Crítica de “Pig”: trufas, pero menos ★★★
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Dirección: Michael Sarnoski. Guion: Michael Sarnoski y Vanessa Block. Intérpretes: Nicolas Cage, Alex Wolff, Adam Arkin, Cassandra Violet. USA, 2021. Duración: 92 minutos. Drama.
“Pig” aspira a ser una trufa en un bosque de tréboles de tres hojas. Lo que se dice un diamante en el estercolero del cine de ‘pitchings’ previsibles. No se dejen, pues, engañar por el título, porque la cerda que le roban a un ermitaño sucio y lacónico es solo una excusa, el símbolo de un vínculo, el último y definitivo, con la vida, y, también, un motor narrativo para sacar a su dueño de su torre de marfil y devolverlo al mundo del que huyó, que no es otro que el de la alta cocina de Portland. Es, pues, otra oportunidad (y van…) para que Nicolas Cage demuestre su condición de trufa, de exquisitez extravagante, en una película que siempre es muy consciente, quizás demasiado, de su originalidad.
No es extraño, pues, que Cage atraviese su metraje como un profeta herido, que proclama con la misma serenidad el advenimiento de un terremoto como las bondades de la integridad artística. Si “Pig” empieza como una película de venganzas y acaba como una versión fatalista de “Ratatouille”, lo hace al ritmo minimalista, casi abstracto, de un viaje crístico, en el que toda alusión al pasado y toda descripción del contexto es deliberadamente elusiva. En esa reducción al absurdo está el principal encanto del filme, pero también su limitación: es una trufa, sí, pero descongelada.
Lo mejor
La escena del duelo de chefs en el restaurante, donde Cage brinda una réplica bañada en nitrógeno líquido.
Lo peor
Su buscadísima originalidad roza a veces con la impostura.