El verano musical de 2022
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Aunque aún queden días para que acabe este caluroso verano, conviene repasar algunas de las cosas importantes que en él han sucedido. La más importante sin duda, la recuperación de casi la normalidad en nuestras salas. Casi, porque aún somos muchos los que seguimos con mascarillas y porque también hay muchos que siguen retraídos a la asistencia a espectáculos. De aquí el temor de muchas entidades a cómo puedan venir las compras de entradas y abonos, máxime tras algunas inquietantes experiencias en festivales europeos.
Pero empecemos por aquellos a quienes echaremos de menos, salvo en el recuerdo: el musicólogo Richard Taruskin, los directores de teatro Peter Brook y Joan Ollé, el director de orquesta Stefan Soltesz, los compositores Monty Norman, Ingram Marsall, y Jordi Cervelló, el trompa Vincent DeRosa, el laudista Pascal Monteilhet, la violinista Alice Harnoncourt,el tenor Kurt Equiluz,el ex ministro de Cultura José Guirao, etc. En el recuerdo de algunos aún figura Pavarotti y Hollywood colocó su estrella 15 años después de su muerte.
Otros, ya ancianos, se resisten a la retirada. Barenboim, Pollini y Plácido Domingo han tenido serios problemas que denotan que han de tomar una decisión, pero a ellos les dedicaremos un artículo especial. Sin embargo, hay otros como Blomstedt que, aparte de algún achaque, parecen estar con reflejos.
Placido Domingo ha sido sin duda el nombre del verano, pero no para bien. Mientras en México recibía el Premio Batuta, en Argentina salía a relucir un oscuro episodio, que volvió a colocarle en el ojo del huracán. En España Mas Madrid pidió que se le retirasen todos los honores, el Washington Post pidió claramente su retirada y en Italia fueron penosas las dos galas de Verona. En una no pudo terminar de cantar las escenas que él mismo había seleccionado y la orquesta se rebeló contra él en el “Turandot” que malamente batuteó.
Se evidenció la tremenda decadencia de Bayreuth, con un nuevo “Rig” de Schwarz vituperado por doquier tras un inicio complicado por el Covid. Salzburgo se encauzó tras la pandemia con un 96% de ocupación, aunque con resultados artísticos desiguales. El New York Times cuestionó la diversidad del Festival de Lucerna, mientras el de Munich volvió a brillar. En Verona se criticó mucho a Gasdia, su directora, y el uso del blackface. En el Regio de Turín continúan las polémicas por la corrupción.
Por aquí, casi todos superaron la prueba, salvo el El Escorial, que no levanta cabeza. Fue un desastre su apertura con un penoso homenaje a Teresa Berganza y despropósitos como programar a la numerosa y cara Orquesta Barroca Collegium 1704 & Collegium Vocale 1704 en la pequeña sala de cámara de 300 localidades en vez de la principal. En otro de ellos no se suministraron entradas a un crítico veterano por diferencias con su director.. En Santander preocupó el discurso de Paloma O’Shea, en el que algunos vieron una despedida del Concurso de Piano.
La Filarmónica de Bogotá batió todos los récords convocando a 16.000 artistas, entre músicos y coristas, sobre el escenario.
Netrebko, que demandó al Met, Kaufmann y Garança hicieron su agosto. Camarena cosechó un exitazo en San Lorenzo de El Escorial, Carreras recibió un penúltimo homenaje en Peralada y Sokolov se hizo residente en España.
Klaus Mäkela fue nombrado director musical del Concertgebouw y Gustavo Gimeno del Teatro Real. Gattti sucedió a Thielemann en la Staatskapelle Dresde.
Llega el otoño con sus nuevas temporadas y la enorme preocupación sobre cómo responderá el público. Parte de la culpa de su desarraigo, en lo que a ópera se refiere, lo tienen las puestas en escena “extravagantes” a las que el barítono Ludovic Tézier atacó recientemente y que son lo contrario de lo que el gran público, ese que se quiere llene los teatros, son lo que desea.