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Cultura

Caleidoscopio del siglo XX

La mezzosoprano rusa, Elena Zhidkova
La mezzosoprano rusa, Elena Zhidkovalarazon

Obras de Mahler, Berg, Rueda y Shostakovich. Gustav Mahler Jugendochester. Coro y Pequeños Cantores de la Comunidad de Madrid. Mezzosoprano: Elena Zhidkova. Director: Jonathan Nott. Auditorio Nacional. Madrid, 12 y 13-III-2019.

La Joven Orquesta Gustav Mahler fue fundada por Claudio Abbado en la temporada 1986-1987 y sigue tan fresca, aunque, naturalmente, renovándose permanentemente. En atriles la inmensa «Sinfonía nº 3» de Mahler, todo un colorista y gigantesco cosmos, necesitado de una batuta eficaz y desentrañadora capaz de enfrentarse a un orgánico de 130. Ese mando lo tuvo en el británico Jonathan Nott, menudo de complexión, armónico de movimientos, que sabe acentuar con tanta precisión como elegancia moviéndose en todos los planos, atento a cada entrada, a cada ataque, a cada frase. Pudimos advertir la pericia en los cambios de registro. Desfilaron ante nosotros los distintos y abigarrados episodios del primer movimiento. Ligereza, encaje delicado en el segundo movimiento, «Tempo di minuetto». Relieve tímbrico, toques misteriosamente líricos en el «Scherzando», con un espléndido solo interior de «posthorn». Pianísimos y «legato» adecuado en el «Misterioso», donde la mezzo Zhidkova cantó con emoción, aunque sin la oscuridad, el fraseo solemne de la noche. Estupendos los niños de los Pequeños Cantores en el momento «Wunderhorn» del quinto movimiento. Nott, que llevó todo en volandas, fue luego desentrañando paso a paso, sin prisas, casi deleitándose el impresionante movimiento conclusivo, «Lo que me dice el amor». Versión bien explicada y cantada, sin negruras expresionistas. El segundo concierto, con muchos huecos en la sala, se abrió con las climáticas y refinadas «Tres piezas para orquesta» de Berg. Escuchamos una interpretación bien calibrada e intensa, que alcanzo su cénit en la implacable y desoladora marcha de la tercera pieza. La voz bien educada de Zhidkova dio forma a los cinco Lieder sobre poemas de Rückert de Mahler, maestro de Berg. Cantó con gusto y afinación con el bien destilado acompañamiento, aunque en el más dramático «Um Mitternacht» echamos en falta una mayor amplitud y dimensión de la voz. «La Tierra», de Jesús Rueda, nació para completar la serie de «Los planetas» ideada en tiempos por Holst. Difíciles pentagramas que prueban de nuevo la habilidad del compositor para trazar agitadas y milimétricas figuraciones, chisporroteos fulgurantes, presididos en sus tramos finales por un solemne tema de los metales. La sesión venía coronada por la última «Sinfonía» de Shostakovich, la «nº 15», en la que suenan retazos rossinianos («Guillermo Tell») y wagnerianos («Crepúsculo de los dioses») y en la que sentimos, asimismo, la presencia de Schumann. («Sinfonía Renana»). Tratamiento depurado, cierta ironía, «fugati», «tempo» de vals, pedales, transparentes maderas, repeticiones variadas. Todo fue espléndidamente explicado por Nott y sus huestes.