un modelo cultural operístico abierto y participativo, adaptado a las necesidades y audiencias del siglo XXI. Así rezaba la apertura de la web de esta joven institución y añadía: «Actúa como interlocutor entre organismos oficiales o privados nacionales y otras instituciones internacionales. Esto la sitúa en una posición privilegiada a la hora de definir una red de temporadas líricas y festivales sólida y en continua evolución».
La idea ha ido siendo cada vez más provechosa, a pesar de que los dos teatros que la promovieron –el Teatro Real y el Gran Teatro del Liceo– vuelan bastante a su aire velando por sus propios intereses. En 2017 se le presento una estupenda ocasión para hacerse valer. El Ayuntamiento de Oviedo disolvió la fundación que otorgaba, bajo el nombre «Campoamor», los premios de la crítica española a lo mejor de cada temporada lírica en sus muchos apartados. Fueron unos premios importantes que lograron hacerse un nombre.
En la última reunión de Ópera XXI de aquel año se esbozó la posibilidad de que la asociación se hiciera cargo de los mismos, pero no se avanzó mucho por los intereses de Liceo y Real que, de alguna forma, o pensaban crear sus propios premios o directamente dirigir los desaparecidos. Ambas cosas poco convenientes.
No era de recibo que un teatro se dedicase a valorar lo que otros hacen y a entregar premios. No se podía ser juez y parte y de ahí que Ópera XXI pudo finalmente constituirse en el cauce para la continuidad de los premios, naturalmente con su propio nombre. Así lo defendí en numerosos artículos.
Por eso llena de satisfacción comprobar que la iniciativa se ha consolidado y cuenta con el apoyo de todos, a pesar de los dos años en los que no ha podido desarrollar una actividad normal. En ésta, su cuarta edición, se ha dado un paso más que sin duda beneficiará a todos: el inicio de la rotación de la gala de entrega de premios. Madrid ha cedido el paso a Málaga, a su Teatro Cervantes, y el año próximo el anfitrión será el Teatro Principal de Palma de Mallorca.
Esta vez la ceremonia estuvo dirigida por Joan Anton Rechi y presentada por los cantantes Berna Perles y Xavier Sabata, con alusiones al complejo periodo en el que «los teatros españoles fueron ejemplo de resistencia, habiendo lanzado un mensaje positivo al mundo siendo modelo para otros países», a un futuro ilusionante en el que «seremos incluso mejores», y en la que no faltó un llamamiento a la paz en el mundo.
Hubo momentos emotivos, como el recuerdo a Miguel Muñiz, director general del Teatro Real durante años y fallecido el pasado año; el «Va pensiero» cantado por los niños de la Escolanía Pueri Cantores de Málaga; la primera gran ovación de la noche tras el aria de «Linda de Chamonix» que cantó Marina Monzó, premio a la cantante revelación y a la que siguió la atronadora a Berna Perales con el final de «Anna Bolena»; la delicia de la «Canzonetta sull’aria» abordada por ambas y, muy especialmente el inspirado discurso de Lluís Pasqual, premiado por toda su trayectoria lírica.
¡Enhorabuena y a por la quinta edición!