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Crítica de “El milagro del padre Stu”: Wahlberg, un cura con pegada ★★★☆☆

SONY PICTURES

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Dirección y guión: Rosalind Ross. Intérpretes: Mark Wahlberg, Mel Gibson, Jacki Weaver, Teresa Ruiz, Annet Mahendru, Winter Ave Zoli, Ronnie Gene Blevins, Ned Bellamy. Estados Unidos, 2022. Duración: 124 minutos. Drama/biopic.
Leo en internet que Mark Wahlberg tuvo que ganar unos nueves kilos durante la cinta dirigida por la debutante (se nota a ratos) Rosalind Ross para encarnar a Stuart, un tipo violento cuya carrera como boxeador se trastoca por una mala lesión que le deja fuera de juego. Y, la verdad, pocos me parecen, porque entre las primeras imágenes con el actor en el ring, que está francamente impresionante, y las últimas, o se quedaron cortos en la red o los efectos digitales también ayudaron lo suyo. Estamos frente a una historia real, esas de superación que entusiasman en Hollywood, la de Stu, que, tras perder a su hermano siendo muy niño y con unos padres separados y seriamente perdidos (ojo con Mel Gibson borracho en la caravana, está francamente bien), decide marcharse a Los Ángeles para triunfar como actor porque los guantes ni pensarlo, aunque no ha dado ni media clase de interpretación, nos tememos.
Allí vuelve a sus peores hábitos, el alcohol, la mala leche, y mientras descubre que lo de la cámara está crudo, acepta un trabajo como carnicero en un supermercado al que llega todas las mañanas con la cara partida por las peleas entre copas. Hasta que conoce a la mexicana Carmen (Teresa Ruiz), una católica feliz y convencida, de la que se enamora de manera instantánea. Y Stu, ateo, peleón, un chico malo, decide asistir regularmente a la iglesia para que ella sienta lo mismo por él. Tras un brutal accidente de moto que casi le cuesta la vida, decide cambiar de rumbo y convertirse en sacerdote. Pero aquí no acaban las desgracias: el protagonista descubre luego que padece una gravísima enfermedad muscular degenerativa, por lo que las autoridades eclesiásticas le niegan tomar los hábitos por si tiene un accidente dando misa. Wahlberg se deja, y hablamos de forma literal, el pellejo y las carnes con este papel, pero al filme, y en este caso resulta aún más imperdonable, le falta alma, emoción. Quizá Stu merecía un biopic distinto o, con todos nuestros respetos, ninguno. Hablamos de cine, ¿eh?
Lo mejor: es muy pronto aún, pero no nos extrañaría nada que su protagonista optase al Oscar
Lo peor: la cinta, algo «blandita», no consigue insuflar la intensidad que merece esta historia