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American Zoetrope, el estudio de oro de George Lucas y Coppola

Los directores, aún desconocidos, crearon esta productora para desarrollar sus películas e investigar en nuevas técnicas cinematográficas
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Los directores, aún desconocidos, crearon esta productora para desarrollar sus películas e investigar en nuevas técnicas cinematográficas.
La historia del cine está llena de esquinas desconocidas, pero son precisamente esas esquinas las que han conseguido que el desarrollo del séptimo arte no sea una línea recta, igual de principio a fin. Uno de esos rincones es la fundación, en 1969, del estudio American Zoetrope. Sus ideólogos fueron dos personas que estaban empezando en ese mundo de la gran pantalla y sus nombres pasaban totalmente desapercibidos, George Lucas, que dos años antes se había graduado en la universidad, y Francis Ford Coppola, que hasta entonces solo había grabado un par de películas eróticas, otro par de bajo presupuesto («Demencia 13» y «Ya eres un gran chico»), un musical, género en el que no podía mostrar todo su potencial a pesar de que lo protagonizara Fred Astaire («El valle del arco iris») y un filme regulero («Llueve sobre mi corazón»), en el que lo mejor es la apuesta por dos futuras estrellas del cine, Robert Duvall y Jeff Bridges.
American Zoetrope es el verdadero puente aéreo de Lucas y Coppola hacia el éxito. El primero, a través de la productora financia su ópera prima «THX-138» (estrenada en 1971), una distopía futurista que enfrentaba sociedades, adelantando lo que iba a ser «La guerra de las galaxias». Por su parte, Coppola tuvo una gala de los Oscar muy especial en 1971, pues ganó su primera estatuilla por el guión de «Patton», dirigida por Franklin Schaffner. Pero el estallido de su fama llegaría en 1972 con el estreno del primer volumen de «El padrino», película en la que participa American Zoetrope aunque la productora principal fuese Paramount, que contrató a Coppola como director, sobre todo, por sus bajos emolumentos. Resulta que en realidad estaban contratando a uno de los cineastas que revolucionó el séptimo arte. Por muchísimas razones. Hizo de los gángsters un género propio, que venía a ser una versión más moderna del western del que fue abanderado su adorado John Ford (de hecho, añadió Ford a su nombre para homenajearlo). Tras «El padrino» llegarían películas como «Uno de los nuestros», de Scorsese, o «Muerte entre las flores», de los Cohen, sin olvidar las más recientes creaciones de Tarantino.
Uso de las sombras
Además, en una época en la que los estudios pensaban en largometrajes de hora y media, el empezó a presentar unos que superaban con creces las dos horas. Así, le dio otra dimensión al tiempo en el gran pantalla, demostrando que con el ritmo correcto el aburrimiento nunca acudía a la mente del espectador. También se debe destacar su uso de las sombras en los planos, creando unos claroscuros que daban intensidad y misterio a las imágenes. Eso sí, siempre ayudado por fantásticos directores de fotografía como Gordon Willis o Vittorio Storaro.
Y qué decir del compañero de fatigas de Francis F. Coppola en American Zoetrope, George Lucas. Es el hombre que demostró que con muy poco se puede hacer bastante, tanto como las primeras películas de «La guerra de las galaxias». Cuando tuvo el suficiente presupuesto, le dio un salto vertiginoso a los efectos especiales, un aspecto que ha resultado esencial en el cine contemporáneo.
A parte de en los trabajos iniciáticos de Coppola y Lucas, American Zoetrope ha participado en cintas como «Kagemusha», de Kurosawa, «Los hombres duros no bailan», de Norman Mailer o «Sálvese quien pueda», de Godard, y en el siglo XXI aún ha firmado películas relevantes como las de Sofia Coppola «Las vírgenes suicidas», «Lost in translation» o «María Antonieta». En definitiva, la productora revolucionó la historia del cine porque fue la puerta de entrada a la industria de dos de los directores que elevarían el séptimo arte a la enorme dimensión que tiene hoy en día.