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"Blanco letal": por qué es tan mediocre lo último de J. K. Rowling

"Blanco letal": por qué es tan mediocre lo último de J. K. Rowling
"Blanco letal": por qué es tan mediocre lo último de J. K. Rowlinglarazon

Ante un volumen como «Blanco letal» de Robert Galbraith, pseudónimo de J.K. Rowling, un editor responsable diría que le sobran cientos de páginas. El director de la editorial le respondería que quién le dice a J. K. Rowling que su novela tiene 300 de más y quién es el guapo que se las poda. Un lector, bregado en estas lides editoriales, sostiene que aunque recortaran «Blanco letal» seguiría siendo una obra imposible. No es cuestión de cantidad de páginas: Stephen King las escribe también de gran longitud y no siempre necesita la podadora.

Entonces, ¿dónde está el problema? Dejando a un lado que a los lectores de best sellers les gustan las novelas interminables tipo «Lo que el viento se llevó», la razón por la que los más famosos autores tienden a escribir inmensos volúmenes de más de 600 páginas es porque siguen la tradición del folletín decimonónico. Además, cuanto más tienen más valen. El lector medio lee pocos libros y le gustan que sean largos, que el placer de la lectura se alargue. Por unos pocos dólares obtiene cientos de páginas de más.

El problema de «Blanco letal» es que ha mezclado tres líneas argumentales: una historia de amor sin nada que ver con la trama criminal, una novela de misterio bastante inverosímil y otra policíaca al viejo estilo de Agatha Christie, con sus terratenientes semiarruinados, luchas familiares por una herencia y un misterio al fondo que se diluye entre tantas tramas.

A Galbraith le interesa la relación amorosa de los protagonistas: Robin y el detective cojo Cormoran. Por eso mantiene la relación de Robin con su marido, como un impedimento que se interpone entre Cormoran y su ayudante. Si quería escribir sobre los difíciles amores entre el detective y la ayudante, pasión que no le interesa más que a ella, lo mejor hubiera sido relatarlos en un volumen aparte.

En cuanto a la novela de misterio con crimen al fondo es difícil de seguir con las continuas interferencias de las broncas del matrimonio y la angustia de la ayudante ante la aparente falta de interés del detective.

Roqueros y pijos

Mas interesante es la trama anti Olimpiadas, que se pierde a mitad del libro y la novela de misterio que Rowling traza con mano maestra cuando se permite dejar a un lado las digresiones y se ocupa de lo que mejor sabe hacer: narrar, crear tensión y sorprender con golpes de efectos. Si en «El canto del cuco», Galbraith centraba la acción entre la jet set, los roqueros, los pijos londinenses y las modelos de moda, y en su segunda incursión, «El gusano de seda», criticaba de forma sardónica la subcultura del mundo editorial y las rencillas entre editores, novelistas, agentes literarios y blogueras que editan en internet, en esta tercera, los Juegos Olímpicos de Londres encuentran su talón de Aquiles en los grupos antiglobalización y la rancia aristocracia londinense. «Blanco letal» es la menos conseguida de las cuatro novelas escritas por Robert Galbraith.