Álvaro Fuentes: "Cuando se fue Amaia nos dimos cuenta de que lo importante del grupo eran las canciones"
El bajista de La Oreja de Van Gogh mira hacia atrás para transmitir sus expectativas de futuro: desde el Bilbao BBK Live habla de sus proyectos como músico y de sus sensaciones como parte del público
El bajista de La Oreja de Van Gogh mira hacia atrás para transmitir sus expectativas de futuro: desde el Bilbao BBK Live habla de sus proyectos como músico y de sus sensaciones como parte del público
La vida de Álvaro Fuentes es música. Debe ser satisfactorio mirar hacia el pasado y ver cómo un trabajo de tanto tiempo ha llenado de melodías las vidas de tantas personas. Ya son más de 20 años desde que tocó la primera nota con su bajo en La Oreja de Van Gogh y, ahora, no define su situación como la de un músico acomodado, sino la de una persona con la ambición querer seguir actualizándose y creando. El músico asistió el pasado viernes al Bilbao BBK Live junto a su mujer, como invitados de Heineken, que le brindó la oportunidad de disfrutar del día más fuerte de la 14ª edición del festival. Desde Bilbao, Fuentes confiesa a LA RAZÓN que los grupos que más le llamaban la atención del cartel son "The Strokes y Suede, que me gusta muchísimo", pero que su curiosidad se centraba en ver a Rosalía en directo. Por no hablar de Laurent Garnier, del que también se declara fanático. Pero, antes de disfrutar de todos estos conciertos en Kobetamendi, Fuentes comenta su perspectiva con respecto a la música: sus cambios, cómo se ha adaptado a ellos y su lucha por no tirar nunca la toalla.
-Dentro de poco haces 25 años en la música, ¿cómo afrontas tanto tiempo?
-No nos hemos dado cuenta de que ha pasado tanto tiempo. Nos han pasado muchas cosas y ha ido todo tan rápido que, de repente llevamos 20 años haciendo canciones. Pero seguimos teniendo ganas de hacer funciones y de seguir contando cosas. Somos muy conscientes también de cómo es el mercado ahora mismo, no pintamos nada ya musicalmente hablando en los 40 Principales. Ahora la música se lleva de otra forma: redes sociales, plataformas de pago en internet, etcétera. La importancia ya no está tanto en las ventas del disco en sí, que siempre son importantes sobre todo para la discográfica, sino en la cantidad de gente a la que le llega tu canción. Lo importante es ofrecer oportunidades a las personas para escuchar tu música. Luego, si les gusta ya comprarán o vendrán a verte en directo. Pero lo importante es que te escuchen.
-Pero para que escuchen tiene que haber un proyecto, un disco.
-Sí, pero ya no tiene tanta importancia el número de discos vendidos. Por ejemplo, nuestro último disco vendió 20.000 copias. Pero hemos hecho ya 125 conciertos. Nunca habíamos hecho tantos conciertos en una gira. Entonces ahí ves que algo pasa: antes el que no vendía discos no petaba los estadios. Ahora hay que ser conscientes de cómo ha cambiado todo y de que nuestra ilusión no es vender, sino seguir llegando a la gente, seguir siendo nosotros, seguir creciendo musicalmente... Porque empezamos muy verdes, no sabíamos casi tocar y hemos ido aprendiendo juntos. Tenemos mucho que hacer todavía.
-Ahora, miras atrás y ¿con qué te quedas?.
-Es difícil quedarse con algo especial. Los primeros años fueron literalmente increíbles, porque pasaban tantas cosas y de tal dimensión que no sabíamos lo que ocurría. Afortunadamente, cuando nos fue tan bien vendíamos millones de discos y hacíamos tantas cosas, ocurrían tantas cosas a la vez que no nos enterábamos. No teníamos una dimensión exacta de lo que estaba ocurriendo. Y, después, al cabo de los años que se fue Amaia y ahí empezó la tranquilidad para mirar atrás, ver qué habíamos hecho, decidir, ver una visión correcta de todo lo que sucedió...
