Estados Unidos

Alejandro González Iñarritu: «El color de piel sigue marcándonos»

Con la película "El Renacido"opta a 12 Oscar, entre ellos el de mejor actor para DiCaprio

El director mexicano Alejandro González Iñárritu.
El director mexicano Alejandro González Iñárritu.larazon

Una historia de supervivencia es la que cuenta en «El renacido», que define como una metáfora de la vida.

Ha tocado todos los palos antes de llegar al mundo del cine: empezó en la radio como disc-jockey, trabajó en Televisa de productor, creó Zeta Film para introducirse en el mundo de la publicidad mientras componía música para películas. Fue durante este tiempo cuando conoció y trabó amistad con el escritor Guillermo Arriaga, de ahí surgiría su primer filme en 2000, «Amores perros» (criticado por la brutalidad y veracidad de las escenas de peleas de canes). Le siguieron «21 gramos» y «Babel». Tras esta última, el tándem se deshizo, motivado, dicen, por el ego del director. «Biutiful» fue su primer filme sin su inseparable escribano y «Birdman» lo catapultó definitivamente. Ganó el Oscar al mejor director, guión y película. y Con «El renacido» apunta muy alto, pues opta a doce estatuillas.

–¿Cómo llegó a conocer la historia de Hugh Glass?

–Es legendaria, aunque tiene bastantes lagunas y hechos sin confirmar. Nos llegó un primer borrador de la historia que escribió Mark Smith hace unos seis años, lo que significaba ya un buen comienzo y una oportunidad de oro para nuestro equipo. A partir de ahí me tomé el tiempo necesario para escribir el guión.

–Muchos directores suelen cambiar ciertas escenas durante el rodaje. No sé si lo ha hecho en «El renacido».

–Es un filme de mostrar, de enseñarle al espectador, más que diálogos o largos parlamentos, que no los hay. Lo importante no es tanto lo que se dice sino cómo se presenta. Es una vuelta a la experiencia cinematográfica original más pura, y en ese sentido es como hacer un guiño a los orígenes de este arte, donde la imagen primaba. En ese sentido, la película es idónea para ello.

–¿Qué tipo de investigación tuvo que hacer?

–Leí «Here Lies Hugh Glass», del historiador Jon T. Coleman, así como otros textos y diarios sobre los tramperos de la época, enormemente interesantes. Me pareció que entonces, con ese contexto histórico, no se había explorado lo suficiente y que se nos ofrecía una ocasión única teniendo en cuenta el momento que vivimos en Estados Unidos. Esta gente existió en una época en la que vivir se convertía en una aventura. Fíjate, nosotros ahora, con nuestros GPS en la mano o nuestras casas con aire acondicionado. Todo lo tenemos bajo control.

–Aunque el filme se desarrolla en el siglo XIX, muchos de los temas que aborda son relevantes hoy: el consumismo, el racismo, la respuesta ante un hecho violento.., ¿no le parece?

–Creo que el contexto de este siglo es extremadamente interesante y que era, en cierta medida, virgen. No disponemos de muchas fotografías de aquel periodo, tampoco de historias verídicas, por lo que casi todo lo que oímos es pura invención. Sabemos que Hugh Glass sobrevivió al ataque de un oso pardo y buscó vengarse de quienes le abandonaron, pero todo lo anterior y posterior a este capítulo nos es desconocido. En esa época EE.UU. era una especie de ONU en la que convivían franceses, canadienses, ingleses, mexicanos, españoles y tribus de indios americanos, un fresco tan abundante como rico. La mayoría eran ignorantes y avariciosos. La naturaleza no les infundía respeto y lo que hicieron fue romper las reglas que se habían establecido con los aborígenes. El resultado fue brutal. Y es algo que hoy seguimos haciendo exactamente lo mismo. El racismo estaba a la orden del día, brutal, y el color de piel era sigue marcándonos a la hora de tener mejor o peor estatus.

–Es complicado no caer en maniqueísmos, ¿cómo ha presentado a los nativos americanos?

–Lo fundamental era no darles el papel de víctimas ni que tampoco fueran puros y bondadosos. Busqué un equilibrio, que era difícil y traté de humanizarlos. Ellos no son ni buenos ni malos y buscan lo mismo que el resto: respeto, dignidad y ser escuchados.

–Leonardo DiCaprio se perfila como ganador del Oscar. Cuénteme cómo fue su experiencia conjunta.

–Sencillamente fantástica. Es un gran colaborador y tiene la mente de un director. Está siempre presente, apoya bastante, es sensible, valiente e inteligente. Qué más se puede pedir. No puedo sentirme más satisfecho con él.

–Su papel, además, requiere una actividad física enorme.

–Leo es uno de esos actores capaces de darse al cien por cien. Lo entiendes con sólo mirarle a los ojos porque actúa con ellos. En un filme con tan poco diálogo, tiene que hacerte sentir todas las emociones por las que atraviesa con el lenguaje de su mirada y su cuerpo. Y él ha sido capaz de hacerlo a la perfección.

–Ha colaborado de nuevo con Emmanuel Lubezki tras hacerlo en «Birdman». ¿Es para usted como un talismán?

–Chivo (Lubezki) es un maestro de la luz y tenía que estar aquí y a mi lado. No solamente posee un dominio técnico de la luz, absolutamente increíble, sino que sabe aplicarlo para que redunde en beneficio de la película. Tenemos una manera de trabajar similar, pensamos igual, y por eso hemos vuelto a formar equipo.

–Siente debilidad por los planos secuencia.

–Sí, es cierto. Permiten al actor encontrar nuevas oportunidades para adaptarse y hallar nuevos retos, creo que con el plano secuencia se pueden incluir muchas cosas interesantes.