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Almagro quiere hacer las Américas

Ignacio García ya ve el final de meses de trabajo para el que será su debut al frente del Festival de Teatro de la villa ciudadrealeña. Junto a la mirada al intercambio con América, el director apostará por visibilizar a las mujeres del Siglo de Oro y por la accesibilidad total
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Ignacio García ya ve el final de meses de trabajo para el que será su debut al frente del Festival de Teatro de la villa ciudadrealeño. Sus bases: mirar hacia América, potenciar las mujeres del SIglo de Oro y la accesibilidad.
Uno, el Festival de Almagro, nació en julio; el otro, Ignacio García, en septiembre. Entonces, era 1977. Y ahora, 41 años después, ambos se dan la mano definitivamente con la inauguración de la nueva cita manchega del día 5 –hasta el 29 de julio–. Entre medias, un amor de verano que les ha juntado en las catorce ocasiones (de los últimos 17 años) que el director ha visitado el lugar y que recuerda como en esas vacaciones perfectas, casi poniendo ojitos: «Es una conjunción astral. Siento que es un lugar de mucho peso en mi vida». Era el origen de un trabajo que le ha tenido ocupado a tiempo completo en el «tour de force» que ha hecho de enero hasta hoy, «y lo que queda», se sincera García. «Ya tendremos tiempo para disfrutar el resto de años».
Encara así el lustro que estará al frente del festival del que quiere hacer «la puerta de entrada de los países de Latinoamérica, que para eso es tierra de conquistadores». Es uno de los pilares en los que el director quiere apoyar su proyecto. Poner al servicio de Almagro una agenda mundial que ha acumulado durante años «fruto de un exilio, principalmente, en América y Europa». De todo aquello entendió «sin complejos» lo que significa la cultura española fuera, apreciadísima». Trata García de recuperar la mirada americana del Siglo de Oro «porque lo que se escribía en Colombia y México también forma parte de él», zanja: «Nos ayuda a eliminar ciertos dejes que pueden quedar de una visión imperialista de los siglos XV y XVI. Ahí está, entre otros, el ejemplo de Sor Juana, desde un convento mexicano. Nos amplía nuestra mirada y nos lleva a establecer una mejor relación con América porque rompemos una inercia colonial de que las ideas iban de acá para allá y no al revés». Imagen representativa de la idea que Ignacio García trata de plasmar en el que ya es su festival es el cartel del mismo: «La reinterpretación de un colombiano del siglo XX, Botero, de un cuadro de Velázquez, “Las meninas”. Muy simbólico», apunta el director.
En español, que no español
El movimiento que se ha puesto el director como prioridad es hacer «un festival que defienda el patrimonio cultural en español». Muy lejos de ser una referencia en títulos shakesperianos. «Quiero ser el mejor en Lope, Cervantes y Calderón y por eso he bajado la cuota de títulos del inglés. Y pretendo que siga descendiendo, pero sin quitarlo». Un número proporcional ante el que surge la pregunta de cuánto Calderón hacen en Inglaterra o cuánto Lope se ve en Francia. «Hay que ser corteses, ecuánimes y recíprocos, pero no desmedidos». Más si se atiende a unas cifras que hablan de miles de obras clásicas «en español» –repite García para no caer en el término «españolas», «que no es lo mismo», dice– frente a un repertorio isabelino que suma apenas 200. Así lo defiende el director: «Solo cogiendo la producción de Lope, los datos ya son mayores, igual que la variedad estrófica en una obra de Calderón, porque somos un pueblo muy vivo y expresivo». Ya lo advirtió Cervantes: «Lo que se sabe sentir se sabe decir».
Pero no solo el intercambio España-América es la obsesión de la nueva edición de Almagro, «la barrera de género también. Que se entienda que en el Siglo de Oro había mujeres que escribían, actuaban y participaban en la vida teatral. Cosa que no pueden decir en otros países –habla García–. Cuando presentamos el festival en Londres desafié a la gente a que me dijeran autoras del teatro isabelino, ellos que son “el faro intelectual del mundo”. Se quedó en blanco la respuesta... Nosotros programamos a María de Zayas, Sor Juana Inés, Ana Caro de Mallén, Santa Teresa... Además de las quince directoras que dirigirán espectáculos en este 2018».
Además de la pieza sobre una de las grandes actrices del Siglo de Oro, «La Baltasara», que también podrá verse en la presente cita. «Donde, de nuevo, encontramos una diferencia con el teatro isabelino, que no solo no tenía autoras, sino que los papeles femeninos eran interpretados por hombres. En España existían actrices famosas y dramaturgas importantes. Nos tenemos que quitar el complejo de que lo nuestro era más reaccionario, más retrógrado y más ultra católico que el resto», añade.
Son los dos pilares que García quiere completar con un tercero y último, lo inclusivo y lo accesible. «Hacer de Almagro un referente en el mundo de los festivales sin barreras para la discapacidad, tanto para los espectadores como para los artistas». Por ello, ha firmado un acuerdo con la ONCE para que estos lleven hasta Ciudad Real tres espectáculos: un concierto de música sefardí a cargo de la cantante ciega Mónica Monasterio, «maravillosa»; el «Volpone», de Ben Jonson, una sátira mordaz sobre la avaricia y la lujuria desempeñada en esta ocasión por actores ciegos y deficientes visuales; y «Coplas y romances de cordel», los populares «cantares de ciegos» que recupera la compañía La Ruina. Además, Palmyra Teatro y Katún Teatro añaden, dentro de esta línea de inclusión, «De lo fingido verdadero».
Con todo, García busca «una identidad clara que nos permita posicionar el festival por el mundo». Un camino que ya ha empezado a recorrer desde la presentación de un proyecto que ya ha llevado a Colombia –país
invitado–, Berlín, Londres y Lisboa. Más la herencia recibida de Natalia Menéndez: «Magnífica en todo», comenta el director alabando los ciclos de «Barroco infantil» y «Almagro Off» y «el enorme esfuerzo que hizo por sanear las cuentas y por llevar la cita a un gran momento de público».
Unas cifras que se resumen en 70.000 visitantes y un 96,5% de entradas vendidas. Datos que hablan de la repercusión del teatro en un pueblo de 9.000 habitantes que se vuelca cada mes de julio con el proyecto: «La
experiencia va más allá de la representación teatral. Ver una obra del Siglo de Oro en un palacio del siglo XV y del XVI bajo las estrellas es...», cuenta el director.
Pero no solo se quedó ahí el trabajo de su antecesora, la Fundación es «la gran herencia» para García. «Hace posible una nueva entidad jurídica que es una fórmula que nos viene muy bien, una manera eficaz de
gestionar recursos. Ahora que hay debate con la Zarzuela y el Real, creo que la colaboración entre la Fundación y la Compañía Nacional de Teatro Clásico es un ejemplo e una virtuosa unión entre el modelo Inaem y el de una fundación, que son distintos, pero públicos».
Dentro de la agenda, los Lope, Cervantes y compañía reinterpretados por Pimenta, Sanzol, Pepa Gamboa, Eduardo Vasco, Yayo Cáceres, Pepe Viyuela, Arturo Querejeta, Manuela Velasco, Emilio Gutiérrez Caba... O por países como Suiza, Francia, Italia, Polonia, Colombia, Cuba... Y, como XVIII Premio Corral de Comedias, Carlos Hipólito. ¡Arriba el telón!