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Historia

Cervantes en Argel, el episodio más oscuro del escritor

Los cervantistas Juan Manuel Lucía Megías, asesor histórico del filme de Alejandro Amenábar sobre el cautiverio de Cervantes, y Alfredo Alvar, que publica este otoño una completa biografía del escritor, cuentan lo que vivió en Argel el autor de «El Quijote»

"El Cautivo", la película sobre Cervantes de Alejandro Amenábar
"El Cautivo", la película sobre Cervantes de Alejandro AmenábarDisney

«El gozne sobre el que se articula fuertemente toda la vida de Cervantes», escribió en una ocasión Juan Bautista Avalle-Arce; «ese vacío –hueco, vórtice, remolino– en el núcleo central de la gran invención literaria», comentó Juan Goytisolo. El filólogo y el escritor describían con estas severas y graves palabras al suceso capital que dividió en dos partes la vida de Miguel de Cervantes.

Durante el siglo XVI, el Mediterráneo era un mar de aguas disputadas por el turco, la Berbería y las cristiandades. El 26 de septiembre de 1575, después de que una tormenta dispersara la flotilla de cuatro embarcaciones que había partido del puerto de Nápoles rumbo a Barcelona, y cuando la marinería ya atisbaba desde la borda las costas de Cataluña, fue acorralado, asaltado y rendido por piratas berberiscos uno de los navíos: la galera bautizada con el nombre «El sol», donde viajaba el futuro autor de «El Quijote» y su hermano Rodrigo. Los dos fueron prendidos y los dos tomados como cautivos de gran valor. «Es una línea divisoria en su biografía; hay un antes y un después del cautiverio, también en lo profesional. En 1575, quería hacer carrera en los tercios italianos. Cinco años después ya no tenía esa posibilidad. Lo que quería hacer entonces era encontrar un trabajo en la Corte en Madrid como funcionario o secretario; un puesto que le permitiera sostener a su familia», explica José Manuel Lucía Megías, el asesor histórico de la película «El cautivo», dirigida por Alejandro Amenábar, que se estrena el próximo 12 de septiembre, pero también autor, en la editorial Edaf, de una extensa biografía del novelista repartida en distintos volúmenes y del libro «Cervantes íntimo» (Plaza & Janés), que llegará a las librerías este 4 de septiembre. «Hay que entender que él no sabía cuántos años iba a estar retenido allí, con lo que eso implicaba psicológicamente. Los cautivos entraban, pero nunca sabían cuándo se iba a pagar un rescate por ellos que les permitiera recobrar la libertad. Él pasó cinco años al final, pero hubo cautivos que estuvieron presos diez y veinte años».

Amenábar, en el rodaje de "El Cautivo"
Amenábar, en el rodaje de "El Cautivo"Disney

Cervantes entonces no era el mismo hombre que había salido de España y había participado en la batalla de Lepanto. Arrastraba ya consigo una mano inútil, el cansancio que conllevaba haber participado en varias batallas y el peso que deja el tiempo en la talla, la voluntad y el alma. Para los moros de la Berbería, su cabeza valía la suma nada modesta de 500 ducados. Una cantidad alta para un preso. El elevado precio que se exigió por su rescate provenía de una confusión, porque el escritor, si algo tuvo constante a lo largo de sus días, fue su mala estrella.

«Los presos de Argel estaban encadenados, llevaban grilletes al cuello o alrededor del tobillo y recibían duros castigos»

Alfredo Alvar

Cuando fue apresado, el novelista portaba consigo cartas de recomendación firmadas por nada menos que don Juan de Austria. Unas misivas que convencieron a estos berberiscos de que era una persona de rango y estima, y que se podía exigir por él una rica cuantía de dinero. «Cinco años de secuestro y cautiverio le rompen la cabeza al más pintado. A Cervantes se le rompieron todos los principios y, al volver a España, además, no recibió las mercedes que esperaba, lo que creó en él mucho resentimiento», explica por su parte Alfredo Alvar, que publicará en la Esfera de los Libros una ambiciosa biografía de Cervantes que contendrá una transcripción de todos y cada uno de los documentos que existen sobre el autor de «La Galatea».

Alvar es conciso y claro sobre lo que suponía un encierro en la Berbería: «Las penas corporales estaban a la hora del día. Los presos estaban encadenados, llevaban grilletes al cuello o alrededor del tobillo y recibían duros castigos, como latigazos o palos. Eso era lo corriente. Es cierto que les permitían cierta libertad de movimiento, pero si salían del baño, tenían que ir con una cadena y una marca que indicara de quién eran esclavos».

«¿Si esta experiencia volvió a Cervantes más tolerante con el otro? Pues no»

Alfredo Alvar

El historiador explica que la economía de Argel se fundamentaba en dos pilares: «Era la ciudad más grande del Mediterráneo sur, como Nápoles lo era del Mediterráneo norte. En su comercio participaban españoles, porque existía un tráfico de mercancías lícitas entre la península y los territorios del rey católico, Sicilia, Cerdeña y Nápoles. La segunda fuente de ingresos era el cobro de rescates».

Una visión ambivalente

Cuando se le pregunta cómo incidió este prolongado encierro en Cervantes, Alvar no duda y encuentra un paralelismo cercano: «¿Si esta experiencia lo volvió más tolerante con el otro? Pues no. Estos tíos se aborrecían. No hay tolerancia. Esto supuso para él una tragedia de todo orden. Es un desastre para su vida. No creo que los secuestrados por ETA se hayan hecho más tolerantes con los terroristas. O los que estuvieron en manos de las FARC. No. En las páginas de su obra magna escribe sobre la expulsión de los moriscos. Él tiene una visión ambivalente sobre el moro. Por una parte, al colectivo en general lo desprecia y se alegra de su expulsión; por otro lado, siempre hay alguno, una excepción, por el que siente misericordia».