-Actuar de forma más pausada.
-Fue una pausa mental. Que se fuera Amaia fue una muerte, porque el 99% de los grupos en los que se va el cantante acaban desahuciados.
-Pero después hubo resurrección.
-Sí, porque como te digo a nosotros nos sirvió para parar, reflexionar, ver lo que somos, ver de qué está hecho el grupo. La conclusión que sacamos cuando estábamos los cuatro solos y no teníamos quien cantara fue que lo importante del grupo era las canciones. Lo más importante no era que Amaia las cantara ni que el resto bailáramos súper bien, sino preguntarnos "¿qué hay en el grupo?". Canciones. Así nos pusimos a componer, preparamos un disco y ahí nos pusimos a buscar la cantante. Eso nos permitió reafirmarnos en lo que somos y creo que acertamos en ese análisis que hicimos.
-Entonces, no hacía falta que estuviera Amaia para seguir hacia adelante.
-Sí, hasta la discográfica nos dijo claramente que iba a apostar por ella. Pero bueno, por eso nosotros creímos en las canciones, en lo que hacíamos y, contra viento y marea hemos conseguido resurgir. De hecho, esta última gira ha sido la más grande de toda nuestra carrera. De alguna manera le hemos dado la vuelta.
-El último disco salió en 2016 y ahora tenéis otro proyecto en mente, ¿es así?
-Estamos en una etapa intermedia. Si todo va bien esperamos que en primavera del año que viene salga a la calle el disco y hacer conciertos directamente cuando salga.
-Vender discos, pero también hacer listas de reproducción en Spotify o Youtube.
-Efectivamente. Si no se está ahí, muy mal.
-Como público, ¿eres muy festivalero?
-Me gustan los festivales pero no voy a todos los que querría. Tengo hijos y un grupo. Hay veces que me quedo con las ganas de ir a muchos festivales. Pero como también toco no puedo estar en dos sitios a la vez. Si se da la posibilidad, sí.
-¿Cómo se viven estas citas desde la posición del artista?
-Los festivales tienen varios aspectos interesantes, pero son todos buenos. El único problema que hay, a nivel de bandas y artistas, es que es muy complicado sonar como tú suenas en directo. Porque tienes un show desarrollado, con unos músicos y técnicos de luces o sonido, entonces haces un show que va rodándose y en los primeros conciertos aún vas ajustando cosas. En el trigésimo concierto ya está perfecto. Aquí lo que ocurre es que en el mismo escenario tienen que pasar varias bandas. El cambio de material hay que hacerlo a toda leche. Entonces, muchas veces ese es el principal problema: no consigues sonar como te gustaría. Pero también creo que es lo de menos, porque un festival va de sensaciones. Si tienes a 40.000 tíos gritando te da igual todo. Es todo positivo.
-Siendo del País Vasco, ¿qué crees que supone un festival de este calibre a una ciudad como Bilbao?
-Digamos que Bilbao está en el segundo escalón de ciudades de España, como Sevilla o Valencia. Pero Bilbao tiene, a nivel musical, una cultura que es bestial. Hay un circuito propio de la ciudad de locales donde puedes ver conciertos en directos. Desde flamenco hasta soul, todo tipo de propuestas musicales. Entonces creo que el festival está a la altura de lo que una ciudad como Bilbao respira musicalmente. Y tanto es así que con este criterio de pensar cómo funciona la música en Bilbao, el festival se ha convertido en algo internacional. Porque ves que hay bandas de todo el mundo y que va gente de todas partes.
Tanto es así, que, entre los 112.800 asistenes que fueron este fin de semana al Bilbao BBK Live, no solo fueron personas de todas partes de España, sino también de más de 100 países diferentes. Tras un breve repaso a sus recuerdos pero también a sus expectativas, Álvaro Fuentes se dispuso a disfrutar de los conciertos con una mano sujetando una Heineken y con la otra alzada al ritmo de la música.