Estreno

«Alma salvaje»: Se hace camino al andar

Director: Jean-Marc Vallée. Guión: Nick Hornby, según el libro de Cheryl Strayed. Intérpretes: Reese Witherspoon, Laura Dern, Thomas Sadoski, Gaby Hoffmann. EE UU, 2014. Duración: 116 min. Drama.

La Razón
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«Jamás hallé compañera más sociable que la soledad». ¿A qué se refería Thoreau? Uno está solo, y eso es suficiente. Ahí están la libertad, los encuentros, los abandonos, el silencio, el tramo de camino que queda por recorrer. Sí, es suficiente. El credo de Thoreau, prehistórico antisistema, dormía en la mesita de noche de personajes tan distintos como el jardinero de «Sólo el cielo lo sabe» o el anacoreta ecológico de «Hacia rutas salvajes». Lo suyo era fe en el poder libertario de la Naturaleza, ese espacio infinito en el que era mucho más fácil superar la obediencia civil, y evitar convertirse en esclavo de lo establecido. Suponemos que lo de Cheryl Strayed es harina de otro costal: quiere abandonar el luto, el sexo promiscuo y las drogas como máscara para no enfrentarse a la pérdida. Al principio la película no explica qué se le pasa por la cabeza para dejarlo todo por andar las 1100 millas del Pacific Crest Trail, y su decisión es aún menos comprensible cuando ves que Cheryl no sabe ni hacerse una mochila, no digamos atravesar desiertos, montañas y ríos de punta a punta del país. Parte del atractivo de la película, que está basada en una historia real, es precisamente el pragmatismo con que Cheryl se plantea el largo viaje, y su escasa tendencia a la epifanía, aspectos que la hermosa, naturalista interpretación de Reese Witherspoon no hacen sino reforzar. Aquí mandan sus recuerdos, fugas de la memoria durante las que conocemos la cálida relación que mantenía con una madre (notable Laura Dern) que está siempre dispuesta a sonreír ante la adversidad, y que explican, sin prisa pero sin pausa, su solitario bautismo en el «trekking» extremo. Jean Marc-Vallée trabaja las transiciones entre presente y pasado con la misma elegancia con que concibió las de «Café de Flore», y evita, gracias a la humildad del guión de Nick Hornby, grandes incidencias durante el viaje, lo que le da a la película una apariencia mucho más modesta que, por ejemplo, «Hacia rutas salvajes». Unas botas de talla demasiado pequeña, un granjero que parece peligroso y no lo es, un ligue tierno y salvaje y unos machos carroñeros son poca cosa para caminar durante tanto tiempo.

A «Alma salvaje» le sobran unos cuantos monólogos interiores y algunas citas literarias, porque potenciando la austeridad de la palabra, el filme ganaría en misterio y opacidad. Cheryl Strayed no viaja tanto para encontrarse a sí misma sino para reencontrarse en soledad con una ausencia, pero esa cita virtual debería sobreentenderse en sus gestos, en su manera de enfrentarse al paisaje. Esa, claro, sería otra película, y Vallée, que viene de la inefable «Dallas Buyers Club», se pone al servicio de dos actrices excelentes y quiere que el mensaje llegue al público alto y claro. Y con todo, no se tiene la impresión de que Cheryl se haya redimido a través del contacto con la Naturaleza más agreste o del esfuerzo titánico que exige la caminata. Simple y llanamente, ha encontrado el espacio para hablar otra vez con su madre.