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Carmen Reviriego: «En las subastas hay mucho marketing»

Carmen Reviriego: «En las subastas hay mucho marketing»
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Carmen Reviriego es presidenta de Wealth Advisory Services y ha trabajado en la gestión de grandes patrimonios. Estudió en la Sotheby's Institute of Art, IESE y la Universidad de Florida, y, con su equipo, ha realizado importantes operaciones internacionales y batido récords mundiales en subasta. Acaba de publicar «El laberinto del arte».

-¿Qué le ocurre al coleccionismo español?

-Con respecto a Europa, el mercado ha caído un cinco mientras en el continente ha ganado un 5. Hay tres aspectos en los que hay que trabajar. El primero es que el gran inversor español no ha acabado de ver el arte como un activo de inversión, un valor estable y refugio, y el resto de invesores del mundo, sí. También ha ocurrido que, desde 1975 no se ha hecho el mismo esfuerzo en educación artística que en Alemania o Francia, por ejemplo. Nos falta cultura. Y la fiscalidad era el tercer problema, aunque ya está resuelto y estamos al nivel de Europa. Los países los cambian la sociedad, las empresas y las instituciones, los tres juntos. Ahora se respira en la misma dirección.

-¿Tanto influye el estado de ánimo?

-Creo que lo que está ocurriendo en el ámbito económico es una circunstacia y hay que resolverla. Cada uno tiene que hacer lo mejor de lo que es capaz. Es muy duro, pero también es una oportunidad.

-Pero en el caso del arte, sin inversores...

-Hacen falta más coleccionistas en España y que el gran patrimonio vea el arte como un valor seguro. El que tiene dinero es porque tiene cultura de dinero, visión práctica. Uno puede comprar una obra de arte y se hace la vida mejor y es patrimonio.

-¿Por qué es un valor seguro?

-Por varios aspectos. La noche que cayó Lehman Brothers se batió un récord mundial con obras de Damien Hirst. Es un mercado que funciona de manera independiente al bursátil. Se mantiene aunque caigan los mercados financieros. Y es seguro porque está absolutamente globalizado. El arte no obedece a coyunturas locales. Puede estar Europa en crisis pero en otra parte del mundo va bien. Y hay pocos activos en los que se puede diversificar tanto, por periodos, estilos y materiales. Además, es un bien ligado a la riqueza y las riquezas no han dejado de crecer en el mundo.

-¿Por eso seguimos viendo récords como los de Bacon?

-Records ha habido siempre y es porque mucha gente lo entiende como una inversión clarísima. Pero yo me planteo en el libro una pregunta clave: ¿cuánto vale una obra de arte?. Pues hay un elemento racional, que es que vale lo que pagan por ella, y luego hay otro emocional. Para un récord tiene que funcionar todo a la perfección, incluido el márketing...

-¿Márketing en subastas?

-¡Hombre! El mercado del arte no es ajeno al momento. Hay toda una estrategia de promoción, un plan de comunicación, de envolver la obra. Esa parte es preciosa. Muchos aspectos influyen, como elegir el canal, el lugar, la hora, con qué piezas compite...

-¿Está cambiando el perfil del coleccionista en España?

-Bueno, hay muchos tipos, pero nos queda bastante por aprender de otros países como Alemania, donde se regalan obras de arte en las bodas. Y Francia, que está llena de galerías. Deberíamos regalar arte, no porque ayude a un mercado, sino porque nos hace mejores. En España está cambiando algo, pero va muy despacio. Yo soy optimista.

-¿Qué opina de lo que estudia hacer Detroit, vender obras para pagar su deuda?

-Muchas veces se critica que en España sea tan difícil sacar una obra de nuestros grandes maestros, porque se consideran Bien de Interés Cultural, pero creo que un país tiene que proteger su patrimonio porque es su identidad. Eso es sagrado, forma parte de la historia. Algunas veces nos enfrentamos a un cliente nuestro que quiere vender, y el mercado español es muy reducido. Al propietario le hundes si no le dejan sacar la obra al mercado intrernacional. Pero tiene que haber un equilibrio. Es como vender los recuerdos.

-¿Le parecen bien las restricciones a pesar de que perjudican a su empresa?

-Sí, pero yo intento conciliar razón y corazón. Porque me dedico a algo hermoso. He comprendido con este libro que todas las cosas tienen un misterio, una religiosidad. Cuanto más respeto y amor pones en ello, más difuminada queda la línea entre lo sagrado y lo profano. En mi trabajo el artista y las galerías tienen que comer, pero hay que hacerlo con respeto.

-Ojalá todo el mundo pensara así.

-Creo que todos deberíamos esforzarnos. A veces o lograremos, a veces no.