El reencuentro de Steve McCurry con la refugiada más famosa de la historia de la fotografía, Sharbat Gula
El fotógrafo que retrató a la niña afgana de ojos verdes ha presentado un libro que recoge las mejores imágenes de su carrera
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En 1984, en el corazón de un campo de refugiados en Pakistán, el fotógrafo estadounidense Steve McCurry capturó una imagen que daría la vuelta al mundo. La foto de una niña afgana con ojos verdes penetrantes y un rostro marcado por la dureza de la guerra se convertiría en una de las portadas más icónicas de National Geographic.
Sharbat Gula tenía solo 12 años cuando McCurry tomó la famosa fotografía en el campo de refugiados de Nasir Bagh, cerca de Peshawar, Pakistán. Ella formaba parte de los millones de afganos desplazados por la invasión soviética de Afganistán en 1979. Como tantas otras familias, la suya había huido del conflicto y se había refugiado en Pakistán, donde las condiciones eran extremas. La intensidad en la mirada de Gula reflejaba el dolor de esa experiencia y se convirtió en un símbolo de la tragedia de los refugiados.
La imagen, publicada en la portada de National Geographic en junio de 1985, impactó a audiencias de todo el mundo. La fotografía no solo fue admirada por su belleza artística, sino también por lo que representaba: una generación de afganos cuyas vidas habían sido destruidas por la guerra. Sin embargo, su identidad real seguía siendo un misterio. McCurry tampoco la conocía. Gula desapareció en las sombras de la historia, hasta que el fotógrafo, junto a un equipo de National Geographic, emprendió una búsqueda para encontrarla.
La búsqueda no fue fácil. Con escasos detalles sobre su nombre y paradero, McCurry y su equipo pasaron años investigando en los campos de refugiados y en Afganistán. Finalmente, en 2002, después de una intensa búsqueda, el equipo la localizó en una remota aldea de Afganistán, ahora adulta y con una familia propia. Sharbat Gula había vivido una vida de dificultades, siempre en medio de conflictos, pero su historia no había sido contada hasta que McCurry la encontró de nuevo.
Gracias a un avanzado análisis biométrico de reconocimiento de iris, se pudo confirmar con certeza que la mujer era, de hecho, la niña de la fotografía. Esta tecnología, junto con la colaboración de expertos, permitió resolver el misterio de su identidad, haciendo posible su reencuentro con McCurry y el equipo de National Geographic .
El reencuentro confirmó que Sharbat Gula había envejecido prematuramente debido a las duras condiciones de vida que había enfrentado. Sin embargo, la intensidad de sus ojos verdes seguía intacta, recordándole al mundo que el sufrimiento de los refugiados afganos no había cesado. La imagen de Gula fue publicada nuevamente en National Geographic, ahora con su identidad revelada, y volvió a generar una respuesta global.
Su historia no solo puso rostro a las consecuencias humanas de la guerra, sino que también reveló la resistencia de las personas desplazadas. Gula, que nunca había oído hablar de la fama de su retrato, se convirtió en una figura mundial, representando la dignidad y la fortaleza en medio de la adversidad.
La fotografía de Sharbat Gula es, hasta hoy, una de las imágenes más icónicas del siglo XX, no solo por su calidad artística, sino también por el profundo mensaje que encierra. McCurry, al capturar ese instante, nos recordó la importancia del fotoperiodismo en la representación de la humanidad en sus momentos más difíciles.
La historia de Sharbat Gula y Steve McCurry sigue siendo una poderosa lección sobre los costos humanos de la guerra y el poder del arte para conectar al mundo con las historias que merecen ser contadas. Aunque su identidad permaneció en el misterio durante años, su rostro jamás fue olvidado, y hoy en día, sigue siendo un recordatorio de que detrás de cada cifra de refugiados hay personas reales con historias de dolor, pero también de supervivencia.