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Alma Guillermoprieto

Alma Guillermoprieto: «La tasa de mortalidad de periodistas en México, Colombia o Brasil es escandalosamente alta»

La reportera denuncia la violencia en América Central y reivindica el ejercicio del periodismo, una herramienta esencial de las sociedades actuales

Alma Guillermoprieto en una imagen de archivo / Connie G. Santos
Alma Guillermoprieto en una imagen de archivo / Connie G. Santoslarazon

La reportera denuncia la violencia en América Central y reivindica el ejercicio del periodismo, una herramienta esencial de las sociedades actuales.

Alma Guillermoprieto es una “accidentada del periodismo”, alguien que descubrió que en el periodismo “se sentía tan cómoda como con dos zapatos viejos” y que reivindica, a la vuelta de tanta crónica por América Latina como reportera para “The Guardian” y “The Washington Post”, que las “cualidades indispensables de este trabajo son la curiosidad, la capacidad de trabajo y la terquedad”. Pero Alma Guillermoprieto, que el viernes próximo recibirá el Premio Princesa de Comunicación y Humanidades en Oviedo, reconoce que “cada persona tiene que entender cuál es su forma de ser periodista, porque cada uno de nosotros somos distintos y si tratara de hacer crónicas como otros, sería nefasto. Cada uno hace su periodismo. Es lo que tiene de arte este oficio”. La autora de “Al pie del volcán te escribo”, donde se recopilan sus crónicas, reconoció que no le interesa el poder ni la política y explicó que comprendió la repercusión de su trabajo cuando, después de cubrir la insurrección contra Somoza, se subió a uno de esos autobuses de dos pisos y se sienta a mi lado una viejita y me comenta que quién soy y de dónde vengo. Le contesto que escribo en “The Guardian”; entonces me preguntó sobre qué escribía y cuando se lo dije, ella me replicó que me había estado leyendo todos estos días. En ese momento me di cuenta de que tengo lectores y que la responsabilidad es con la gente que me lee”.

Guillermoprieto, quien ha adquirido un compromiso con los países iberoamericanos, con sus gentes y sus accidentadas historias, ha denunciado en multitud de ocasiones la lacra que supone la desigualdad estructural y el fracaso del modelo educativo en esas sociedades. “Los siglos de condición de colonia y la manera violenta en la que llegamos a la independencia y las guerras posteriores que se sucedieron han hecho que haya sido difícil crear ciertas instituciones. Una de las que han faltado siempre es la Justicia. No logramos eso y el sistema ha quedado superado por la realidad y no tenemos otro más moderno. La deficiencia de un sistema judicial efectivo, pulcro, y no corrupto, ha impedido poner control a la corrupción y esta corrupción ha influido en los modelos educativos. Estoy pensando en México, por ejemplo. Se conjuga la corrupción, la falta de justicia y el atraso económico. La herencia española del aprendizaje por memorización también ha limitado el pensamiento independiente y libre”.

Aunque para ella otra de las prioridades más apremiantes es la adecuación de los diarios a las nuevas formas de difusión. “Entramos en tan nivel de terror, con las redes sociales, internet y la destrucción que provocó en medios tradicionales, que hemos perdido la capacidad de ver este mundo de internet con calma. No creo que las redes sociales acaben con el periodismo. Ofrecen un potencial para hacer periodismo de manera nueva, pero si nosotros no creamos formas diferentes y nuevas maneras de periodismo digital, seremos los encargados de nuestra propia destrucción”. Y añadió: “El modelo económico del periodismo en línea está por crearse. Existen experimentos, pero tiene que haber alguno, porque estamos insertos en el capitalismo y los medios proveemos un servicio indispensable. Se encontrarán las vías de que sea sostenible. Hay que subrayar, por eso, la diferencia que existe entre un blog, los tuits y un diario: en la prensa escrita hay cuatro reporteros que se dedican a investigar algo”.

La periodista, por eso, quiso denunciar una triste realidad: la distancia que separa el ejercicio de su profesión en el mundo anglosajón y en Latinoamérica: “Existe una diferencia económica muy importante, que, a su vez, genera muchas diferencias más. El periodismo de Estados Unidos, mal que bien, puede financiar grandes investigaciones y reportajes. La diferencia salarial no tiene comparación y eso da pie también a la capacitación de los periodistas. Cuando me preguntan por los grandes reporteros no menciono, por ejemplo, a los de Colombia, pero porque ellos no cuentan con meses para ir a reportajear. Además, a nosotros nos matan. En Estados Unidos eso sucede rara vez. La tasa de mortalidad de periodistas en México, Colombia o Brasil es escandalosamente alta”.

Respecto a las realidades que viven Colombia o Venezuela, Alma Guillermoprieto fue precisa: “A Venezuela no he ido desde que Chávez fue nombrado presidente. Para evaluar a un gobernante hay que fijarse en sus herederos. Lo que ha sucedido en Venezuela es horrible. No necesito decirlo. Va a ser difícil reconstruir el país, porque el chavismo destruyó la industria petrolera, la que traía la mayor parte de los ingresos del país”. De Colombia, la reportera expresó sus dudas de que logre afianzar la paz y comentó la violencia de las pandillas: “Todos estos chicos tienen síndrome postraumático. Mientras síntomas paranoicos y son propensos a la violencia. En Colombia hay un síndrome postraumático nacional. Yo vivo agarrada a la esperanza de que la paz se consolide y que Colombia pueda dar la vuelta a esta página de su historia. Ha sido emocionante conseguir la paz y ojalá no se desbarate”.