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Álex Clavero: «Los pobres se ríen más que los ricos»

Estará en el Palacio de la Prensa de la Gran Vía de Madrid todos los jueves, hasta el 22 de diciembre, haciendo reír al público con #mimadreestrendingtopic

Álex Clavero: «Los pobres se ríen más que los ricos»
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Si el mundo va muy deprisa, Álex Clavero nos detiene para troncharnos de la risa. Estará cada jueves, hasta el 22 de diciembre, en el Palacio de la Prensa ironizando sobre lo mucho que ha cambiado todo en tan poco tiempo. Capaz de convertir a su madre en «Trending Topic» sin hacer ningún clic y de quedarse en gayumbos para cambiarse de ropa tras su espectáculo delante del que le entrevista, es un cómico con mucha vista que se ríe de las «tonterías y modas pasajeras que hacemos sin pensar».

–¿Vamos demasiado rápido?

–Sí, y sin pensar. Se inventan un teléfono cada dos años y muere, aunque lo cuides. Hay una necesidad de consumo exagerada. O a lo mejor es que yo voy muy lento...

–¿Cómo echar el freno?

–Como decían los mayas: que se acabe el mundo. Y reiniciemos.

–¿Y si nos bajamos del tren?

–Pues te quedas atrás, que es lo que me ha pasado a mí con el tema tecnológico.

–Muchas madres son más modernas que sus hijos.

–La mía, por ejemplo. Es muy divertida. De ahí saco bastante tajada, porque se dan situaciones graciosas.

–¿El mundo es moderno?

–Ya no sé qué significa la modernidad. Pretendemos que sea todo tan moderno que llegaremos a un punto en el que los smartphones tengan personas.

–¿Le gustan las modas?

–Me hacen mucha gracia.

–Pero las hay que nunca pasan de moda.

–Sólo les pasa eso a las buenas modas.

–Tiene más de 7.500 seguidores en Twitter. ¿Qué tal se lleva con ellos?

–Es que, si no estás en las redes sociales, no existes. Ellos molan, pero yo no. Soy un tío aburrido.

–¿Aburrido? ¿Cómo puede decir eso? Todavía me duele el pecho de reírme...

–Me gusta ser gracioso como soy yo. En internet prefiero no opinar. Veo mucha crispación en Twitter.

–¿Cuánto de bar tienen las redes sociales?

–Muy poco. A mí me encanta el bar, pero las redes sociales no me gustan. En los bares siempre se han visto cosas graciosas, mientras que en internet cuesta buscarlas y no se oyen las risas. Hay quienes detrás del anonimato son muy valientes y dicen barbaridades que no dirían a la cara.

–¿Una sonrisa vale más que mil palabras?

–Por supuesto.

–¿Reír alarga la vida?

–Estoy seguro. El buen rollo después de unas buenas risas te da años.

–Tras trabajar como educador social. ¿La risa educa?

–Totalmente. Si enseñáramos a través de la risa habría menos conflictos. El humor permite a los educadores llevar a los chavales donde quieran. Nos acordamos de lo que nos enseñan mediante la risa, y no del castigo. La risa sirve como terapia. Es un tema fisiológico. Cuando te vota el diafragma y te falta el aliento de reír... Si pusiéramos un poco de humor a la vida nos iría mucho mejor.

–¿Reír nos iguala?

–Los pobres se ríen más que los ricos. Y esta reflexión me tiene loco. La sociedad nos exige siempre más, mayor poder adquisitivo, progreso... Pero no por ello nos reímos más. Nos estamos confundiendo con el objetivo de la vida. ¿Qué es triunfar? ¿Qué es fracasar? Esto me lleva a un callejón sin salida.

–También ha trabajado como animador, como mimo...

–El trabajo que más me fascina es el de monitor de tiempo libre. Me gusta hacer el payaso y que los chavales disfruten.

–Le veo un poco sinvergüenza.

–Soy más «pringao» que sinvergüenza. Me da vergüenza ser el centro de atención cuando no estoy sobre el escenario.

–¿Lo percibe todo en clave de humor?

–¡Qué va! No soy soso, ni cascarrabias. Pero tampoco muy positivista. Me suelo comer la cabeza por las cosas.

–¿Se considera un cachondo?

–Intento serlo.

–¿Se entrena para ello?

–Se hace músculo. Con el cerebro pasa lo mismo que cuando vas al gimnasio.

–¿Y con dos copas?

–Te aseguro que soy mucho más gracioso (risas).

–¿Qué piensan sus amigos?

–Si piensan ya es bastante (risas). El que crea que yo soy gracioso no conoce a mis amigos. Nunca he tenido la sensación de ser el más cachondo de mi grupo.

–¿Existe algo de lo que nunca se reiría?

–De las desgracias inmediatas. Parece que con las redes sociales hay que hacer humor de todo, pero no. Sólo me gusta hacerlo de lo que considero gracioso.

–¿Como por ejemplo?

–Un tropezón que se dé alguien por la calle. No sé... Me hacen gracia las cosas simples. Soy sencillo, cotidiano.

–Y muy de chistes.

–No cuento chistes populares, ni de otros. Son todos míos, creados por mí.

–Cuénteme uno corto.

–Fíjate si teníamos poco dinero que mi padre me llevó a hacer la comunión con un impermeable. Y cuando le dije que los demás iban de marinero me contestó que yo de pescador gallego.

–¿Cuáles son sus temas preferidos para hacer monólogos?

–No me gusta nada incomodar a la gente. Mi objetivo es caer bien. En el escenario hay que hacer un personaje auténtico. No me meto en líos.

–Por la política ha pasado de puntillas...

–No quiero aburrir con más actualidad política, que estamos sobresaturados. Pero la situación nos obliga a hacer chistes. Si tenemos políticos de chiste, ¿cómo no vas a hacer humor de ello? España es un chiste, una parodia.

–¿Y la vida?

–También. ¿Por qué no? A veces es un chiste bueno. Otras, uno malo...

–¿Qué piensa de los cómicos como usted?

–Que son cojonudos. Pertenezco a una generación de jóvenes que hemos peleado mucho para tener un escenario en el que actuar.

–¿Hay que levantar piedras para hacer reír al público?

–Hay que levantar piedras para buscarse la vida, en general. No hay ninguna profesión fácil.

–¿Cuándo habla en serio?

–Cuando me cabreo.