Antonio Banderas: «Obama ha ido perdiendo brillo en los ojos»
Es probable que si Cleo se sometiera al test de Voight-Kampff –¿recuerdan aquella prueba de los replicantes de «Blade Runner»?– lo pasara con nota. A la sensual robot, uno de los «electrodomésticos antropomórficos» de «Autómata», como los define Antonio Banderas, un buen día algo le hace «clic» dentro y se convierte en otra cosa. Hablamos del nuevo trabajo del director Gabe Ibáñez (Madrid, 1971), que antes rodó «Hierro» y ahora indaga en una variación del dilema de las leyes robóticas propuestas por Isaac Asimov: ¿qué pasaría si un día las máquinas se saltaran sus barreras evolutivas programadas? Todo esto, en un futuro distópico y apocalíptico en el que Banderas, también productor de este filme de presupuesto modesto para ser de ciencia ficción (cinco millones de euros), da vida a Jacq Vaucan, agente de seguros que empieza a no tener ya nada seguro.
El futuro que presenta el filme es oscuro. Pero Banderas lo que ve negro es más bien el presente. «Estamos viviendo un momento que yo casi definiría como post-democrático. Yo he tenido la suerte de que la vida me ha puesto delante de Barack Obama, y ha ido perdiendo el brillo en los ojos. Uno se plantea si realmente estamos siendo gobernados por aquellos a los que votamos o si los que manejan las cuerdas, ante la impotencia de los jefes de Estado, son poderes invisibles, llámense mercados, lobbies, corporaciones o lo que sea. Tú puedes prometer Disneylandia en tu programa electoral. Pero una vez que subes ahí, el encuentro con la realidad es muy duro», cuenta el intérprete, que en San Sebastián se paseó con una apariencia envidiable, vaqueros desenfadados, camiseta vaporosa y barba ibicenca, que invita a creer que no sólo los robots no envejecen. Pese a todo, explica: «Soy un optimista patológico. Siempre creo que va a venir un momento en el que las cosas se arreglen».
Por eso, continúa, «nosotros planteamos la película, y eso es un poco la ciencia ficción a la que queríamos ir, con referencias continuas a la situación actual en el mundo: en la historia hay una pérdida de valores clara; en una escena un hombre dispara a otro como si fuera un perro, y se levantan muros que separan a unos de otros como si fuera basura. A mí me emociona que los que heredan esos valores, que en un momento dado fueron los pilares de nuestra civilización, son los robots». Y añade: «Nosotros estamos continuamente desvaneciéndonos como un castillo de arena frente a esa otra civilización, que surge como un apéndice para convertirse en la nueva. En realidad la película reflexiona sobre el sentido efímero de nuestra existencia».
Con Banderas a mano, es inevitable hablar de Hollywood. Nadie en España lo conoce, probablemente, mejor que él. Ayer, ante la Prensa, dejó caer que le gustaría trabajar más en España, que aquello estaba acabándose. Luego lo explicó: «No es tanto un hastío: es una constatación de un hecho. Hollywood ya prácticamente no rueda películas en Los Ángeles. Los estudios se utilizan para las series de televisión, y los filmes se hacen en lugares con incentivos fiscales». Dicho todo eso, vuelve a sus palabras: «Al final, se trata de crear ilusión a través de los medios que uno tiene. Y de abrir puertas y pensar que la ciencia ficción no sólo pertenece a la cinematografía norteamericana. Los extraterrestres sólo van a EE UU, ¡nunca a Córdoba! Esto es porque no hay dinero en España para hacer películas de aliens. Así de simple. Pero eso se puede romper». Y subraya: «Si hay incentivos por parte de los Gobiernos, eso puede ayudar. Marruecos se está llevando de una forma clara una cantidad de inversión que, probablemente, se nos esté escapando a nosotros».
Y eso que el malagueño defiende lo artesanal sobre lo digital. «Asistí a una entrega de premios en Los Ángeles hace dos años. El principal galardón lo recogió un señor de una gran compañía que trabaja para todos los estudios y nos dio un speech que ponía los pelos de punta. Llegó a decir: "Hubo un momento en que Hollywood estaba basado en los guionistas. Eso pasó después al «Star System» de los directores y los actores. Y ahora, es nuestro momento. Nosotros somos Hollywood"», explica el actor gesticulando. «Nuestra peliculita independiente, nosotros preferimos llamarlo cine de autor que ciencia-ficción, trata de combatir eso». Rodaron en Bulgaria con robots que en pantalla parecen muy reales, pero en los que lo digital no ha sido la creación de la máquina, sino «eliminar» a los titiriteros que, a lo «bunraku» japonés, dotaban de vida a cada autómata, con tres personas por máquina: dos para las piernas y brazos y un tercero a los mandos remotos para la cabeza. El rodaje con Éstos, reconoce el actor, «ha sido, en una relación directamente proporcional, divertido y complicado». El resultado mereció la pena: «Tienen poco que ver con los robots que saltan de tejado en tejado que vemos en las películas de Hollywood. Se pueden hacer estos géneros de otra manera».