Sección patrocinada por sección patrocinada

Papel

Carla Calabrese: «Shakespeare suena a rock»

«Sueño de una noche de verano» nos adentra en el mundo más mágico y cómico del bardo inglés. Podrá verse hasta el 11 de noviembre en el Teatro Príncipe Gran Vía

Carla Calabrese / Foto: Luis Díaz
Carla Calabrese / Foto: Luis Díazlarazon

«Sueño de una noche de verano» nos adentra en el mundo más mágico y cómico del bardo inglés. Podrá verse hasta el 11 de noviembre en el Teatro Príncipe Gran Vía.

He aquí una de las obras más frescas y cómicas de uno de los escritores más célebres e ilustres de la literatura universal. He aquí una historia de enamorados, de hadas y de duendes. He aquí un texto sublime de William Shakespeare, en torno a cuya pluma sobrevuelan mitos que quiere desmontar sobre las tablas Carla Calabrese, la directora de «Sueño de una noche de verano», con una función mágica y rockera que combina a la perfección los mejores atributos del poeta y dramaturgo inglés. Porque uno puede leerle, pero también puede bailar la música que destilan sus palabras. Porque por mucho que pese sobre él una fama de elitista, al ahondar en nuestras oscuridades para trazar una radiografía del ser humano, escribía para que la gente le entendiera. Porque la directora argentina ha resucitado a una persona inmortal, que hasta el 11 de noviembre estará más viva que nunca en el Teatro Príncipe Gran Vía.

–¡Qué bonitas son las noches de verano!

–¡Desde luego! Hay algo mágico en el aire.

–¿Más que las de invierno?

–Sí. Además, una está mucho más en contacto con la naturaleza. Tal y como se dice en la obra, cuando hay amor, la naturaleza está en equilibrio. En cambio, cuando falta la armonía, se rebela.

–¿A usted con qué le gustaría soñar?

–Con encontrar y conservar el amor verdadero, con rodearnos de la gente que nos quiere de verdad.

–Pero, realmente, ¿con qué sueña?

–Con la paz en el mundo, que lo estamos congestionando con guerras y con el descuidado de la naturaleza. Por eso, desde el punto de vista escenográfico, presentamos un bosque mágico y encantado hecho con materiales totalmente reciclados.

–¿Más despierta que dormida?

–Sí. Cada vez duermo menos y sueño más.

–La obra cuenta una historia de hadas y duendes... ¿Existen?

–Por supuesto.

–Pues yo no los he visto.

–Es que no se ven. Lo esencial es invisible a los ojos.

–¿Qué nos enseña «Sueño de una noche de verano»?

–Shakespeare relacionaba la armonía en la naturaleza con la que debería haber entre las personas. Decía que si no había paz entre nosotros se quebraría el medio ambiente, manifestándose en tormentas, tsunamis, huracanes... Y pienso que es cierto. La unión entre los humanos es lo único que puede salvarnos.

–¿Me está diciendo que si nos quisiéramos más y estuviéramos más unidos habría menos catástrofes naturales?

–Si hubiera más unión habría más maneras efectivas de combatirlas. El calentamiento global, por ejemplo, también tiene que ver con que los humanos no nos unamos como especie. La unión, el amor, la compasión, entender al otro... hace que nos defendamos mejor y que cuidemos más nuestro planeta.

–¿El teatro siempre tiene una labor didáctica?

–Sí, tiene el poder de transformamos. Es como un espejo donde el espectador mira sus propios miedos, angustias, alegrías... Tiene que ver con encontrarnos con la magia que soñamos e intuimos que existe. Esa magia está ahí, y las hadas y los duendes pueden encontrarse cerca.

–¿Cuánto hay que leer a Shakespeare para poder dirigir una obra suya?

–Hay que intentar entenderlo, porque muchas veces nos encontramos textos suyos escritos de manera desestructurada y conservadora. Él no escribía así. Lo hacía de forma normal, para el pueblo, y hacía las obras para la gente común.

–¿No es elitista?

–¡Para nada! Tenemos esa imagen porque sus textos están escritos en inglés antiguo y eso puede complicar su comprensión.

–Sus tragedias estaban hechas para la nobleza...

–La nobleza le subvencionaba las obras, que se hacían para divertir a la realeza. Pero se representaban para el pueblo, y todos tenían que ser capaces de entenderlas.

–¿A usted para quién le gusta dirigir?

–Para todo el mundo, por supuesto.

–¿De ahí sus sonidos rockeros?

–El rock nos parecía la música que mejor expresaba la emoción de esta obra tan mágica y romántica. Y últimamente el rock es lo que más refleja las sensaciones de las masas. Es una linda manera de acercar un clásico a las nuevas generaciones. Y es que Shakespeare suena a rock, porque rompe con las estructuras de los cuentos clásicos.

–Entonces sus textos se leen y ¿se bailan?

–Podría ser. Él estaría encantado, orgulloso y feliz de ver en esta época una obra suya tan fresca capaz de reflejar su esencia.

–¿Cómo es su mundo?

–Muy analítico de las conductas humanas. Era un escritor que se relacionaba con las oscuridades desde las profundidades.

–¿Prefiere el verso o la prosa?

–Mientras sea poético, no se hable en vano y se exprese con magia. Hay una combinación perfecta entre el verso y la prosa que tiene que ver con lo que él escribía.

–¿Un tango o una sevillana?

–(Risas) No conozco mucho las sevillanas, pero estoy descubriendo y entendiendo la cultura española y me fascina. Me siento muy conectada con España, que atraviesa un momento teatral y económico mucho mejor que el argentino.