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Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura

El galardón, dotado con 964.000 euros, reconoce su trayectoria y el compromiso literario y social de su obra
La Razón

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Rondaba su nombre entre las apuestas para ganar el Nobel y así ha sido. Francia celebra, de nuevo, la coronación por la Academia sueca de otro de sus grandes exponentes de las letras, y ya van dieciséis. El de Annie Ernaux es un galardón «por la valentía y la precisión clínica con la que desvela las raíces, los extrañamientos y las trabas colectivas a la memoria personal», según ha argumentado el comité del premio. Poco después, la escritora de 82 años expresaba en la televisión sueca SVT que se trata de «un gran honor y al mismo tiempo una gran responsabilidad de manifestar una forma de equidad, de justicia, en relación con el mundo».
Ernaux es la decimoséptima mujer en conseguir el Nobel de Literatura, dotado con 10 millones de coronas suecas (más de 920.000 euros) y será entregado en diciembre en una ceremonia a la que ya ha anunciado que asistirá. Ernaux es autora de una veintena de libros entre los que se encuentran «El Lugar», sobre los complejos y prejuicios de ciertos sectores sociales, «El acontecimiento», un relato estremecedor sobre el aborto cuando el procedimiento aún era ilegal en Francia, y «Pura Pasión», un éxito de ventas en Francia sobre un romance apasionado con un diplomático extranjero casado.

Una escritora menor

El premio puede interpretarse como un reconocimiento de la vitalidad de las letras francesas ya que en los últimos quince años tres franceses lo han recibido: además de Ernaux, Patrick Modiano y Jean-Marie Gustave Le Clézio. Pero también, y coincidiendo con el quinto aniversario del movimiento #MeToo, como el de una autora feminista que ha calificado muchas veces a Francia como un país sexista. De hecho, hasta ya bien entrados los años 2000, Ernaux era considerada una escritora menor en Francia que no rehuía aspectos personales como su aborto clandestino o el placer femenino.
Con el premio, múltiples librerías en París ya recuperaban este jueves la minuciosa obra de Ernaux, a medio camino entre la narrativa y las ciencias humanas, donde el recuerdo del pasado y la sociología se entrelazan con un estilo sobrio y un subgénero literario que ha cultivado como nadie, la autoficción. «Una vida marcada por grandes disparidades en cuanto a género, idioma y clase», ha señalado el comité, algo en lo que coinciden en subrayar muchos críticos literarios. Nació en 1940 en Normandía, donde el escenario de sus primeros años de vida fue «pobre pero ambicioso», señaló Carl-Henrik Heldin, presidente del comité del Nobel.

Cuerpo y sexualidad

Sus padres tenían una cafetería y una tienda de comestibles, y cuando se encontró con chicas de clase media, experimentó «la vergüenza de sus padres y su entorno de clase trabajadora por primera vez», según su página en internet. Esa experiencia la incorporaría luego a sus novelas con temáticas principales como el cuerpo y la sexualidad, las relaciones íntimas; la desigualdad social y la experiencia del cambio de clase a través de la educación, además del tiempo y la memoria. El presidente Emmanuel Macron ha celebrado el galardón señalando en Twitter: «Annie Ernaux escribe, desde hace 50 años, la novela de la memoria colectiva e íntima de nuestro país. Su voz es la de la libertad de las mujeres y de los olvidados del siglo. Une con esta consagración el gran círculo del Nobel de nuestra literatura francesa».
A sus 82 años, Ernaux sigue muy activa en Francia. Este año ha publicado un relato breve, Le jeune homme, y ha codirigido con su hijo Les années Super-8, documental montado a partir de los vídeos domésticos de sus vacaciones en los setenta y ochenta que fue presentado en el último festival de Cannes. Sus libros ya se consideran clásicos contemporáneos en el país y son celebrados especialmente por figuras progresistas para quienes Ernaux es una suerte de referente. Uno de sus libros, “Los años”, ganó el Premio Renaudot en 2008 y el Premio Strega en Italia en 2016, mientras que un año después obtuvo el Premio Marguerite Yourcenar por sus trabajos. Ernaux es la decimoséptima mujer que se alza con la máxima distinción literaria internacional y la quinta en los últimos diez años. Francia es el país en el que más veces ha recaído el galardón: lleva quince galardones, incluyendo a Jean-Paul Sartre, que no lo aceptó en 1964.
El Premio Formentor
La Academia Sueca ha concedido el Premio Nobel de Literatura a la escritora Annie Ernaux, una autora que se ha caracterizado por su sinceridad a lo largo de su carrera literaria. Una distinción que ha llegado después de que recibiera en España el Premio Formentor. En aquella ocasión, cuando vino a recogerlo, declaró que “Siempre he partido de hechos personales para escribir mis libros, pero lo principal es la forma que le doy al libro. Al darle forma a esa historia la misma se aleja de la realidad y eso es lo más que debería atraer la atención». Uno de los temas presentes en sus textos es el feminismo y, por supuesto, el amor, sobre el que ha llegado a decir: «Continúa siendo algo crucial para los hombres a pesar de las redes sociales. Sigue siendo esencial y muy distinto para los hombres y para las mujeres. El impulso sexual es algo que no se puede detener en el mundo. El amor es básico. El hombre ha sabido hacer de eso algo inmenso. De hecho, André Breton señaló que el amor es un núcleo de noche. Eso es lo que es para mí el amor».
Su obra supone una acertada reflexión sobre los principales temas de nuestro tiempo, como el aborto, una preocupación sobre el que ahonda en una novela de enorme dureza como es “El acontecimiento”, o el papel que ha ocupado la mujer en nuestra sociedad. Como ella misma explica en sus entrevistas, una de materias esenciales de sus textos es su propia vida, lo que ha quedado de manifiesto en libros como “La mujer helada”, donde cuenta su matrimonio. Pero a lo largo de su obra también ha reflejado otros aspectos personales que han jalonado su biografía, como su adolescencia, el ascenso social de sus padres, la enfermedad de la madre o el cáncer que padeció.
Sobre el papel de la literatura y, de manera especial, de la palabra, Ernaux dijo: «De toda la vida la palabra pública es un instrumento de poder y de manipulación y las cosas no han cambiado. El papel del escritor y del artista es desmontar la manipulación de las palabras, las tergiversaciones del poder. Lo que ha cambiado en este momento es que el artista tiene cada vez más difícil acceder a los medios de comunicación para proceder al desmontaje de esa narrativa del poder», comentó cuando recogió el Premio Formentor.

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