Ryan Gosling, “Barbie” y una crisis de coherencia estética
Tras la publicación de la primera imagen del actor de “Drive” y “El diario de Noa” como Ken para la “Barbie” de Greta Gerwig, son varias las interrogantes que se abren en el Hollywood moderno
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Hace ya un tiempo, entre los restos del naufragio del #MeToo y las consideraciones propias de la, se supone, industria más progresista del mundo, Hollywood ha dejado (más que nunca si es que alguna vez lo fue) de ser un ente masivo bajo el que agrupar a todo el gremio. Entre “cancelados” millonarios, víctimas y verdugos, la palabra con H mayúscula acoge ahora el antisemitismo de Mel Gibson, el reino del terror de Kevin Spacey y las barrabasadas de Harvey Weinstein, pero también el aperturismo en temas de diversidad de jugadores importantes como A24, la sátira facilona y contrarrepublicana de Adam McKay o el feminismo envasado de directoras como Sofia Coppola o Greta Gerwig. Hollywood, como tal, ha dejado de existir en favor de una serie de corrientes más o menos amigas de la historia entendida como progreso y unas cuantas voces que, según interese a la corriente política dominante, pueden ser llevados a la efímera horca en unos cuantos tuits.
Por eso, cuando se anunció que Greta Gerwig, directora de «Mujercitas», «Ladybird» o protagonista de «Frances Ha»–además de referente del feminismo blanco en Estados Unidos– sería la encargada de dirigir una película sobre la muñeca Barbie se encendieron todas las alarmas del juicio a priori. Primero por la renuncia artística, ¿es legítimo defender la rebeldía independiente fichando por Warner para hacer una película dedicada a uno de los tótems del capitalismo juguetero? Luego, por la propia textualidad del gesto: ¿será capaz Gerwig de hacer que su «Barbie» sea feminista? ¿De revertir las dinámicas patriarcales y machistas asociadas a la muñeca de marras y levantar una película sólida más allá de la autoconsciencia y la parodia? Y, en último lugar, una mucho más práctica: ¿tiene que dar explicaciones una directora por aceptar un proyecto que, de ser llevado por un hombre, levantaría la mitad de pelos rubios y medidas imposibles de suspicacia? Para cuando se anunció que Margot Robbie sería la Barbie de carne y hueso, antes incluso de rodar, todo el mundo del cine tenía ya una opinión y no iba a dudar en utilizarla.
Esta misma semana, la historia de «Barbie», desde ya una de las películas más esperadas de 2023, ha dado un nuevo giro con la confirmación de Ryan Gosling como el icónico Ken, pareja y compañero de la muñeca. La fotografía que ha elegido Warner, en consonancia con Mattel y con Robbie como productora para el anuncio, eso sí, ha terminado en un debate mucho más duro que el rosa chillón que, parece, acompañará a la nueva película. ¿A quién apela? Tras la revisión de actitudes sexistas que marcó el #MeToo, la reducción simplista del conocido como «male gaze» (mirada propia de lo masculino, sobre todo aplicado al cuerpo de la mujer) parece haberse quedado pequeña. Apenas horas después de la publicación de la imagen, cientos de usuarios, sobre todo en TikTok (donde están los jóvenes ahora, si es que no queda sucio usar lo de “jóvenes” como si se tratara de otra especie), se preguntaban si realmente el reclamo de Gosling apela al público femenino apoyándose en los cánones tradicionales del maromo adobado o si realmente, y como cada vez creen más teóricos, la nueva publicidad de Hollywood –otra vez, ente inabarcable– realmente busca epatar en la identificación más homoerótica. O, lo que es lo mismo, hay más bigotes por culpa de la nueva «Top Gun» que enamoradas de Tom Cruise. El tiempo (y lo líquido de la sexualidad) dirá.