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«Chinglish», esta traducción es un martirio chino

larazon

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Los diccionarios, como la Wikipedia, los carga el diablo. Sirven como muleta al principiante pero se convierten en una mina antipersonas para el profano. Dan más disgustos que un master que en el fondo no se necesita más que para vacilar. De eso empiezan a darse cuenta las autoridades de Pekín, que, a golpe de humillación en las redes sociales, han iniciado una campaña contra las malas traducciones de los letreros y carteles de la via pública que solo ayudan al visitante a echarse unas risas. Por ejemplo, el Parque de las Minorías Étnicas dedicada a los pueblos del país y sus costumbres está indicado en las señales como poco apetecible: «Racist Park» («Parque racista»).
Esta es una muestra del conocido como «chinglish», un híbrido fallido por textos como «If you have any trouble, feel free to hang your employees», es decir, «si tiene problemas, ahorque a sus empleados», o «big fuck hall», una expresión que puede significar «hall grande de cojones» o «hall grande para joder» pero no lo que su autor tenía en mente y que desconocemos. De «Grilled Sexual Harassment», «Set your cup under the cock» o «Fuck the duck until exploded» nos ahorraremos la traducción pero son todas divertidas. Resulta increíble que con una diáspora de millones de chinos en países angloparlantes y, aunque desconocemos la cifra, es de suponer que algún que otro filólogo, la ciudad de Pekín haya recurrido a los voluntarios para inspeccionar los letreros y advertir de las incorrecciones para mejorar la imagen de la ciudad, que opta a los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022. Especialmente sensibles son las áreas del World Trade Center, donde las multinacionales abundan y los ejecutivos ríen.
El problema con el chino es que para leerlo y comprenderlo hay que conocer los caracteres y su traducción fonética. Y ahí surgen las bufonadas. Pero no hay que irse tan lejos para ver «chinglish». En algunos restaurantes chinos de Madrid puede leerse en la carta: «chicken to the lemon» para el cliente internacional. Pero ojo, que hay bares muy castizos de nuestro centro que ofrecen con alma cosmopolita «schrimps to the iron» –que por más que queramos, la plancha para una camisa no es la misma que para las gambas en inglés– o, más dramáticamente, traducen «callos» en sentido Google translator: y claro, ofrecen «calluses», pero de los de los pies, algo que espanta a cualquier turista, en lugar de ofrecer la versión de ese manjar que también se consume en el norte de Europa y que hace referencia a las tripas de un animal: «tripe». Moraleja: si no sabe idiomas, pida ayuda, pero no se lance a la piscina. No ponga en su currículum algo que no ha estudiado. Va a hacer el ridículo.

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