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Crítica de “Los pasajeros de la noche”: la luz al final del túnel ★★★☆☆

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La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Dirección: Mikhaël Hers. Guion: Maud Ameline, Mariette Désert y Mikhaël Hers. Intérpretes: Charlotte Gainsbourg, Noée Abita, Quito Rayon Richter, Emmanuelle Béart. Francia, 2022. Duración: 111 minutos. Drama.
Es un enigma por qué Mikhaël Hers empieza “Los pasajeros de la noche” con la victoria electoral de François Mitterrand, en 1981. Las imágenes de euforia parecen inaugurar una década prodigiosa, pero luego la película se olvida completamente de su marco histórico, más allá de que, en los subterráneos de su subtexto, este podría definir un periodo de renacimiento (en Elisabeth, encarnada por una conmovedora Charlotte Gainsbourg, recién divorciada y en el paro) y maduración (en sus hijos adolescentes) en dos generaciones de ciudadanos franceses. Es algo que también ocurría en “Amanda”, la anterior película de Hers, donde un acto terrorista era capital para el relato pero insignificante a la hora de generar un discurso político. Con la Historia fuera de campo, solo queda el estudio de personaje y sus ramificaciones.
Una mujer en crisis, abandonada por su marido, sin experiencia laboral y sin dinero en el banco; una depresión vencida por una oportunidad laboral más lucrativa emocional que económicamente (un programa de radio de confesiones de madrugada que le salva la vida); por un lado, la aparición de un interés romántico, y por otro, de Talulah, una chica sin hogar, con problemas de adicciones, que acoge en su familia. Ni siquiera ahí Hers sucumbe a la tentación de sublimar el conflicto: hay una normalidad en todo lo que ocurre en el filme, una lógica empática, que desecha intensificar los momentos dramáticos o decisivos (aunque los haya). El personaje de Talulah está inspirado en Pascale Ogier, la protagonista de “Las noches de la luna llena” y “Le pont du Nord” que murió a los 26 años, pero estamos lejos de la geometría naturalista de Rohmer o de la ficción conspirativa de Rivette. Es otro marco, esta vez cinéfilo, para canalizar el flujo de la vida de Elisabeth desde una luz tenue pero persistente, para que veamos cómo las cosas siempre acaban poniéndose en su lugar.

Lo mejor

Charlotte Gainsbourgh transmite la vulnerabilidad y las ganas de luchar del personaje con suma delicadeza.

Lo peor

El tono, deliberadamente laxo, a veces puede perjudicar la conexión con los personajes.