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“L’Immensità”: dolor de madre, dolor de género

El director Emanuele Crialese convierte a Penélope Cruz en alter ego de su madre para ahondar en la narrativa de su propia infancia como persona trans

Penélope Cruz en "L'immensità"
Penélope Cruz en "L'immensità"ImdbImdb

Con cualquier duda (y hasta ofensa) despejada a golpe de titular en el último Festival de Venecia, donde Emanuele Crialese presentó «L’immensità» y aclaró que no se trataba de una salida del armario trans porque «en Italia ya lo sabía todo el mundo», el director romano llegó a la Seminci de Valladolid dispuesto a entrar a todo: «La situación política de mi país me preocupa, y mucho. Pero también pienso que se trata de cambios, o incluso regresiones, que son naturales en nuestro proceso evolutivo y político. Vamos a sufrir un poco, seguro. Aunque en un momento de cambio e inestabilidad, con guerras y amenazas, incluso ahí, es posible que salga algo bueno», explica sereno a LA RAZÓN.

Controversias de identidad de género aparte, pero no lejos, puesto que son el motor argumental de su película, el italiano elige aquí a Penélope Cruz como alter ego de su propia madre para contar su infancia. En «L’Immensità», Adriana quiere ser reconocido como Andrea, pese a su tiempo –el que se adorna con canciones de la Carrà- y su espacio, el poco que deja para respirar un padre tan decepcionado como atemorizado y despreciable. Ahí, tal y como en su siempre recuperable «Respiro» (2002), Crialese predica sobre las perversiones del matrimonio y dibuja una madre soberana, cariñosa y frágil. Allí, feliz y bucólica; aquí, rota y depresiva.

El director italiano Emanuele Crialese, en la Seminci de Valladolid - EFE/Nacho Gallego
El director italiano Emanuele Crialese, en la Seminci de Valladolid - EFE/Nacho GallegoNACHO GALLEGOAgencia EFE

Penélope de todos los tiempos

«Le ofrecí el papel a Penélope porque me parece la mujer de todos los tiempos. Es creíble en un papel de los años 20, en los 70 o ahora mismo. En su mirada hay misterio, pero también una calidez que para mí es maternal, muy reconocible para todo el mundo», completa Crialese sobre Cruz. Y, así, el director da pie a hablar de esa tendencia reciente, en directores como él mismo, Almodóvar, Spielberg o Gray, de sus infancias: «Siento que es una necesidad casi terapéutica, la de proponer algo diferente a lo que estamos viviendo ahora mismo, y que tiene que ver con una sensación un poco crepuscular. Necesitas, de algún modo, mirar hacia atrás y corregir ciertas frustraciones», matiza.

Nunca ajeno a las temáticas complicadas, como en su polémica «Terraferma» (2011), sobre la inmigración en el Mediterráneo, Crialese descarta el escapismo para con la situación del colectivo trans, cuestión tan polarizadora en España o Italia: «Siento una sensibilidad especial por las cosas que no me parecen justas. Y eso pasa por los hombres a los que encarcelan por escribir o por las mujeres que intentan emanciparse. Por todos los que vivan en los márgenes. ¿Es comprometido ese cine? Tanto o tan poco como yo mismo en la vida», explica el realizador antes de rematar: «El problema de la identidad va más allá de lo trans. ¿Qué es la izquierda? ¿En qué se ha convertido la derecha? Estamos en un momento de cambio de dinámicas, definición y búsqueda de identidades, y yo creo que eso puede ser muy positivo».