Literatura

Roma

Caravaggio y Quevedo juegan al tenis

Álvaro Enrigue gana el Premio Herralde de novela con una original obra sobre el arte

La Razón
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¿Cómo habría sido un partido de tenis entre dos genios tan dispares como Caravaggio y Quevedo? Ése es el originalísimo planteamiento de «Muerte súbita», del escritor mexicano Álvaro Enrigue, desde ayer ganador del 31 Premio Herralde de Novela. El galardón, convocado por la Editorial Anagrama y dotado con 18.000 euros, tuvo este año la mayor participación de su historia al presentarse un total de 476 originales.

Enrigue traslada al lector al 4 de octubre de 1599, a las doce en punto del mediodía, cuando Michelangelo Merisi da Caravaggio, el pintor de éxito de la época –«con una fama más cercana a la de un Andy Warhol que un Miguel Ángel», en palabras de Enrigue– se bate en duelo deportivo con uno de los escritores que definen ese tiempo, Francisco de Quevedo, «tal vez demasiado inteligente y sensible para su propio bien». El escenario son las canchas de tenis públicas de la Plaza Navona, en Roma. Los dos hombres del barroco, según el ganador del Premio Herralde, «están en la cancha para defender una idea del honor que ha dejado de tener sentido en un mundo repentinamente enorme, diverso e incomprensible». «Muerte súbita» es también una historia del tenis, un deporte del que su primer registro documental se sitúa en un edicto de excomunión del obispo Edmundus Lacy, fechado en 1451. Escrita a partir de una muy abundante documentación, la novela nos traslada a un mundo en constante cambio, con momentos que pueden recordar a nuestra actualidad. Por eso, Enrigue afirmó ayer que «está escrita con mucha rabia desde la decepción de lo que estamos viviendo en el mundo. Es una novela muy personal, pero sin ser autobiográfica». A este respecto, el escritor recordó que «hay cosas que solamente se pueden decir en una novela porque hay en ella una libertad única. Está planteada como una ficción, pero podría ser también un ensayo», asegura el escritor. En «Muerte súbita», el escritor –el cuarto mexicano en ganar el Herralde– nos cuentan historias sorprendentes sobre el deporte de la raqueta, como su nacimiento en el sur de Francia en conventos medievales o que las mejores pelotas de tenis se fabricaban con cabello humano. Eso hace que en el relato de Enrigue aparezca la figura de un mercenario francés que roba las trenzas de la cabeza decapitada de Ana Bolena, una de las esposas de Enrique VIII de Inglaterra.