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Aída Gómez: «hay que acercarse al espectador de manera natural y enamorarle»

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Se estrena como directora del Festival Internacional Madrid en Danza en su XXX edición y llega con la intención de renovar ideas y reivindicar la danza española.
El 13 de noviembre arranca el Festival Madrid en Danza y, con el estreno de directora, promete ser novedoso y arriesgado en sus propuestas. La bailarina madrileña Aída Gómez, que estuvo tres años a la cabeza del Ballet Nacional de España, asume ahora las riendas del certamen y, según comentó ayer en la presentación oficial, ya ha hecho los primeros cambios: en la programación establecida por su antecesora, Ana Cabo, ha añadido danza experimental y propuestas multimedia. Así, las 18 compañías nacionales e internacionales que se presentan en las tres semanas que dura el Festival son una mezcla entre lo local y lo foráneo, y entre lo tradicional y lo innovador.
–¿Cómo afronta la responsabilidad que supone dirigir esta XXX edición del Festival Madrid en Danza?
–Siempre hay una responsabilidad ante el público, ante la crítica y ante los bailarines de ofrecer compañías y proyectos con calidad para que el público se enamore, para dejar huella.
–¿Cuál quiere que sea, justamente, la repercusión del festival durante los días en que se presenta, pero también de cara al futuro?
–Debe ser un festival para todos los públicos, porque Madrid es una ciudad que tiene todo tipo de gente. La idea es que cada quien pueda elegir lo que quiere ver y que así lo que vayan a ver les impresione y les llegue al corazón. La danza es algo que quizá todavía muchos ven como lejano, pero hay que acercarse al espectador de manera muy natural y enamorarle con cosas de calidad, porque, si es así, seguro que vuelve. Y en su casa hablarán de lo que han visto y entonces comenzará la cadena: su sobrina o su hermana llevará al novio, y así sucesivamente.
–Ha dicho que quiere que el festival tome un nuevo rumbo bajo su dirección, ¿hacia dónde va ese nuevo camino?
–El rumbo debe ser el del equilibrio de un festival que tenga toda clase de danza, entre ellas la española, la escuela bolera, el neoclásico, el clásico y el contemporáneo. Lógicamente hay que darle al público de Madrid la posibilidad de elegir lo que quiere ver, es decir, que no sea una programación sólo para un sector de profesionales, sino aunar a que el público vaya a ver lo que le apetece. La gente más joven, por ejemplo, que vaya a ver a Kawaguchi, una compañía japonesa que viene con audiovisuales y una tendencia muy diferente. Y si otros, en cambio, quieren ver algo español, que vayan a ver «Fuenteovejuna», de la compañía Antonio Gades.
–¿Qué es lo más arriesgado o novedoso que se puede esperar este año?
–Creo que toda la oferta es novedosa porque hay para todos los gustos.
–También ha comentado la necesidad de reivindicar la danza española dentro del propio festival...
–Reivindicar nuestra danza, sí, porque considerando que estamos en España y en la capital me parecía un poco desequilibrado que no hubiera danza española. Pero no sólo eso, sino tampoco ballet clásico. Lo que queríamos era que el festival no fuera sólo contemporáneo, porque es algo que en los años ochenta estaba bien, pero que ahora se ha quedado corto frente a nuevas propuestas. Por eso creo que Madrid en Danza tiene que tomarle el pulso a las nuevas tendencias y tiene que ser relevante para el que viene a verlo y para el futuro de la danza.
–«Adalí», su más reciente espectáculo, rezaba: «Somos lo que bailamos». ¿Tan importante es la danza dentro de la cultura de un pueblo?
–Parece mentira que, de las artes escénicas, la danza es la que peor se ha tratado y a la que más se ha ignorado, cuando nosotros los del sector, los bailarines y coreógrafos, que somos los que viajamos por el mundo, sabemos que en Rusia, en Pekín, en Estados Unidos, cuando nos subimos a un escenario, nos entienden. Y todos saben inmediatamente que somos españoles y lo valoran, porque reconocen que muestra danza es única, que sólo la hacemos nosotros. Eso es lo que hay que conseguir en Madrid.
–«Adalí» rendía homenaje a Madrid. ¿Siente que ahora con este nuevo cargo puede continuar esa labor?
–Soy una mezcla de muchas cosas, pero soy madrileña de nacimiento y he tenido la suerte de llevar un poco de Madrid por el mundo entero y ahora, la de trabajar con el festival aquí mismo. Madrid es una ciudad viva y latente, tiene un público muy variado y, en respuesta a ello, la danza también debe serlo. Tendría que ser como todas las artes: si yo quiero ver una exposición en Madrid tengo para elegir entre tropecientas, cada una diferente. Pues en la danza debe pasar igual, porque para mí la danza es eso, poder elegir, poder tener un programa en mano y decir: me gusta más el ballet clásico así que voy a ver esta gala; o bien, prefiero el contemporáneo, así que me voy a ir a ver este registro contemporáneo super radical, etc. Creo que Madrid tiene el derecho de tener a públicos diferentes y darles la posibilidad de elegir.
–En cuanto a su compañía, ¿se espera alguna sorpresa pronto?
–Mi compañía no participa en el festival porque me parece una cuestión de ética, mientras yo lo dirija no va a participar. Por lo demás, no ha estado en el Festival nunca. Pero yo he tenido la suerte de viajar por el mundo con mi compañía y de llevar lo nuestro, lo español, a cientos de lugares.
–De entre las ciudades que ha conocido en esos recorridos, ¿cuál diría que es su preferida?
–¡Madrid! (risas). ¿Has visto cómo se come en esta ciudad?, ¿has visto cómo se pasea por la Gran Vía y se disfruta con los amigos?