Madrid recibe el año nuevo por todo lo alto en el Teatro Real
Fundación Excelentia y LA RAZÓN celebran en el Teatro Real la X edición del Concierto de Año Nuevo, de la mano del director Kynan Johns y la Orquesta Clásica Santa Cecilia
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El ambiente en el centro de Madrid era inmejorable mediada la tarde del día de Año Nuevo. Los aledaños del Teatro Real estaban a rebosar de gente ultimando sus compras, aprovechando el sol en bancos y terrazas o, simplemente, disfrutando de un agradable paseo. El tiempo acompañaba y se agradecía.
Este 1 de enero se celebró la X Edición del Concierto de Año Nuevo organizado por la Fundación Excelentia y LA RAZÓN, con el patrocinio de Santander y Telefónica, y que, una vez más, contó con la Orquesta Clásica Santa Cecilia. Siendo un evento anual, esta ha sido la primera vez que, tras la pandemia, se ha podido celebrar sin restricciones, algo que se notaba entre los asistentes. Es el caso de Magdalena, una madrileña de 75 años que se presenta puntualmente a la cita con su hermana Mónica. Ambas estaban «muy contentas de poder acudir a este concierto un año más», destacó mientras esperaba su turno para entrar en el liceo. Para Magdalena y Mónica este «es el verdadero inicio del año nuevo, y venimos cada año desde su segunda edición».
A las 19:00 horas daba comienzo un cóctel en el que los invitados pudieron disfrutar de un refrigerio, gracias a las bodegas Hispano Suizas. El Salón Falla, ubicado en la segunda planta, sobre la entrada principal del teatro, fue el espacio perfecto para brindar con cava por el año nuevo y compartir un momento de charla y corrillos con amigos y familiares en los minutos previos al concierto.
Inicio del concierto
Cinco minutos antes de las ocho de la tarde, se escuchó la sintonía de aviso de inicio del concierto, y los asistentes tomaron asiento. El teatro ofrecía una imagen espléndida, pues el «no hay entradas» estaba colgado desde hacía varias semanas. Las casi 1.800 personas que puede acoger el Teatro Real entre platea y palcos esperaban con alegría y ansia contenidas.
Las luces se apagaron y los músicos de la Orquesta Clásica Santa Cecilia tomaron posiciones, a la espera del maestro Kynan Johns. El artista es un experimentado músico que ha dirigido a más de cien orquestas, entre ellas la Filarmónica de Israel o la Orquesta de Cámara de Viena, además de trabajar en liceos legendarios como el Covent Garden o el Palau de les Arts. Tras los saludos a la primer violín de Santa Cecilia y al público, Johns, batuta en mano, dibujaba en el aire los primeros compases de la obertura de la opereta «Caballería Ligera» de Franz Von Suppé, donde los instrumentos de viento y su final acelerado hicieron que el público del Real estallara en aplausos.
Había comenzado, por todo lo alto, el X Concierto de Año Nuevo de la Fundación Excelentia, y era el turno de Johnan Strauss y su «Banditen Galopp», donde los arcos de violines y violas volaron ágilmente poniendo en pie a más de un espectador al final de la pieza. Una vez más Johns ofrecía su saludo a la primer violín de la orquesta, que a su vez recibía el calor del liceo.
Valses y polcas
Con un público entregado y una dirección inmersa en cada pieza, la orquesta prosiguió con el programa del concierto, compuesto por 16 piezas de las más tradicionales de los conciertos de año nuevo, sobre todo de los Strauss y de Hans Christian Lumbye.
Tras las primeras piezas llegó el turno de la elegancia y ritmo que solo puede aportar el vals «Los patinadores», de Emile Waldteufel. El vals dio paso a la polca y a sus acordes alegres y veloces. Hablábamos de Lumbye. De este compositor tiene mención especial su «Champagne Galopp», que arrancó una gran ovación y más de una carcajada del público por su particular onomatopeya del descorche de las botellas. El xilófono, evocando la alegre danza de las burbujas en copa, fue un gran momento de esta pieza que, de hecho, fue la elegida por el director para el bis final. «Para esta repetición», comentó Jonhs al presentar el bis, «solo nos faltaría una copa de champange para brindar por el Año Nuevo, pero nos conformaremos».
Entrados ya en la segunda mitad del espectáculo se interpretaron piezas icónicas de la música clásica y de la ópera, como «Carmen Quadrille», de Eduard Strauss, que repasa las partes más famosas de esta célebre ópera. Se interpretaron asimismo otras piezas, como el vals «España», de Emile Waldteufel, que con sus primeros compases es capaz de trasladar al espectador a los rincones más tradicionales y populares de nuestro país, o también los «Cuentos de los bosques de Viena», de Johnan Strauss.
Final deslumbrante
En el clímax del concierto, el Teatro Real enmudeció por completo para escuchar una representación tan emocionante como esperada. En medio de un silencio absoluto, un grácil movimiento de batuta del maestro Johns hacía sonar los casi imperceptibles primeros compases de violín de «El Danubio Azul», un vals que, tras más de diez minutos de interpretación, puso en pie a todo el público en un sonoro aplauso de más de cinco minutos acompañado de «bravos» en todo momento. Momento idóneo elegido por el maestro Johns para desaparecer del escenario y dejar que esa ovación fuera hacia los músicos.
Sin dejar apenas un instante para que el público tomara de nuevo asiento, la caja de percusión iniciaba los compases de la «Marcha Radetzky» y, acompañado por el resto de la orquesta, Kynan Johns, esta vez de cara al público, dirigió a todo el liceo en el ritmo de las palmas. Una imagen tradicional en los conciertos de año nuevo, y que ponía el broche de oro a una velada perfecta que, si bien estuvo bien nutrida de excelentes piezas magistralmente representadas, dejó al público con ganas de más.
Johns lo sabía, y de nuevo salió al escenario para regalar el bis del «Champagne Galopp» con el que se puso punto final al concierto.