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Así era la higiene íntima en la Edad Media

En muchas ocasiones desconocemos cómo convivían nuestros antepasados, así es como se aseaban en la época medieval

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En la Edad Media la vida era extremadamente distinta a lo que entendemos hoy por hoy a nuestra vida cotidiana. Muchos son los rumores y mitos sobre la tradición, costumbres y quehaceres diarios.

Uno de los temas que más se ha realzado en el último siglo es el relacionado con la higiene personal. Aunque en los últimos años hemos escuchado que la gente en la Edad Media no se duchaba y hacía lo imposible por camuflar el mal olor, muchos historiadores y expertos afirman lo contrario, a la gente del medievo le encantaba ducharse. Otra cosa es que hayan vivido en una época con muchas precariedades.

En la Edad Media los baños se tomaban en bañeras comunitarias en cada casa, y aunque muchos historiadores confirman que la población medieval se duchaban más de lo que creemos, el problema era que el agua se reutilizaba. Las mujeres se lavaban el cabello cada 30 días y lo hacían con jabón de sosa cáustica, un tipo de jabón que en su estado rudimentario surge de la combinación de grasa animal con ceniza. En aquella época el cabello grasoso se consideraba saludable.

Como no existía pasta en aquella época utilizaban una pasta hecha con hierbas aromáticas y enjuagarse con orina era un hábito relativamente común para combatir el mal aliento.

En cuanto a la ropa, según el historiador Javier Traité, en la Edad Media se vestían con dos capas o tres: estaba la capa interior, que es la camisa, que es esa prenda grande que llega hasta las pantorrillas o incluso más abajo, hecha de un tejido vegetal, normalmente lino, en los casos de más dinero, algodón, incluso sedas. El guarro en la Edad Media no es el que no se ducha, es el que no se cambia la camisa. Esa camisa tú cada día te la tienes que quitar y como mínimo airearla y ponerla al fuego, y dejarla que se ventile durante toda la noche. Esta ropa solo se solía lavar una vez al año, también con jabón de sosa cáustica.

En cuanto a las necesidades, las personas las hacían en todas partes. Algunas casas tenían unas pequeñas cajas en las que podían ir al baño. Otros tenían orinales que usaban y luego lanzaban la orina por la ventana.

Según National Geographic,el agua era un signo de riqueza, que demostraba la pertenencia a una clase social elevada y propiciaba la ostentación. En tal sentido, el baño era un elemento que realzaba fiestas y recepciones.

La relación entre casas de baños y sexualidad provocó que se limitase el acceso a aquéllas. En Castilla, por ejemplo, estaba estipulado que los baños se destinasen a los hombres en martes, jueves y sábado, y a las mujeres, en lunes y miércoles; viernes y domingo quedaban a disposición de los judíos.

Existe un rito que es tradición en todas las bodas desde hace cientos de años y que desconocíamos su origen. Se trata del ramo de flores con el que salen las novias y que ha persistido con el paso del tiempo. Aunque ahora tiene un sentido más estético que espiritual, su origen parte de una época pasada en la que era prácticamente imprescindible llevarlo.

Muchos historiadores han explicado que, en la Edad Media, se comenzaron a usar con más frecuencia las flores en los ramos que la novia llevaba camino al altar para disimular su mal olor corporal, pues, en aquel momento, la higiene personal era deficiente. La falta de agua y las frías temperaturas hacían que los primeros baños no se diesen hasta mayo o junio (motivo que también explicaría por qué la mayoría de bodas se celebraban en aquellas fechas) y esta era la forma de disimular el olor