El puente de Brooklyn, un emblema de la ingeniería del siglo XIX
Un día como hoy de 1883 se inauguraba este soñado proyecto de John A. Roebling, pionero en el diseño y construcción de puentes colgantes
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Además del Empire State, el Central Park y Times Square, el Puente de Brooklyn es uno de los paisajes más icónicos de Nueva York. Conecta la isla de Manhattan con el distrito de Brooklyn, recorrido que antes de la existencia de este puente lo ocupaba un barco que cruzaba de orilla a orilla el East River. Ahora, esta estructura construida con piedra caliza, granito y cemento se erige con sus característicos arcos apuntados desde que se inaugurase un día como hoy de 1883. Su construcción comenzó en 1870, siendo en aquella época el puente colgante más grande del mundo -mide 1.825 metros de largo-, así como el primero suspendido mediante cables de acero.
El puente fue diseñado por John A. Roebling, ingeniero civil estadounidense de origen alemán y pionero en el diseño y construcción de puentes colgantes. Es esta obra la más valorada y reconocida de su carrera, durante la cual diseñó otras construcciones del mismo tipo como el Acueducto de Delaware (Pensilvania) o el puente colgante de Cincinnati (Ohio). No obstante, y si bien el de Brooklyn fue un proyecto que lanzó a Roebling a la fama en su disciplina, el ingeniero no pudo disfrutar de su creación, pues murió 5 días después de que se aprobara su construcción, después de 17 años tratando de llevarla a cabo.
Fue su hijo Washington quien le tomó el relevo, pero al caer enfermo quedó inmovilizado en cama, por lo que fue su esposa Emily quien le ayudó a continuar con el proyecto durante los 11 años siguientes. Su función era la de supervisar las obras y estar al frente de la edificación del puente, aunque no pudo evitar que el sufrimiento de su marido se extendiera para otros trabajadores: al igual que Washington Roebling, al menos 20 obreros sufrieron los efectos del “síndrome de descompresión” -enfermedad provocada por los cambios de presión en el agua-, y se calcula que fallecieron cerca de 27 personas por este motivo.
Con esto, hoy día el puente de Brooklyn, continúa siendo un emblema de la ingeniería del siglo XIX, respondiendo a un estilo neogótico. Entre 1944 y 1954, se produjo una reconstrucción integral del puente: se reforzaron armaduras, se instalaron soportes horizontales, se ampliaron los carriles y se construyeron nuevas rampas de acceso. Tiempo más tarde, en 1964, esta estructura fue designada Monumento Histórico Nacional, y hasta hoy se ha sometido a una serie de renovaciones que responden a las demandas del tráfico.
El puente, por tanto, es un icono cultural que, si bien es paisaje obligatorio en la fotografía de todo turista en Nueva York, también ha servido de inspiración en el cine o la literatura. Federico García Lorca ya lo menciona en su obra “Poeta en Nueva York”, así como es escenario de la cinta “Fiebre del Sábado Noche”, de John Badham, o “Superman Returns”, filme dirigido por Bryan Singer y en el que el puente es sobrevolado varias veces por el superhéroe.