Asesinos en serie (VI): María Jesús Moreno, una inteligente manipuladora
Convenció a su amante para que le ayudara a deshacerse de su marido y reclamar una herencia
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Nació en Novelda (Alicante) el 6 de septiembre de 1990. El padre se ganaba la vida en fontanería. Después la transformó en almacén y suministros de productos de calefacción y aire acondicionado. La familia estaba formada por los padres y cinco hijos. María Jesús era la segunda más pequeña. Eran católicos practicantes y muy estrictos. Estudió en el Colegio Santa María Magdalena de las Carmelitas. Era una estudiante aplicada. Los que la conocían la definían como una mujer inteligente, manipuladora, amable y coqueta. Su hermano Víctor, que estudió arquitectura en la Universidad de Alicante, le presentó a Antonio Navarro Cerdán, que con el tiempo se convertiría en su marido. Este era estudiante de ingeniería y amigo de Víctor. Visitaba con frecuencia la casa y se enamoró de María Jesús, conocida familiarmente como Maje. Aquel romance acabó en boda en el 3 de septiembre de 2016. Él tenía 35 años y ella 26 años.
Maje se sentía prisionera en Novelda. Su válvula de escape para no regresar a su pueblo natal era trabajar tres fines de semana al mes, en turno de noche, en el Hospital Casa de la Salud de Valencia. Ahí conoció a Salvador Rodrigo, de 47 años, celador, que se convirtió en su amante.
Salvador quedó completamente rendido a los pies de Maje y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para tenerla contenta. El hecho es que Maje convenció a Salvador para que matara a Antonio. El asunto quedó abierto. No había un autor o autores claros. Sin embargo, todas las sospechas se centraron en Maje. Para ello intentaron engañarla. La policía le puso varias trampas para intentar descubrirla. Una de ellas la llevó a cabo el hermano de Antonio. Por un tema sobre la herencia se puso en contacto con su cuñada. Durante la conversación le explicó que la policía tenía pistas sobre el asesino. Hablando con él, sin pensárselo dos veces, se autoinculpó. Confesó de repente la muerte de su marido, aunque con matices como veremos. Desde la prisión Maje escribió cinco cartas de amor dirigidas a Salvador. Las cartas se las hizo llegar gracias a otros presos. Aquel tiempo confinado en la cárcel hizo que Salvador reflexionara. También ayudo la presión ejercida por su hija sobre él. Se enteró entonces que Maje, estando en la cárcel, había mantenido una relación con otro preso. Aquello hizo que Salvador estallara de repente. El 10 de noviembre de 2018 fue a declarar a la Ciudad de la Justicia de Valencia. Ahí confesó que Maje le propuso asesinar a su marido y que, ambos planificaron el acuchillamiento en un garaje del barrio valenciano de Patraix.
La policía pudo demostrar que Salvador era su único amante. También estaba Tomás, José y Sergio. A todos les hizo creer que su marido la maltrataba psicológicamente. A dos de ellos los tanteó por si estarían dispuestos a matar por amor y odio. Sólo uno de ellos, Salvador, dio ese paso. Estos amantes de Maje tenían profesiones muy diferentes entre sí: celador, publicista, guardia urbano y fisioterapeuta.
Con Tomás, el fisioterapeuta, mantuvo una relación de casi un año, entre 2016 a 2017. Mantuvo relaciones sexuales de forma esporádica hasta octubre de 2017. Los otros amantes desconocían de la existencia de Tomás. El guardia urbano, que lo conoció en Barcelona mientras estudiaba enfermería, la definió como una depredadora sexual. Parece ser que Maje mentía y manejaba con gran habilidad a su esposo, amantes, amigas y compañeros de trabajo. Usaba el sexo para manipularlos. Por eso demostraba frialdad y empatía con sus amantes. Varios forenses que la examinaron, cuando ya estaba internada dentro de una prisión, consideraron que Maje tenía una personalidad extremadamente organizada y con una elevada inteligencia. Que era una mujer segura y con una gran capacidad de organización. La policía consideró que el móvil del asesinato era económico, pues Maje cobraría varios seguros de vida, la herencia y la pensión de viudedad. De esta última le quedaron 1.100 euros mensuales. También reclamaba una herencia de alrededor de 30.000 euros aportados por la compra de un piso en la calle Calamocha.
La viuda negra de Patraix no se divorciaba de su marido porque saldría perjudicada económicamente. Fue condenada a 22 años de prisión por planificar y cooperar en el asesinato de su marido. El veredicto del jurado popular y la posterior sentencia del magistrado la confirmó el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. A Salvador Rodrigo el tribunal lo sentenció a 17 años de prisión.