Ópera
Plácido Domingo, sobre Teresa Berganza: “Su legado es que siempre fue ella misma”
El Maestro Plácido Domingo reflexiona desde Florencia, donde prepara “I due Foscari” para LA RAZÓN sobre el fallecimiento de la mítica diva de la ópera
El nombre Berganza siempre permanecerá entre las voces únicas y más maravillosas que ha dado España al mundo entero. Son muchos los nombres de cantantes líricos que España ha entregado a todos los templos de la ópera, desde Miguel Fleta a Ainhoa Arteta pasando por Caballé, Aragall, Lorengar, Lavirgen, Carreras, Aragall, Kraus, Pons… Nombres de categoría internacional que siempre representaron el nombre de nuestra patria con orgullo y a la vez mostrando la cultura de nuestro maravilloso país. No es casualidad que Teresa haya sido la primera mujer elegida como miembro de la Academia Real de las Artes de España en el 1994. Ha sido y será siempre una gran fuente de inspiración para generaciones venideras que estudiarán su técnica, canto y sobre todo presencia escénica. Pero tendrían que entrar en su capacidad de su estudio profundo de cada uno de los personajes que interpretaba. Y sobre todo su habilidad de escoger muy bien su repertorio y saber cuando era el momento de enfrentar un nuevo y más difícil papel. En resumen la inteligencia personal debería siempre estar a la par con la inteligencia musical. Y sin duda alguna cabe decir que su presencia y carrera contribuyeron muchísimo a la valorización y divulgación de la zarzuela a nivel mundial. Es más, tuvimos la oportunidad de grabar juntos “La Dolorosa” y “Los Claveles” en 1973.
Teresa fue una voz magistral. Con un fraseo y una musicalidad inigualable, todas ellas siempre apoyadas por su increíble simpatía y capacidad actoral. Si Rossini y Mozart la hubieran escuchado (suponiendo que la cronología histórica lo hubiera permitido) la habrían solicitado y exigido sin duda para sus estrenos mundiales como por ejemplo de “El Barbero de Sevilla”, “La Cenerentola” y la Italiana “In Algieri”. Ella tuvo su propia y única visión de Rossini. Carmen fue un papel maravilloso para ella como lo interpretó en el 1977. Respetando los matices indicados por Bizet al pie de la letra. Había alcanzado la madurez vocal para interpretar ese papel que tantas mezzos han codiciado. Poseía una inteligencia vocal y una gran sensibilidad que le aseguró una prospera y longeva carrera. Fue siempre un placer actuar con ella y grabar algunos discos. Su legado en resumen es haber sido ella misma y haber sembrado siempre su semilla personal a todo lo que hacía. Generaciones por venir deberán estudiar sus grabaciones y vídeos para aprender algo más que sólo el bel canto.
Un legado personal
El de 1977 fue un verano inolvidable en Edimburgo, Escocia. Tuvimos la suerte de ser huéspedes en un castillo rodeado de agua y con su propio puente levadizo. Tuvimos muchos días de ensayos y era un verdadero placer trabajar con semejante elenco. Teresa era Carmen, Mirella Freni era Micaela y Tom Krause hacía Escamillo, todos bajo la magistral dirección escénica del gran Piero Faggioni y la maravillosamente musical y emocionante batuta del gran maestro Claudio Abbado. Las funciones fueron en agosto y septiembre de 1977 y en algunas también cantó la parte de Micaela Leona Mitchell e Yvonne Kenny. Tuvieron tanto éxito estas representaciones que la prestigiosa etiqueta discográfica alemana Deutsche Grammophone, decidió proceder a la grabación de la obra completa.
Esta tuvo a la gran Ileana Cotrubas en el papel de Micaela y al fantástico Sherrill Milnes como Escamillo. Teresa y yo grabamos nuestras respectivas partes con Claudio Abbado al mando de la London Symphony. Una experiencia inolvidable e irrepetible ese verano del 77′ colmado de emociones y de unas funciones maravillosas y emocionantes al lado de Teresa. Curiosamente fui yo quien la convenció a cantar la Carmen presentándole a Piero Faggioni.
Un bello timbre de voz y un amplio registro vocal. Una dicción estupenda. Pero todo ello fue superado por la personalidad que aportaba a sus personajes después de haberlos estudiado con una gran disciplina. Teresa se convertía en los personajes. Y su gran simpatía y carisma se reflejaba en sus interpretaciones. Su legado es extraordinario. Y matizaba cada frase con un gran cálculo. Le daba la debida importancia a cada frase. Sin más ni menos. Su cambio al Rossini supuso una nueva frontera en su carrera al alejarse del repertorio clásico obteniendo así uno de sus más grandes éxitos.
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