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La palabra “guapo” no es lo que parece: este es su curioso origen

La etimología del término, que hoy en día se utiliza para hablar de alguien “bien parecido”, es sorprendente
Primer tomo del Diccionario de autoridades
RAE

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Según el diccionario de español de la Real Academia, “guapo” es alguien “bien parecido”, o también “acicalado y bien vestido”. En su tercera acepción, puede significar también “animoso, bizarro y resuelto, que desprecia los peligros y los acomete”, es decir, se dice de alguien que es valiente. Este uso es muy común en países de Latinoamérica. También tiene un uso afectivo, es decir, en vocativo que está carente de significado: como expresión de cariño, a veces con retintín o con tono de irritación. “Cállate un poquito, guapo”. Una combinación de su significado de valiente y de sentido afectivo sería la frase común: “A ver quién es el guapo que se atreve a esto”. Estos son los usos más extendidos hoy en día, pero la palabra encierra sorpresas si nos atendemos a su origen etimológico.
Como la propia RAE confirma en la acepción del término, guapo proviene del latín “vappa”, es decir, “bribón o granuja”. En su origen hacía alusión al “hombre pendenciero”. Porque, también en latín, “vappa” era la denominación que se le daba al vino fermentado o estropeado, y así cuando se le aplicaba a una persona se la consideraba corrompida moralmente. Alguien bravucón y pendenciero, pero también presumido, atrevido. Es decir, que aludía a un sinvergüenza, a un pillo, un picaflor. De ahí que el uso derivase en alguien bien parecido o galanesco.
Así está recogido también en el diccionario de la RAE hoy en día. En sus acepciones quinta a séptima, así se recoge: 5. “Hombre pendenciero y perdonavidas”. 6. “En estilo picaresco, galán que festeja a una mujer”. 7. “Prendas que se ponen en días de fiestas y ocasiones muy señaladas”. En algunos países del castellano, incluso se aplica a alguien que tiene un arranque de generosidad: “Juan se puso guapo y nos invitó a todos a cenar”.
Según publicó José Vázquez Ruiz en la “Revista de Filología Española” (vol. XLV, nº 1/4 (1962), de hecho todo parece indicar que el “el vocablo guapo y su femenino guapa sean más bien de procedencia hispánica” y así es como pasaron al portugués y al francés: “de la península ibérica pasaría al país galo por el Mediodía, y los españoles la darían igualmente al dialecto valón durante las guerras de Flandes. Y se trataría ahora de un hispanismo, como lo creyeron Bloch-Wartburg y Gamillscheg”.

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