«El estar cautivo para un cristiano era un profundo estigma»

José Manuel Lucía Megías

José Manuel Lucía Megías añade otro asunto de relevancia: «El estar cautivo era un profundo estigma, porque para el mundo cristiano, esas personas han estado en contacto con el mundo musulmán y el problema que se deriva de eso es que han tenido la posibilidad de haber renegado de la fe católica, aunque fuera un reniego falso, porque, al hacerlo, se conseguían mayores libertades y más oportunidades de obtener dinero para su rescate y volver a tierras cristianas. Estos hombres ya estaban penalizados y marcados».

Intentos de fuga

La pregunta suspendida en el aire es cómo se comportó el escritor durante el quinquenio que permaneció en Argel. «Sabemos que intentó escaparse cuatro veces y que ayudó a personas, normalmente notables, a lograr la libertad. Era una manera de mostrar su valentía. Él mismo cuenta que intentó fugarse en 1577, y que, al fracasar, dio un paso al frente; aseguró que él fue el autor de la huida y que merecía todo el castigo, salvando así a todos los compañeros. Es una imagen heroica la que proyecta. El problema es que tenemos información de otro cautivo que defiende que ese mismo intento de fuga lo había organizado él. Por otro lado, el Inquisidor Blanco de Paz dio un testimonio negativo de Cervantes y empleó una frase en la que afirmaba que hizo cosas viciosas y feas».

Miguel de Cervantes
Miguel de CervantesJuan de Jáuregui

Sobre esas palabras se ha proyectado la idea de que Cervantes pudo haber eludido castigos y penas a cambio de favores sexuales. Para Alvar, no existe nada en la documentación, a favor o en contra, que permita deducir eso. «Como no lo matan, se ha deducido que era homosexual. No tiene sentido. ¿Por qué no lo matan? Porque su rescate tiene un enorme valor para sus captores, lo primero, y, luego, porque posee claras capacidades oratorias que le permiten embaucar a los de su alrededor, como se puede desprender fácilmente de la lectura de su literatura. Además, en caso de duda, sabemos que estuvo seis meses encerrado en una cárcel, engrilletado y castigado. ¿Así es como se trata a alguien por el que se tiene aprecio? Lo que ocurre es que a algunos les cuesta creer que una persona se pueda mantener en sus principios cinco años. Pero ese no es el problema de Cervantes».

«¿Por qué escapó Cervantes de los castigos? Por que valía mucho dinero. Era un tesoro»

José Manuel Lucía Megías

Megías coincide con Alvar y dice que nada indica que tuviera relaciones homosexuales. Después suma un argumento al debate que ayuda a comprender por qué se libró de penas mayores a pesar de que trató de escapar en varias ocasiones: «Valía mucho dinero. Cervantes era un tesoro. ¿Qué es lo que tenemos en los escarmientos que se da a los que intentan huir? A los pobres, no a los que valen dinero, porque entonces sus dueños saldrían perdiendo. Los miserables son los que pagan por esas acciones».

Cervantes, por la información de que se dispone, se mantuvo en su fe, se comportó como buen cristiano y padeció castigos. La demostración es que se libró de acabar en Constantinopla por los pelos. Lo liberaron de su cautiverio cuando el barco que lo llevaba a Turquía zarpaba, como explica Alvar. «Ya estaba encadenado a los remos cuando llegó fray Juan Gil con el rescate. El cómitre de la galera, entonces, le dijo que, por quitarle las cadenas a Cervantes, también había que pagarle a él una suma. Juan Gil estaba pelado, pero se las apañó para conseguir una propina para este individuo. Así se libera a Cervantes. Pero él ya estaba amarrado a la bancada. Lo rescataron en el último momento. El barco ya iba a partir. Si no hubiera sido por Juan Gil... Al final, después de ruegos, aceptaron conceder la libertad a Cervantes, pero el mismo día que su barco alzaba velas para regresar a Constantinopla. En un documento, un informe que Cervantes hizo con varios testigos para probar su comportamiento en su cautiverio, se asegura que siempre fue un fiel católico, comulgó y ayudó a los compañeros. Pues eso...».

LA TENTACIÓN HOMOSEXUAL DE CERVANTES

No existen pruebas de que Cervantes renegara de la fe o de que cediera a tentaciones sexuales. De hecho, Alfredo Alvar aporta un par de datos que van en dirección contraria a esas insinuaciones. «El rey de Argel era un renegado veneciano, un individuo conocedor de las marcas culturales; no era un fulano extraído o procedente del desierto o que viniera de Turquía y que no hubiera convivido jamás con los cristianos. No se sabe nada y nunca se sabrá mientras no haya documentos sobre ese aspecto. Pero, en cambio, sí poseemos grandes fuentes, como Diego de Haedo y Antonio de Sosa, que sí hablan de su acción heroica, valiente y audaz en Argel. Este es un texto que no escribió Cervantes. Luego poseemos la llamada “información de Argel”, que consta de 25 preguntas, donde responden doce testigos, que es donde habla de sus fugas. Ahí tampoco aparece ennoviado con nadie». Alvar suma otro detalle: «El dueño de Cervantes también era un renegado cristiano, en esta ocasión griego. Tampoco proviene del mundo musulmán».