Estreno

Crítica de “As bestas”: todos somos animales ★★★★☆

Luis Zahera en una escena de "As bestas", rodada en un pueblo del Bierzo
Luis Zahera en una escena de "As bestas", rodada en un pueblo del Bierzo larazonArcadia Motion Pictures/EFE

Dirección: Rodrigo Sorogoyen. Guion: Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña. Intérpretes: Denis Ménochet, Marina Foïs, Luis Zahera, Diego Anida. España-Francia, 2022. Duración: 137 minutos. Drama.

SaComo en “Stockholm”, “As Bestas” entra de lleno en el reino de las películas bicéfalas. Aquí la división se produce a partir de un cambio de punto de vista, primero se atiende al de un francés instalado en el campo gallego, exurbanita convencido de que la agricultura orgánica y la sostenibilidad ecológica le van a regalar una nueva vida, y después al de su mujer. Las dos partes de la película funcionan como el anverso y el reverso de un mismo conflicto, donde los antagonistas son la gente del pueblo, su hostilidad manifiesta ante unos advenedizos que no quieren vender sus tierras a una empresa de energía eólica. Rodrigo Sorogoyen da una lección ejemplar de cómo esos dos puntos de vista ondean sus razones y transforman la puesta en escena, una dominada por la rabia y la violencia contenida -la escena, en plano secuencia fijo, del careo entre Denis Ménochet y Luis Zahera, extraordinarios, es fantástica-, la otra movilizada por la obsesión, esa testarudez neurótica que parecen compartir muchos de los personajes de su cine (el Antonio de la Torre de “Que nos Dios nos perdone”, la Vicky Luengo de “Antidisturbios”, la Marta Nieto de “Madre”), y que Marina Foïs, desde una modélica, adusta expresividad, encarna con telúrico coraje.

El cambio es brusco, en la medida en que “Perros de paja” o “Deliverance” se convierte en “Madre”, y se vive como una ruptura de tono a la que el espectador puede tardar en acostumbrarse, sobre todo porque las cartas están echadas y la venganza anunciada. Sin embargo, la solidez de “As Bestas” está por encima de esta ruptura, e incluso de su discurso sobre las negras entrañas de la España vaciada, el rencor acumulado por los olvidados y el idealismo autocomplaciente de los que huyen de la ciudad para reconquistar un territorio. Será que, para Sorogoyen, como ilustra la brutal secuencia del prólogo, la vida está protagonizada por dos clases de personas: los que doman y los que se resisten a ser domados, y todos son, a su modo, animales.

Lo mejor

Sorogoyen demuestra su talento en crear tensión y ambientes opresivos.

Lo peor

Puede que la segunda parte ralentice la intensidad dramática de la primera.