Cine

El corto español se puede hacer más grande en Hollywood

Cuatro son los trabajos de directores nacionales en liza para la carrera a los Oscar en la categoría de mejor cortometraje de ficción

Un fotograma del corto "Votamos"
Un fotograma del corto "Votamos"ImdbImdb

Cómo negar la validez de lo corto, la calidad inalterable de lo breve, si hasta un hombre embrutecido como Charlton Heston afirmaba sin titubeos que cada una de las canciones de Sinatra, eran, en esencia, películas de cuatro minutos. Razón no le faltaba: en pequeños lapsos de tiempo podemos jugar entre las estrellas, pedir que nos lleven a la luna, despertar en una ciudad que nunca duerme, enamorarnos de un extraño en mitad de la noche e incluso ser títeres, mendigos, piratas, poetas, peones o reyes si nos da la gana. El interés de las cosas que contamos no radica en el tiempo que utilizamos para hacerlo sino en la capacidad que manifestamos para trasladar su esencia. Y precisamente en la condición talentosa, diferente o significativa de esa esencia, de esa narrativa condensada que constituyen cuatro cortometrajes españoles ha ido a posar sus ojos la Academia de Cine de Hollywood.

“Votamos”, de Santiago Requejo; “El tratamiento”, de Álvaro Carmona; “Plastic Killer”, de Josep Pozo y “Tula”, de Bea de Silva, engrosan la lista de nombres de un total de 15 trabajos preseleccionados por la institución americana para los Oscar dentro de la categoría de mejor cortometraje de ficción y podrían poner rumbo a la meca del cine como nominados oficiales el próximo 24 de enero, fecha en la que se conocerán los cinco títulos elegidos definitivos. Más allá del cariz histórico que envuelve la noticia si tenemos en cuenta el hecho de que nunca antes habían coincidido tantas producciones nacionales juntas en la “shortlist” de los prestigiosos galardones y de los ilusionantes precedentes que ya sentó el pasado año el director Alberto Mielgodespués de ganar el Oscar a mejor corto de animación por “El limpiaparabrisas”, el hecho de que estas cuatro historias breves que versan sobre temas como la importancia de recibir una educación sexual edificante y a tiempo, las consecuencias de estigmatizar las enfermedades mentales, la dictadura de la imagen o los terribles vaticinios que produce el cambio climático y están arropadas mayoritariamente por el manto localista de la comedia –con independencia de cada una tenga su propio estilo y sello narrativo– sean españolas, fortalece aún más la extraordinaria consideración que está obteniendo nuestro cine durante un año que ha sido absolutamente inolvidable para el largo en términos de calidad, cantidad y sensibilidad.

Durante el encuentro mantenido ayer con los cuatro directores en la Academia de Cine de Madrid, Josep Pozo, autor de “Plastic Killer”, quiso destacar que, pese a lo emocionante de esta realidad, el formato del corto todavía sigue padeciendo algunas carencias objetivas para llegar a un público más masivo que residen en el alcance de la promoción: “Las películas siguen teniendo más oportunidades porque llegan a las salas de cine y cuentan con campañas de promoción mucho más grandes. Nos hace falta abrir más debate, generar más conversaciones y diálogos además de poder mostrar nuestro trabajo en los festivales y algunas plataformas”, aseguró. En cambio, su joven compañera y autora del reivindicativo “Tula”, Bea de Silva, encuentra ventajas en la duración de los cortos y entronca esta virtud con el tipo de consumo rápido del audiovisual que prima en estos momentos: “Si lo piensas, los capítulos de las series ya son pequeños cortos de 20 minutos. Consumimos vídeos cortos a todas horas, solo es cuestión de que las plataformas apuesten más por ello”.

Requejo por su parte, director del celebrado “Votamos” que ya estuvo nominado el año pasado en los Goya, destacó que “lo me marca verdaderamente el sello, es el cine. Falta una apuesta grande por parte de las distribuidoras a la hora de elevar el cortometraje a la categoría de película. Nosotros al final hacemos películas de 12, 13 o 14 minutos y os aseguro que eso al público le interesa mucho. Nos hemos pateado festivales y es impresionante ver auditorio con 300 personas lleno para disfrutar de cine “corto”. Solo falta ese pequeño eslabón, esa apuesta de la industria por intentar acercarlo al público. Cada vez estamos más acostumbrados a consumir vídeos de Tik-Tok, de Instagram, de YouTube. Falta industrializarlo un poco más”. Canciones que sean películas, películas que sean canciones, cortos que sean poemas, relatos que sean piezas perfectamente encajadas. Todo cabe, todo vale, todo cuenta, cuando la historia es buena. Y estas cuatro, parece que lo son.