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Literatura

Guía para convertir a niños y adolescentes en lectores entusiastas

Miguel Sanmartín recomienda en este libro una serie de obras para ser abordadas dce una forma amena e instructiva

Portada del libro de Miguel Sanmartín
Portada del libro de Miguel Sanmartínjmzli

De libros, padres e hijos: Guía para convertir a niños y adolescentes en lectores entusiastas”. Miguel Sanmartín Fenollera aborda en esta obra el apasionante reto de acercar a los pequeños y adolescentes a la lectura. “Se trata de una obra dedicada a todos los que, como yo, son padres, y a quienes estén en trance o situación de serlo, o si quiera tengan esa esperanza, así como también a todo aquel que quiera acercar a un niño a la lectura”, subraya el autor. Destaca el hecho de que en el libro “han colaborado mis dos hijas con las ilustraciones y los adornos caligráficos, lo que le da a la obra un aire de familia muy especial para mí.

«Tengo que comenzar --añade-- con una pequeña observación: esta no es una guía al uso ni trata de serlo. Si bien su título remite a una determinada familia, la de las guías, la especie que representa es rara, porque, aunque la obra responde a la estructura y finalidad típica de estas, su enfoque y perspectiva son infrecuentes y creo que necesarios. Infrecuentes, porque no resulta fácil encontrar en el panorama editorial español, y especialmente en esta materia, el punto de vista de un padre, y menos expuesto a través de su experiencia en la educación de sus hijos”.

“El libro bebe de muchas y muy diversas fuentes autorizadas, tamizadas por el cedazo de la tradición, y se resuelve en un puñado de títulos y de recomendaciones de lectura para niños y adolescentes, resultado de sumar a esas fuentes el gusto de mis hijas y mi propio consejo. Porque esta guía, además de orientar, busca despertar en las conciencias de sus lectores (preferentemente, padres y educadores) la inquietud de vigilar y observar a los niños y a los jóvenes, y de hacerles amar la lectura acompañándolos por un sendero muy peculiar: el de la belleza y el conocimiento poético, a fin de despertar en sus almas la disposición a la virtud a través de la lectura”, añade.

“Creo que una educación basada en los grandes y buenos libros y asentada en la imaginación y el asombro es una necesidad de hoy. Pero no se trata de una tarea elitista y enfocada solo a unos pocos. Como padre, soy consciente de que ni los niños pueden ser sometidos a sesudas sesiones de lecturas profundas, ni los tiempos cibernéticos en los que nos encontramos permitirían tal cosa. Por eso, alternados con libros de calidad, en el volumen se encontrarán autores y obras menores a los que en forma coloquial denomino chuches, que sin perder del todo el tono ayudarán a que el amor a la lectura no naufrague ante las primeras olas”.

En estas páginas podrán tropezarse con los Grimm, Perrault y Andersen y sus hadas y maravillas; con Carroll y Lear y el disparate y el sin sentido; con MacDonald, Lewis y Tolkien y la fantasía heroica; con Barrie, Grahame y Saint-Exupéry y la imaginación asombrosa; con las viejas leyendas sobre el valor heroico (los mitos griegos y nórdicos, las leyendas artúricas y los romances de gesta, Shakespeare y Cervantes); con los relatos de viajes extraordinarios e iniciáticos (Defoe, Swift, Verne, Ballantyne, Marryat); con la trascendencia mística, la lucha y la entrega a algo más grande que uno (las leyendas artúricas, Lewis, Tolkien). También hay sitio para las historias sobre el valor de la familia, la maduración y el crecimiento personal, el amor y la entrega a los demás (Austen, Alcott, Spyri, Collodi, Montgomery, Nesbit, Hodgson Burnett); con la literatura de la aventura como liberadora de cadenas y fuente de lucidez (Ballantyne, Kipling, Burroughs, Stevenson, Dumas, Salgari, Sabatini), con el encanto de lo cotidiano (Dickens, Cervantes, Grahame, Milne, Baroja, Chesterton, Ingalls Wilder), con el secreto de la poesía (Dante, Shakespeare, Wordsworth, Keats, Blake, Stevenson, Tennyson, Quevedo, Lorca) y finalmente, con la puerta de la Verdad (La Biblia). Y entre unos y otros, de vez en cuando, chuches, como las series de Enid Blyton o el Guillermo de Richmal Crompton, dice el autor.

“Desde estas páginas —paradójicamente, desde un libro—, trataré de que la próxima vez que se acerquen a sus hijos (o nietos o sobrinos, o cualquier otro niño), lo hagan acompañados de los buenos y grandes libros que aparecen en este volumen”, concluye.